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Malaquías 4 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Malaquías 4

El gran día del S
eñor

1 Porque he aquí, viene el día, ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen el mal serán como paja; y el día que va a venir les prenderá fuego —dice el Señor de los ejércitos— que no les dejará ni raíz ni rama.

2 Mas para vosotros que teméis mi nombre, se levantará el sol de justicia con la salud en sus alas; y saldréis y saltaréis como terneros del establo.

3 Y hollaréis a los impíos, pues ellos serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies el día en que yo actúe —dice el Señor de los ejércitos.

4 Acordaos de la ley de mi siervo Moisés, de los estatutos y las ordenanzas que yo le ordené en Horeb para todo Israel.

5 He aquí, yo os envío al profeta Elías antes que venga el día del Señor, día grande y terrible.

6 Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que venga yo y hiera la tierra con maldición.

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Malaquías 4

Malaquías 4 - Introducción

* Los juicios sobre los impíos, y la felicidad de los justos. (1-3) Respeto a la ley; Juan el Bautista prometió como el precursor del Mesías. (4-6)

Malaquías 4:1-3

1-3 Aquí hay una referencia a la primera y segunda venida de Cristo: Dios ha fijado el día de ambos. Aquellos que lo hacen malvadamente, que no temen la ira de Dios, lo sentirán. Ciertamente se aplicará al día del juicio, cuando Cristo será revelado en llamas de fuego; para ejecutar el juicio sobre los orgullosos, y todo lo que hace malvadamente. En ambos, Cristo es una Luz de regocijo para aquellos que le sirven fielmente. Por el sol de justicia entendemos a Jesucristo. A través de él, los creyentes son justificados y santificados, y así son llevados a ver la luz. Sus influencias hacen al pecador santo, alegre y fructífero. Es aplicable a las gracias y las comodidades del Espíritu Santo, traído a las almas de los hombres. Cristo dio el Espíritu a los que son suyos, para que brillen en sus corazones y sean un Consolador para ellos, un Sol y un Escudo. Ese día que a los impíos arderá como horno, a los justos brillará como la mañana; es lo que esperan, más que los que esperan la mañana. Cristo vino como el Sol, para traer, no solo luz a un mundo oscuro, sino también salud a un mundo distendido. Las almas aumentarán en conocimiento y fuerza espiritual. Su crecimiento es como el de los terneros del establo, no como la flor del campo, que es delgada y débil, y pronto se marchita. Los triunfos de los santos se deben a las victorias de Dios; no son ellos los que hacen esto, sino Dios quien lo hace por ellos. He aquí que viene otro día, mucho más terrible para toda esa maldad que cualquier otra que haya pasado antes. ¡Cuán grande es la felicidad del creyente, cuando sale de la oscuridad y la miseria de este mundo, para regocijarse en el Señor para siempre!

Malaquías 4:4-6

4-6 Aquí hay una conclusión solemne, no solo de esta profecía, sino del Antiguo Testamento. La conciencia nos pide que recordemos la ley. Aunque no tenemos profetas, sin embargo, mientras tengamos Biblias, podemos mantener nuestra comunión con Dios. Dejemos que otros se jacten de su orgulloso razonamiento, y llámenlo esclarecedor, pero sigámonos cerca de esa palabra sagrada, a través de la cual este Sol de Justicia brilla sobre las almas de su pueblo. Deben mantener una expectativa creyente del evangelio de Cristo, y deben buscar el comienzo del mismo. Juan el Bautista predicó el arrepentimiento y la reforma, como lo había hecho Elías. La vuelta de las almas a Dios y su deber, es la mejor preparación para el gran y terrible día del Señor. Juan predicará una doctrina que alcanzará los corazones de los hombres y hará un cambio en ellos. Así preparará el camino para el reino de los cielos. La nación judía, por maldad, se abrió a la maldición. Dios estaba listo para traerles ruina; pero intentará una vez más si se arrepentirán y regresarán; por eso envió a Juan el Bautista a predicarles arrepentimiento. Deje que el creyente espere con paciencia su liberación, y alegremente espere el gran día, cuando Cristo vendrá por segunda vez para completar nuestra salvación. Pero aquellos deben esperar ser golpeados con una espada, con una maldición, que no se vuelven hacia Aquel que los golpea con una vara. Nadie puede esperar escapar de la maldición de la ley quebrantada de Dios, ni disfrutar de la felicidad de su pueblo elegido y redimido, a menos que sus corazones se vuelvan del pecado y del mundo, a Cristo y la santidad. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos nosotros. Amén.


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La Biblia de las América

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Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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