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1 Samuel 30 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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1 Samuel 30

1 Cuando al tercer día llegó David con sus hombres a Siceleg, los amalecitas habían irrumpido contra el Negueb y contra Siceleg y la habían tomado e incendiado.

2 Habían apresado a las mujeres y a todos los que allí estaban, pequeños y grandes, pero sin matar a nadie, y, llevándoselos, se habían puesto en camino.

3 Cuando llegaron David y sus gentes a la ciudad y vieron que había sido quemada y que sus mujeres, hijos e hijas habían sido llevados cautivos,

4 alzaron la voz y lloraron hasta más no poder.

5 Habían sido llevadas las dos mujeres de David, Aji-noam, de Jezrael, y Abigaíl, del Carmel, mujer de Nabal.

6 David se vio muy angustiado, pues la gente hablaba de lapidarle, ya que todos estaban muy amargados, cada uno por sus hijos y sus hijas. Pero David se confortó en Yahvé, su Dios.

7 Dijo, pues, al sacerdote Abiatar, hijo de Ajimelec: “Trae el efod.” Aplicó Abiatar el efod,

8 y David consultó a Yahvé, diciendo: “¿He de perseguir a esa banda? ¿La alcanzaré?” Yahvé respondió: “Persigúela, porque de cierto la alcanzarás y recobrarás.”

9 Púsose David en marcha con los seiscientos hombres que le seguían. Cuando llegaron al torrente de Besor, doscientos quedaron sin pasar más allá, rezagados por la fatiga.

10 David continuó la persecución con cuatrocientos hombres,

11 Encontraron en el campo a un egipcio, que llevaron a David;'

12 diéronle pan que comiera y agua que bebiera y un trozo de torta de higos secos y un racimo de pasas. Una vez que con el alimento se recobró, pues había estado tres días y tres noches sin comer ni beber,

13 le preguntó David: “¿De quién y de dónde eres tú?” El respondió: “Soy un esclavo egipcio al servicio de un amalecita, y hace tres días me abandonó mi amo porque enfermé.

14 Habíamos hecho una incursión en el Negueb de Queret y en el de Judá y en el Negueb de Caleb, y hemos incendiado Siceleg.”

15 David le preguntó: “¿Quieres guiarme hacia donde está la banda?” El le respondió: “Júrame por Dios que no me matarás ni me entregarás a mi amo, y te guiaré a donde está la banda.”

16 Guiólos, y vieron que estaban los amalecitas esparcidos por todo el campo, comiendo, bebiendo y bailando, pues era muy grande el botín que habían tomado en la tierra de los filisteos y en la de Judá.

17 David los batió desde la aurora hasta la tarde, y no escapó ninguno de ellos, fuera de cuatrocientos mozos, que huyeron montados en camellos.

18 David recobró cuanto los amalecitas se llevaran y rescató a sus dos mujeres.

19 No faltó nadie, ni chico ni grande, ni niño ni niña, ni nada del botín y de cuanto se habían llevado. David lo recobró todo;'

20 y, tomando el ganado mayor y menor, se pusieron en marcha delante de él, diciendo: “Este es el botín de David.”

21 Llegó David a los doscientos hombres que, fatigados, no habían podido seguirle y se quedaron junto al torrente de Besor. Salieron éstos al encuentro de David y de los que venían con él, y David se acercó a ellos y los saludó amistosamente.

22 Pero lo peor de cuanto de malo había en la tropa de David se puso a decir: “Pues que no han venido con nosotros, no les daremos parte del botín que hemos cogido; que coja cada uno su mujer y sus hijos y se los lleve y se vayan.”

23 Pero David dijo: “No hagáis eso después de lo que nos ha dado Yahvé; porque él nos ha guardado y ha puesto en nuestras manos la banda que vino contra nosotros.'

24 Eso, ni oírse siquiera. La parte debe ser la misma para el que combate y para el que custodia el bagaje. Todos partirán por igual.”

