Miqueas 4 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

Miqueas 4

¹ Y sucederá en los últimos días que el monte de la casa del Señor será establecido como cabeza de los montes; se elevará sobre las colinas, y afluirán a él los pueblos.

² Vendrán muchas naciones y dirán: Venid y subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob, para que Él nos instruya en sus caminos, y nosotros andemos en sus sendas. Porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Señor.

³ Él juzgará entre muchos pueblos, y enjuiciará a naciones poderosas y lejanas; entonces forjarán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra.

⁴ Cada uno se sentará bajo su parra y bajo su higuera, y no habrá quien los atemorice, porque la boca del Señor de los ejércitos ha hablado.

⁵ Aunque todos los pueblos anden cada uno en el nombre de su dios, nosotros andaremos en el nombre del Señor nuestro Dios para siempre jamás.

⁶ En aquel día —declara el Señor— reuniré a la coja y recogeré a la perseguida, a las que yo había maltratado.

⁷ Haré de la coja un remanente, y de la perseguida una nación fuerte. Y el Señor reinará sobre ellos en el monte de Sión desde ahora y para siempre.

⁸ Y tú, torre del rebaño, colina de la hija de Sión, hasta ti vendrá, vendrá el antiguo dominio, el reino de la hija de Jerusalén.

⁹ Ahora, ¿por qué gritas tan fuerte? ¿No hay rey en ti? ¿Ha perecido tu consejero, que el dolor te aflige como a mujer de parto?

¹⁰ Retuércete y gime, hija de Sión, como mujer de parto, porque ahora saldrás de la ciudad y habitarás en el campo, e irás hasta Babilonia. Allí serás rescatada, allí te redimirá el Señor de la mano de tus enemigos.

¹¹ Pero ahora se han juntado contra ti muchas naciones, que dicen: «Sea profanada, y que se deleiten en Sión nuestros ojos».

¹² Mas ellos no conocen los pensamientos del Señor, ni comprenden su propósito, porque los ha recogido como gavillas en la era.

¹³ Levántate y trilla, hija de Sión, pues yo haré tu cuerno de hierro y haré tus pezuñas de bronce, para que desmenuces a muchos pueblos, para que consagres al Señor su injusta ganancia, y sus riquezas al Señor de toda la tierra.

Miqueas 4

Miqueas 4 - Introducción

* La paz del reino de Cristo. (1-8) Los juicios que vendrán sobre Jerusalén, pero el triunfo final de Israel. (9-13)

Miqueas 4:1-8

1-8 Las naciones aún no se han sometido al Príncipe de la Paz, como para convertir sus espadas en rejas de arado, ni ha cesado la guerra. Pero son promesas muy valiosas, relacionadas con la iglesia del evangelio, que se cumplirán cada vez más, porque Él es fiel y ha prometido. Habrá una iglesia gloriosa para Dios establecida en el mundo, en los últimos días, en los días del Mesías. Cristo mismo lo construirá sobre una roca. Los gentiles adoraban a sus dioses ídolos; pero en el período mencionado, la gente se unirá al Señor con pleno propósito de corazón y se deleitará en hacer su voluntad. La palabra "detiene", describe a aquellos que no caminan de acuerdo con la palabra Divina. La recolección de los cautivos de Babilonia fue un ferviente curativo, purificador y próspero de la iglesia; y el reinado de Cristo continuará hasta que sea sucedido por el reino eterno del cielo. Alentémonos unos a otros para asistir a las ordenanzas de Dios, para que podamos aprender sus santos caminos, y caminar en ellos, recibiendo la ley de sus manos, que, escrita en nuestros corazones por su Espíritu, puede mostrar nuestro interés en el La justicia del redentor.

Miqueas 4:9-13

9-13 Muchas naciones se reunirían contra Sión para regocijarse en sus calamidades. No entenderían que el Señor los había recogido como se recogen las gavillas para ser trilladas; y que Sión se fortalecería para hacerlos pedazos. Todavía no ha tenido lugar nada en la historia de la iglesia judía que esté de acuerdo con esta predicción. Cuando Dios tiene un trabajo conquistador para su pueblo, él les proporcionará la fuerza y ​​la capacidad para hacerlo. Los creyentes deben llorar en voz alta bajo angustia, con la oración de fe, no con desánimo.