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Marcos 14 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Marcos 14

Complot para prender y matar a Jesús

1 Faltaban dos días para la Pascua y para la fiesta de los panes sin levadura; y los principales sacerdotes y los escribas buscaban cómo prenderle con engaño y matarle;

2 porque decían: No durante la fiesta, no sea que haya un tumulto del pueblo.

Jesús ungido en Betania

3 Y estando Él en Betania, sentado a la mesa en casa de Simón el leproso, vino una mujer con un frasco de alabastro de perfume muy costoso de nardo puro; y rompió el frasco y lo derramó sobre la cabeza de Jesús.

4 Pero algunos estaban indignados y se decían unos a otros: ¿Para qué se ha hecho este desperdicio de perfume?

5 Porque este perfume podía haberse vendido por más de trescientos denarios, y dado el dinero a los pobres. Y la reprendían.

6 Pero Jesús dijo: Dejadla; ¿por qué la molestáis? Buena obra ha hecho conmigo.

7 Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros; y cuando queráis les podréis hacer bien; pero a mí no siempre me tendréis.

8 Ella ha hecho lo que ha podido; se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura.

9 Y en verdad os digo: Dondequiera que el evangelio se predique en el mundo entero, también se hablará de lo que esta ha hecho, para memoria suya.

Traición de Judas

10 Entonces Judas Iscariote, que era uno de los doce, fue a los principales sacerdotes para entregarles a Jesús.

11 Cuando ellos lo oyeron, se alegraron y prometieron darle dinero. Y él buscaba cómo entregarle en un momento oportuno.

Preparación de la Pascua

12 El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, cuando se sacrificaba el cordero de la Pascua, sus discípulos le dijeron*: ¿Dónde quieres que vayamos y hagamos los preparativos para que comas la Pascua?

13 Y envió* a dos de sus discípulos, y les dijo*: Id a la ciudad, y allí os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle;

14 y donde él entre, decid al dueño de la casa: «El Maestro dice: “¿Dónde está mi habitación en la que pueda comer la Pascua con mis discípulos?” ».

15 Y él os mostrará un gran aposento alto, amueblado y preparado; haced los preparativos para nosotros allí.

16 Salieron, pues, los discípulos y llegaron a la ciudad, y encontraron todo tal como Él les había dicho; y prepararon la Pascua.

Jesús identifica al traidor

17 Al atardecer llegó* Él con los doce.

18 Y estando sentados a la mesa comiendo, Jesús dijo: En verdad os digo que uno de vosotros me entregará; el que come conmigo.

19 Ellos comenzaron a entristecerse y a decirle uno por uno: ¿Acaso soy yo?

20 Y Él les dijo: Es uno de los doce, el que moja conmigo en el plato.

21 Porque el Hijo del Hombre se va tal y como está escrito de Él; pero ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Mejor le fuera a ese hombre no haber nacido.

Institución de la Cena del Señor

22 Y mientras comían, tomó pan, y habiéndolo bendecido lo partió, se lo dio a ellos, y dijo: Tomad, esto es mi cuerpo.

23 Y tomando una copa, después de dar gracias, se la dio a ellos, y todos bebieron de ella.

24 Y les dijo: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que es derramada por muchos.

25 En verdad os digo: Ya no beberé más del fruto de la vid hasta aquel día cuando lo beba nuevo en el reino de Dios.

26 Después de cantar un himno, salieron para el monte de los Olivos.

Jesús predice la negación de Pedro

27 Y Jesús les dijo*: Todos vosotros os apartaréis, porque escrito está: «Heriré al pastor, y las ovejas se dispersarán».

28 Pero después de que yo haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea.

29 Entonces Pedro le dijo: Aunque todos se aparten, yo, sin embargo, no lo haré.

30 Y Jesús le dijo*: En verdad te digo que tú, hoy, esta misma noche, antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces.

31 Pero Pedro con insistencia repetía: Aunque tenga que morir contigo, no te negaré. Y todos decían también lo mismo.

Jesús en Getsemaní

32 Y llegaron* a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo* a sus discípulos: Sentaos aquí hasta que yo haya orado.

