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Nehemías 5 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Nehemías 5

Abolición de la usura

1 Y hubo gran clamor del pueblo y de sus mujeres contra sus hermanos judíos.

2 Había quienes decían: Nosotros, nuestros hijos y nuestras hijas somos muchos; por tanto, que se nos dé trigo para que comamos y vivamos.

3 Había otros que decían: Nosotros tenemos que empeñar nuestros campos, nuestras viñas y nuestras casas para conseguir grano, a causa del hambre.

4 También había otros que decían: Hemos pedido dinero prestado para el impuesto del rey sobre nuestros campos y nuestras viñas.

5 Ahora bien, nuestra carne es como la carne de nuestros hermanos, y nuestros hijos como sus hijos. Sin embargo, he aquí, estamos obligando a nuestros hijos y a nuestras hijas a que sean esclavos, y algunas de nuestras hijas ya están sometidas a servidumbre, y no podemos hacer nada porque nuestros campos y nuestras viñas pertenecen a otros.

6 Entonces me enojé en gran manera cuando oí su clamor y estas palabras.

7 Se rebeló mi corazón dentro de mí, y contendí con los nobles y con los oficiales y les dije: Estáis cobrando usura cada uno a su hermano. Y congregué contra ellos una gran asamblea.

8 Y les dije: Nosotros, conforme a nuestras posibilidades, hemos redimido a nuestros hermanos judíos que fueron vendidos a las naciones; y ahora, ¿venderéis a vuestros hermanos para que sean vendidos a nosotros? Entonces se quedaron callados y no hallaron respuesta.

9 Y agregué: No está bien lo que hacéis; ¿no debéis andar en el temor de nuestro Dios a causa del oprobio de las naciones enemigas nuestras?

10 También yo y mis hermanos y mis siervos les hemos prestado dinero y grano. Os ruego, pues, que abandonemos esta usura.

11 Os ruego que hoy mismo les devolváis sus campos, sus viñas, sus olivares y sus casas; también la centésima parte del dinero y del grano, del mosto y del aceite que estáis exigiendo de ellos.

12 Entonces ellos dijeron: Lo devolveremos y no les exigiremos nada; haremos tal como has dicho. Y llamé a los sacerdotes y les hice jurar que harían conforme a esta promesa.

13 También sacudí los pliegues de mi manto y dije: Así sacuda Dios de su casa y de sus bienes a todo hombre que no cumpla esta promesa; así sea sacudido y despojado. Y toda la asamblea dijo: ¡Amén! Y alabaron al Señor. Entonces el pueblo hizo conforme a esta promesa.

14 Además, desde el día en que el rey me mandó que fuera gobernador en la tierra de Judá, desde el año veinte hasta el año treinta y dos del rey Artajerjes, doce años, ni yo ni mis hermanos hemos comido del pan del gobernador.

15 Pero los gobernadores anteriores que me precedieron gravaban al pueblo y tomaban de ellos cuarenta siclos de plata además del pan y del vino; también sus sirvientes oprimían al pueblo. Pero yo no hice así, a causa del temor de Dios.

16 También yo me dediqué a la obra en esta muralla, y no compramos terrenos, y todos mis siervos estaban reunidos allí para la obra.

17 Y había a mi mesa ciento cincuenta judíos y oficiales, sin contar los que vinieron a nosotros de las naciones que nos rodeaban.

18 Lo que se preparaba para cada día era un buey y seis ovejas escogidas, también eran preparadas aves para mí; cada diez días toda clase de vino se proveía en abundancia. Y con todo esto, no reclamé el pan del gobernador, porque era pesada la servidumbre sobre este pueblo.

19 Acuérdate de mí, Dios mío, para bien, conforme a todo lo que he hecho por este pueblo.

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Nehemías 5

Nehemías 5 - Introducción

* Los judíos se quejan de quejas. (1-5) Nehemías repara los agravios. (6-13) la paciencia de Nehemías. (14-19)

Nehemías 5:1-5

1-5 Los hombres se aprovechan de sus semejantes: al despreciar a los pobres, reprochan a su Hacedor. Tal conducta es una desgracia para cualquiera, pero ¿quién puede aborrecerla suficientemente cuando es adoptada por cristianos profesos? Con compasión por los oprimidos, debemos lamentar las dificultades que muchos en el mundo lamentan; poner nuestras almas en el lugar de sus almas y recordar en nuestras oraciones y socorrer a los que están agobiados. Pero que aquellos que no muestran misericordia, esperen juicio sin piedad.

Nehemías 5:6-13

6-13 Nehemías sabía que, si construía los muros de Jerusalén tan altos, tan gruesos o tan fuertes, la ciudad no podría estar segura mientras hubiera abusos. La forma correcta de reformar la vida de los hombres es convencer a sus conciencias. Si caminas en el temor de Dios, no serás codicioso de la ganancia mundana ni cruel con tus hermanos. Nada expone más a la religión al reproche que la mundanalidad y la dureza de los profesores de la misma. Aquellos que insisten rigurosamente en su derecho, con muy mala gracia, intentan persuadir a otros para que renuncien al suyo. Al razonar con personas egoístas, es bueno contrastar su conducta con la de otros que son liberales; pero es mejor señalar su ejemplo, quien aunque era rico, pero por nuestro bien se hizo pobre, para que nosotros, a través de su pobreza, pudiéramos ser ricos, 2 Corintios 8:9. Lo hicieron según lo prometido. Las buenas promesas son buenas, pero las mejores actuaciones son mejores.

Nehemías 5:14-19

14-19 Los que realmente temen a Dios no se atreverán a hacer nada cruel o injusto. Que todos los que están en lugares públicos recuerden que están en condiciones de hacer el bien, no de enriquecerse. Nehemías se lo menciona a Dios en oración, no como si hubiera merecido algún favor de Dios, sino para demostrar que dependía solo de Dios, para compensar lo que había perdido y puesto para su honor. Nehemías evidentemente habló y actuó como alguien que se sabía pecador. No quiso reclamar una recompensa como deuda, sino de la manera en que el Señor recompensa una taza de agua fría dada a un discípulo por su bien. El temor y el amor de Dios en el corazón, y el verdadero amor de los hermanos, conducirán a toda buena obra. Estas son evidencias propias de la fe justificante; y nuestro Dios reconciliado mirará a las personas de este carácter para bien, de acuerdo con todo lo que han hecho por su pueblo.


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La Biblia de las América

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Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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