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Salmos 84 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Salmos 84

SALMO 84Para el director del coro; sobre Gitit. Salmo de los hijos de Coré.

Anhelo por la adoración en el templo

1 ¡Cuán preciosas son tus moradas, oh Señor de los ejércitos!

2 Anhela mi alma, y aun desea con ansias los atrios del Señor; mi corazón y mi carne cantan con gozo al Dios vivo.

3 Aun el ave ha hallado casa, y la golondrina nido para sí donde poner sus polluelos: ¡tus altares, oh Señor de los ejércitos, Rey mío y Dios mío!

4 ¡Cuán bienaventurados son los que moran en tu casa! Continuamente te alaban. (Selah)

5 ¡Cuán bienaventurado es el hombre cuyo poder está en ti, en cuyo corazón están los caminos a Sión!

6 Pasando por el valle de Baca lo convierten en manantial, también las lluvias tempranas lo cubren de bendiciones.

7 Van de poder en poder, cada uno de ellos comparece ante Dios en Sión.

8 ¡Oh Señor, Dios de los ejércitos, oye mi oración; escucha, oh Dios de Jacob! (Selah)

9 Mira, oh Dios, escudo nuestro, y contempla el rostro de tu ungido.

10 Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Prefiero estar en el umbral de la casa de mi Dios que morar en las tiendas de impiedad.

11 Porque sol y escudo es el Señor Dios; gracia y gloria da el Señor; nada bueno niega a los que andan en integridad.

12 Oh Señor de los ejércitos, ¡cuán bienaventurado es el hombre que en ti confía!

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Salmos 84

Salmo 84 - Introducción

* El salmista expresa su afecto a las ordenanzas de Dios. (1-7) Su deseo hacia el Dios de las ordenanzas. (8-12)

Salmo 84:1-7

1-7 Las ordenanzas de Dios son el consuelo del creyente en este mundo malvado; en ellos disfruta la presencia del Dios viviente: esto hace que se arrepienta de su ausencia de ellos. Son para su alma como el nido para el pájaro. Sin embargo, son solo un fervor de la felicidad del cielo; pero, ¿cómo pueden los hombres desear entrar en esa habitación sagrada, que se quejan de las ordenanzas divinas como algo agotador? Esos son verdaderamente felices, que salen y continúan en el ejercicio de la religión, en la fuerza de la gracia de Jesucristo, de quien proviene toda nuestra suficiencia. Los peregrinos a la ciudad celestial pueden tener que atravesar muchos valles de llanto y muchos desiertos sedientos; pero se les abrirán pozos de salvación y se enviarán consuelos para su apoyo. Aquellos que avanzan en su curso cristiano, encontrarán que Dios agrega gracia a sus gracias. Y los que crezcan en la gracia, serán perfectos en la gloria.

Salmo 84:8-12

8-12 En todos nuestros discursos a Dios, debemos desear que él mire a Cristo, su Ungido, y que nos acepte por su bien: debemos mirarlo a Él con fe, y luego Dios mirará con buenos ojos el rostro de el Ungido: nosotros, sin él, no nos atrevemos a mostrar nuestras caras. El salmista ruega amor a las ordenanzas de Dios. Consideremos un día en las cortes de Dios mejor que mil gastados en otro lugar; y considero que el lugar más malo de su servicio es preferible a la preferencia terrenal más alta. Estamos aquí en la oscuridad, pero si Dios es nuestro Dios, él será para nosotros un Sol, para iluminarnos y animarnos, para guiarnos y dirigirnos. Estamos aquí en peligro, pero él será para nosotros un Escudo, para protegernos de los dardos ardientes que vuelan a nuestro alrededor. A través de que no ha prometido dar riquezas y dignidades, ha prometido dar gracia y gloria a todos los que los buscan a su manera. ¿Y qué es la gracia, sino el cielo que comenzó abajo, en el conocimiento, el amor y el servicio de Dios? ¿Qué es la gloria, sino la realización de esta felicidad, al hacerse semejante a él y al disfrutarlo por siempre? Que nos cuide caminar con rectitud, y luego confiemos en que Dios nos dará todo lo que sea bueno para nosotros. Si no podemos ir a la casa del Señor, podemos ir por fe al Señor de la casa; en él seremos felices y seremos fáciles. Ese hombre es realmente feliz, sean cuales sean sus circunstancias externas, quien confía en el Señor de los ejércitos, el Dios de Jacob


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La Biblia de las América

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Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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