33 Y tomó* consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a afligirse y a angustiarse mucho.

34 Y les dijo*: Mi alma está muy afligida, hasta el punto de la muerte; quedaos aquí y velad.

35 Adelantándose un poco, se postró en tierra y oraba que si fuera posible, pasara de Él aquella hora.

36 Y decía: ¡Abba, Padre! Para ti todas las cosas son posibles; aparta de mí esta copa, pero no sea lo que yo quiero, sino lo que tú quieras.

37 Entonces vino* y los halló* durmiendo, y dijo* a Pedro: Simón, ¿duermes? ¿No pudiste velar ni por una hora?

38 Velad y orad para que no entréis en tentación; el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.

39 Se fue otra vez y oró, diciendo las mismas palabras.

40 Y vino de nuevo y los halló durmiendo, porque sus ojos estaban muy cargados de sueño; y no sabían qué responderle.

41 Vino* por tercera vez, y les dijo*: ¿Todavía estáis durmiendo y descansando? Basta ya; ha llegado la hora; he aquí, el Hijo del Hombre es entregado en manos de los pecadores.

42 Levantaos, vámonos; mirad, está cerca el que me entrega.

Arresto de Jesús

43 En ese momento, mientras todavía estaba Él hablando, llegó* Judas, uno de los doce, acompañado de una multitud con espadas y garrotes, de parte de los principales sacerdotes, de los escribas y de los ancianos.

44 Y el que le entregaba les había dado una señal, diciendo: Al que yo bese, ese es; prendedle y llevadle con seguridad.

45 Y habiendo llegado, inmediatamente se acercó a Él diciendo: ¡Rabí! Y le besó.

46 Entonces ellos le echaron mano y le prendieron.

47 Pero uno de los que estaban allí, sacando la espada, hirió al siervo del sumo sacerdote y le cortó la oreja.

48 Y dirigiéndose Jesús a ellos, les dijo: ¿Habéis salido con espadas y garrotes para arrestarme como contra un ladrón?

49 Cada día estaba con vosotros en el templo enseñando, y no me prendisteis; pero esto ha sucedido para que se cumplan las Escrituras.

50 Y abandonándole, huyeron todos.

Un joven sigue a Jesús

51 Cierto joven le seguía, vestido solo con una sábana sobre su cuerpo desnudo; y lo prendieron*;

52 pero él, dejando la sábana, escapó desnudo.

Jesús ante el concilio

53 Y llevaron a Jesús al sumo sacerdote; y se reunieron* todos los principales sacerdotes, los ancianos y los escribas.

54 Pedro le siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo sacerdote; estaba sentado con los alguaciles, calentándose al fuego.

55 Y los principales sacerdotes y todo el concilio, procuraban obtener testimonio contra Jesús para darle muerte, pero no lo hallaban.

56 Porque muchos daban falso testimonio contra Él, pero sus testimonios no coincidían.

57 Y algunos, levantándose, daban falso testimonio contra Él, diciendo:

58 Nosotros le oímos decir: «Yo destruiré este templo hecho por manos, y en tres días edificaré otro no hecho por manos».

59 Y ni siquiera en esto coincidía el testimonio de ellos.

60 Entonces el sumo sacerdote levantándose, se puso en medio y preguntó a Jesús, diciendo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican estos contra ti?

61 Mas Él callaba y nada respondía. Le volvió a preguntar el sumo sacerdote, diciéndole: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?

62 Jesús dijo: Yo soy; y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder y viniendo con las nubes del cielo.

63 Entonces el sumo sacerdote, rasgando sus ropas, dijo*: ¿Qué necesidad tenemos de más testigos?

64 Habéis oído la blasfemia; ¿qué os parece? Y todos le condenaron, diciendo que era reo de muerte.

65 Y comenzaron algunos a escupirle, a cubrirle el rostro y a darle de puñetazos, y a decirle: ¡Profetiza! Y los alguaciles le recibieron a bofetadas.

La negación de Pedro

66 Estando Pedro abajo en el patio, llegó* una de las sirvientas del sumo sacerdote,

67 y al ver a Pedro calentándose, lo miró y dijo*: Tú también estabas con Jesús el Nazareno.