25 Y así se hizo aquel día y en lo sucesivo, quedando esto como ley y norma, que todavía se observa.

26 De vuelta a Siceleg, David mandó parte del botín a los ancianos de Judá, diciendo: “Ahí va para vosotros un presente del botín de los enemigos de Yahvé,”

27 Mandó a los de Betul, a los de Ramat del Negueb, a los de Jatir,

28 a los de Arara, a los de Sifamot, a los de Estamoa,

29 a los del Carmel, a los de las ciudades de los jeramelitas, a los de las ciudades de los quenitas,

30 a los de Jorma, a los de Borasán, a los de Atac,

31 a los de Hebrón y a los de todos los lugares por donde David y sus gentes habían estado.

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1 Samuel 30

1 Samuel 30 - Introducción

* Ziklag mimado por los amalecitas. (1-6) David alcanza a los amalecitas. (7-15) Él recupera lo que se había perdido. (16-20) la distribución de David del botín. (21-31)

1 Samuel 30:1-6

1-6 Cuando vamos al extranjero en el cumplimiento de nuestro deber, podemos esperar cómodamente que Dios cuidará a nuestras familias en nuestra ausencia, pero no de otra manera. Si, cuando salimos de un viaje, encontramos nuestra morada en paz, y no arrasada, como David encontró la suya, que se alabe al Señor por ello. Los hombres de David murmuraron contra él. La gran fe debe esperar pruebas tan severas. Pero, observen, que David fue llevado tan bajo, justo antes de ser elevado al trono. Cuando las cosas están peor con la iglesia y el pueblo de Dios, comienzan a enmendarse. David se animó en el Señor su Dios. Sus hombres se inquietaron por su pérdida, el alma del pueblo estaba amargada; su propio descontento e impaciencia se sumaron a la aflicción y la miseria. Pero David lo soportó mejor, aunque tenía más razones que cualquiera de ellos para lamentarse. Le dieron libertad a sus pasiones, pero él puso sus gracias a trabajar; y mientras se desanimaban mutuamente, él, al alentarse en Dios, mantuvo la calma de su espíritu. Aquellos que han tomado al Señor por su Dios, pueden alentarlo en los peores momentos.

1 Samuel 30:7-15

7-15 Si en todos nuestros sentidos, incluso cuando, como en este caso, no cabe duda de que son justos, reconocemos a Dios, podemos esperar que él dirija nuestros pasos, como lo hizo con los de David. David, con ternura hacia sus hombres, de ninguna manera los instaría más allá de su fuerza. El Hijo de David considera así los marcos de sus seguidores, que no son todos fuertes y vigorosos en sus búsquedas y conflictos espirituales; pero, donde somos débiles, allí es amable; más aún, allí él es fuerte, 2 Corintios 12:9; 2 Corintios 12:10. Un pobre muchacho egipcio, apenas vivo, se convierte en un medio de mucho bien para David. Justamente, la Providencia hizo de este pobre sirviente, que fue utilizado basicamente por su amo, un instrumento para la destrucción de los amalecitas; porque Dios escucha el clamor de los oprimidos. Esos son indignos del nombre de los verdaderos israelitas, que callaron su compasión de las personas en apuros. No debemos hacer daño ni negarle amabilidad a ningún hombre; en algún momento u otro puede estar en poder de los más bajos devolver una amabilidad o una lesión.

1 Samuel 30:16-20

16-20 Los pecadores están más cerca de la ruina, cuando lloran, paz y seguridad, y ponen el día malo lejos de ellos. Tampoco nada les da más ventajas a nuestros enemigos espirituales que la sensualidad y la indulgencia. Comer y beber, y bailar, han sido la forma suave y agradable en que muchos han ido a la congregación de los muertos. El botín fue recuperado y traído; no se perdió nada, pero se ganó mucho.

1 Samuel 30:21-31

21-31 Lo que Dios nos da, él diseña que debemos hacer el bien. Al distribuir el botín, David fue justo y amable. Esos son hombres de Belial, de hecho, que se deleitan en poner dificultades a sus hermanos, y no les importa quién está muerto de hambre, para que puedan ser alimentados al máximo. David fue generoso y amable con todos sus amigos. Aquellos que consideran al Señor como el Dador de su abundancia, lo dispondrán con justicia y liberalidad.


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Biblia Nácar-Colunga

Alberto Colunga Cueto, y Eloíno Nácar Fúster. 1944©

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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