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1 Samuel 8 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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1 Samuel 8

1 Cuando envejeció Samuel, puso para juzgar a Israel a sus dos hijos;'

2 el primogénito, de nombre Joel, y el segundo, de nombre Abia, y juzgaban en Berseba.

3 Pero los hijos de Samuel no siguieron los caminos de éste, sino que se apartaban de ellos por avaricia, recibiendo presentes y violando la justicia.

4 Reuniéronse todos los ancianos de Israel, y vinieron a Samuel, en Rama,

5 y le dijeron: “Tú eres ya viejo y tus hijos no siguen tus caminos; danos un rey para que nos juzgue, como todos los pueblos.”

6 Desagradó a Samuel que le dijeran: “Danos un rey para que nos juzgue,” y oró ante Yahvé;'

7 pero Yahvé dijo a Samuel: “Oye la voz del pueblo en cuanto te pide, pues no es a ti a quien rechazan, sino a mí, para que no reine sobre ellos.

8 Como han hecho conmigo desde que los saqué de Egipto hasta ahora, dejándome para irse a servir a otros dioses, así hacen ahora contigo.

9 Escúchalos, pues; pero da testimonio contra ellos y dales a conocer cómo los tratará el rey que reinará sobre ellos.'

10 Samuel transmitió al pueblo que le pedía rey todo lo que le había dicho Yahvé,

11 y les dijo: “Ved cómo os tratará el rey que reinará sobre vosotros: Cogerá a vuestros hijos y los pondrá sobre sus carros y entre sus aurigas y los hará correr delante de su carro.

12 De ellos hará jefes de mil, de ciento y de cincuenta; les hará labrar sus campos, recolectar sus mieses, fabricar sus armas de guerra y el atelaje de sus carros.'

13 Tomará a vuestras hijas para perfumeras, cocineras y panaderas.

14 Tomará vuestros mejores campos, viñas y olivares, y se los dará a sus servidores.

15 Diezmará vuestras cosechas y vuestros vinos para sus eunucos y servidores.

16 Cogerá vuestros siervos y vuestras siervas, vuestros mejores bueyes y asnos para emplearlos en sus obras,

17 Diezmará vuestros rebaños, y vosotros mismos seréis esclavos suyos.

18 Entonces clamaréis a Yahvé, pero Yahvé no responderá, puesto que habéis pedido un rey.”

19 El pueblo desoyó a Samuel, y dijeron: “No, no, que haya sobre nosotros un rey,

20 y así seremos como todos los pueblos; nos juzgará nuestro rey, y saldrá al frente de nosotros para combatir nuestros combates.”

21 Samuel, después de oír las palabras del pueblo, se las repitió a Yahvé;'

22 y Yahvé le dijo: “Escúchalos y pon sobre ellos un rey.” Entonces dijo Samuel al pueblo: “Vayase cada uno a su ciudad.”

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1 Samuel 8

1 Samuel 8 - Introducción

* El mal gobierno de los hijos de Samuel (1-3). Los israelitas piden un rey (4-9). La forma de un rey (10-22).

1 Samuel 8:1-3

1-3 No parece que los hijos de Samuel fueran tan profanos y viciosos como los hijos de Elí, pero eran jueces corruptos y se dejaban llevar por la codicia. Samuel no aceptaba sobornos, pero sus hijos sí lo hacían, y luego pervirtieron la justicia. Lo que aumentó la aflicción del pueblo fue la amenaza de una invasión por parte de Nahas, rey de los amonitas.

1 Samuel 8:4-9

4-9 A Samuel le disgustó; podía soportar pacientemente lo que reflejaba sobre él mismo y su propia familia, pero le disgustó cuando dijeron: "Dános un rey que nos juzgue", porque eso reflejaba en Dios. Lo llevó a sus rodillas. Cuando algo nos perturba, es nuestro interés, así como nuestro deber, mostrar nuestra preocupación ante Dios. A Samuel le toca decirles que tendrán un rey. No porque Dios estuviera complacido con su solicitud, sino porque a veces nos dice que no por bondad, y otras veces nos complace en su enojo; así lo hizo aquí. Dios sabe cómo glorificarse a sí mismo y sirve a sus propósitos sabios, incluso con los consejos tontos de los hombres.

1 Samuel 8:10-22

10-22 Si querían tener un rey para gobernarlos, como los reyes del este gobernaban a sus súbditos, descubrirían que el yugo era extremadamente pesado. A aquellos que se someten al gobierno del mundo y de la carne, se les dice claramente cuán duros son sus amos y qué tiranía implica el dominio del pecado. La ley de Dios y la manera de los hombres difieren ampliamente entre sí; la primera debe ser nuestra norma en las diversas relaciones de la vida; la segunda debe ser la medida de nuestras expectativas de los demás. Estos serían sus agravios y, cuando se quejaran ante Dios, Él no los escucharía. Cuando nos metemos en aprietos por nuestros deseos y proyectos erróneos, perdemos justamente el consuelo de la oración y el beneficio de la ayuda divina. El pueblo fue obstinado y urgente en su demanda. Las decisiones repentinas y los deseos apresurados generan arrepentimientos largos y pausados. Nuestra sabiduría consiste en estar agradecidos por las ventajas y ser pacientes ante las desventajas del gobierno bajo el que vivimos; y orar constantemente por nuestros gobernantes, para que nos gobiernen con temor a Dios y para que vivamos bajo ellos con toda piedad y honestidad. Es un síntoma esperanzador cuando nuestros deseos de objetos mundanos pueden soportar el retraso; y cuando podemos dejar que el tiempo y la forma en que se nos concedan estén sujetos a la providencia de Dios.


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Biblia Nácar-Colunga

Alberto Colunga Cueto, y Eloíno Nácar Fúster. 1944©

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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