68 Pero él lo negó, diciendo: Ni sé, ni entiendo de qué hablas. Y salió al portal, y un gallo cantó.

69 Cuando la sirvienta lo vio, de nuevo comenzó a decir a los que estaban allí: Este es uno de ellos.

70 Pero él lo negó otra vez. Y poco después los que estaban allí volvieron a decirle a Pedro: Seguro que tú eres uno de ellos, pues también eres galileo.

71 Pero él comenzó a maldecir y a jurar: ¡Yo no conozco a este hombre de quien habláis!

72 Al instante un gallo cantó por segunda vez. Entonces Pedro recordó lo que Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces. Y se echó a llorar.

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Marcos 14

Marco 14 - Introducción

Cristo ungido en Betania. (1-11) La pascua, Jesús declara que Judas lo traicionaría. (12-21) La cena del Señor instituida. (22-31) La agonía de Cristo en el huerto. (32-42) Es traicionado y apresado. (43-52) Cristo ante el sumo sacerdote. (53-65) Pedro niega a Cristo. (66-72)

Marco 14:1-11

1-11 ¿Derramó Cristo su alma hasta la muerte por nosotros, y pensaremos que algo es demasiado precioso para él? ¿Le damos el precioso ungüento de nuestros mejores afectos? Amémosle con todo el corazón, aunque es común que el celo y el afecto sean malinterpretados y reprochados; y recordemos que la caridad hacia los pobres no excusa a nadie de los actos particulares de piedad hacia el Señor Jesús. Cristo encomendó la piadosa atención de esta mujer a los creyentes de todas las épocas. Los que honran a Cristo, él los honrará. La codicia era el deseo principal de Judas, y eso lo llevó al pecado de traicionar a su Maestro; el diablo adaptó su tentación a eso, y así lo conquistó. Y ved qué perversas maquinaciones tienen muchos en sus búsquedas pecaminosas; pero lo que parece adelantar sus planes, resultará ser una maldición al final.

Marco 14:12-21

12-21 Nada podría ser menos el resultado de la previsión humana que los eventos aquí relatados. Pero nuestro Señor conoce todas las cosas sobre nosotros antes de que sucedan. Si lo admitimos, morará en nuestros corazones. El Hijo del hombre va, como está escrito de él, como un cordero al matadero; pero ¡ay de aquel hombre por el que es traicionado! El hecho de que Dios permita los pecados de los hombres y se glorifique de ellos, no les obliga a pecar, ni esto será una excusa para su culpa, ni disminuirá su castigo.

Marco 14:22-31

22-31 La cena del Señor es un alimento para el alma, por lo que basta con un poco de lo que es para el cuerpo, tanto como sirva de señal. Fue instituida por el ejemplo y la práctica de nuestro Maestro, para permanecer en vigor hasta su segunda venida. Se instituyó con la bendición y la acción de gracias, para ser un memorial de la muerte de Cristo. Se menciona con frecuencia su preciosa sangre, como precio de nuestra redención. ¡Qué cómodo es para los pobres pecadores arrepentidos que la sangre de Cristo se derrame por muchos! Si por muchos, ¿por qué no por mí? Era una señal de la transmisión de los beneficios comprados para nosotros por su muerte. Aplicad la doctrina de Cristo crucificado a vosotros mismos; que sea carne y bebida para vuestras almas, fortaleciendo y refrescando vuestra vida espiritual. Debía ser una prueba y un anticipo de la felicidad del cielo, y con ello quitarnos el gusto por los placeres y deleites del sentido. Todo el que ha probado las delicias espirituales, enseguida desea las eternas. Aunque el gran Pastor pasó por sus sufrimientos sin dar un paso en falso, sus seguidores a menudo se han dispersado por la pequeña medida de sufrimientos que se les asignó. Cuán aptos somos para pensar bien de nosotros mismos, y para confiar en nuestros propios corazones. Mal hizo Pedro en responder así a su Maestro, y no con temor y temblor. Señor, dame la gracia de no negarte.

Marco 14:32-42

32-42 Los sufrimientos de Cristo comenzaron con los más dolorosos, los de su alma. Comenzó a asombrarse mucho; palabras que no se usan en San Mateo, pero muy llenas de significado. Los terrores de Dios se pusieron en marcha contra él, y le permitió contemplarlos. Nunca hubo un dolor como el suyo en ese momento. Ahora fue hecho maldición por nosotros; las maldiciones de la ley fueron puestas sobre él como nuestra garantía. Ahora probó la muerte, en toda su amargura. Este era el miedo del que habla el apóstol, el miedo natural al dolor y a la muerte, ante el cual la naturaleza humana se asusta. ¿Podemos alguna vez tener pensamientos favorables, o incluso leves, sobre el pecado, cuando vemos los dolorosos sufrimientos que el pecado, aunque no se le considera a él, provocó en el Señor Jesús? ¿Acaso será liviano para nuestras almas lo que fue tan pesado para las suyas? ¿Estuvo Cristo en tal agonía por nuestros pecados, y nunca estaremos nosotros en agonía por ellos? ¿Cómo deberíamos mirar a Aquel a quien hemos traspasado, y lamentarnos? Nos conviene estar sumamente afligidos por el pecado, porque Él lo estuvo, y nunca burlarnos de él. Cristo, como Hombre, suplicó que, si fuera posible, sus sufrimientos pasaran de él. Como Mediador, se sometió a la voluntad de Dios, diciendo: No obstante, no lo que yo quiera, sino lo que tú quieras; te lo pido. Ved cómo vuelve la debilidad pecaminosa de los discípulos de Cristo, y los domina. ¡Qué pesados obstáculos son nuestros cuerpos para nuestras almas! Pero cuando vemos los problemas a la puerta, debemos prepararnos para ellos. Desgraciadamente, incluso los creyentes miran a menudo los sufrimientos del Redentor de manera somnolienta, y en lugar de estar dispuestos a morir con Cristo, no están preparados ni siquiera para velar con él una hora.

Marco 14:43-52

43-52 Debido a que Cristo no apareció como un príncipe temporal, sino que predicó el arrepentimiento, la reforma y una vida santa, y dirigió los pensamientos, los afectos y los objetivos de los hombres hacia otro mundo, los gobernantes judíos trataron de destruirlo. Pedro hirió a uno de la banda. Es más fácil luchar por Cristo que morir por él. Pero hay una gran diferencia entre los discípulos defectuosos y los hipócritas. Estos últimos llaman precipitadamente y sin pensar a Cristo Maestro, y expresan gran afecto por él, pero lo traicionan a sus enemigos. Así aceleran su propia destrucción.

Marco 14:53-65

53-65 Tenemos aquí la condena de Cristo ante el gran consejo de los judíos. Pedro lo siguió; pero el fuego del sumo sacerdote no era un lugar apropiado, ni sus sirvientes una compañía apropiada para Pedro: era una entrada a la tentación. Se empleó una gran diligencia para procurar falsos testigos contra Jesús, pero su testimonio no equivalía a la acusación de un crimen capital, según el máximo rigor de su ley. Le preguntaron: ¿Eres tú el Hijo del Bendito? es decir, el Hijo de Dios. Como prueba de que es el Hijo de Dios, se refiere a su segunda venida. En estos ultrajes tenemos pruebas de la enemistad del hombre con Dios, y del amor gratuito e indecible de Dios hacia el hombre.

Marco 14:66-72

66-72 La negación de Pedro a Cristo comenzó por mantenerse a distancia de él. Aquellos que son tímidos en cuanto a la piedad, están muy lejos de negar a Cristo. Los que piensan que es peligroso estar en compañía de los discípulos de Cristo, porque de ahí pueden ser atraídos a sufrir por él, encontrarán mucho más peligroso estar en compañía de sus enemigos, porque ahí pueden ser atraídos a pecar contra él. Cuando Cristo era admirado y perseguido, Pedro lo reconocía fácilmente; pero no reconocerá ninguna relación con él ahora que está abandonado y despreciado. Sin embargo, observe que el arrepentimiento de Pedro fue muy rápido. El que piensa que está en pie, tenga cuidado de no caer; y el que ha caído, piense en estas cosas y en sus propias ofensas, y vuelva al Señor con llanto y súplica, buscando el perdón, y para ser levantado por el Espíritu Santo.


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Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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