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Lucas 8 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Lucas 8

Mujeres que servían a Jesús

1 Y poco después, Él comenzó a recorrer las ciudades y aldeas, proclamando y anunciando las buenas nuevas del reino de Dios; con Él iban los doce,

2 y también algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios,

3 y Juana, mujer de Chuza, mayordomo de Herodes, y Susana, y muchas otras que de sus bienes personales contribuían al sostenimiento de ellos.

Parábola del sembrador

4 Habiéndose congregado una gran multitud, y los que de varias ciudades acudían a Él, les habló por parábola:

5 El sembrador salió a sembrar su semilla; y al sembrarla, una parte cayó junto al camino, y fue pisoteada y las aves del cielo se la comieron.

6 Otra parte cayó sobre la roca, y tan pronto como creció, se secó, porque no tenía humedad.

7 Otra parte cayó en medio de los espinos; y los espinos, al crecer con ella, la ahogaron.

8 Y otra parte cayó en tierra buena, y creció y produjo una cosecha a ciento por uno. Y al hablar estas cosas, Jesús exclamaba: El que tiene oídos para oír, que oiga.

Explicación de la parábola

9 Sus discípulos le preguntaban qué quería decir esta parábola,

10 y Él dijo: A vosotros se os ha concedido conocer los misterios del reino de Dios, pero a los demás les hablo en parábolas, para que viendo, no vean; y oyendo, no entiendan.

11 La parábola es esta: la semilla es la palabra de Dios.

12 Y aquellos a lo largo del camino son los que han oído, pero después viene el diablo y arrebata la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven.

13 Y aquellos sobre la roca son los que, cuando oyen, reciben la palabra con gozo; pero estos no tienen raíz profunda; creen por algún tiempo, y en el momento de la tentación sucumben.

14 Y la semilla que cayó entre los espinos, estos son los que han oído, y al continuar su camino son ahogados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, y su fruto no madura.

15 Pero la semilla en la tierra buena, estos son los que han oído la palabra con corazón recto y bueno, y la retienen, y dan fruto con su perseverancia.

16 Nadie enciende una lámpara y la cubre con una vasija, o la pone debajo de una cama, sino que la pone sobre un candelero para que los que entren vean la luz.

17 Pues no hay nada oculto que no haya de ser manifiesto, ni secreto que no haya de ser conocido y salga a la luz.

18 Por tanto, tened cuidado de cómo oís; porque al que tiene, más le será dado; y al que no tiene, aun lo que cree que tiene se le quitará.

La madre y los hermanos de Jesús

19 Entonces su madre y sus hermanos llegaron a donde Él estaba, pero no podían acercarse a Él debido al gentío.

20 Y le avisaron: Tu madre y tus hermanos están afuera y quieren verte.

21 Pero respondiendo Él, les dijo: Mi madre y mis hermanos son estos que oyen la palabra de Dios y la hacen.

Jesús calma la tempestad

22 Y uno de aquellos días, entró en una barca con sus discípulos, y les dijo: Pasemos al otro lado del lago. Y se hicieron a la mar.

23 Pero mientras ellos navegaban, Él se durmió; y una violenta tempestad descendió sobre el lago, y comenzaron a anegarse y corrían peligro.

24 Y llegándose a Él, le despertaron, diciendo: ¡Maestro, Maestro, que perecemos! Y Él, levantándose, reprendió al viento y a las olas embravecidas, y cesaron y sobrevino la calma.

25 Y Él les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Pero ellos estaban atemorizados y asombrados, diciéndose unos a otros: ¿Quién, pues, es este que aun a los vientos y al agua manda y le obedecen?

El endemoniado gadareno

26 Navegaron hacia la tierra de los gadarenos que está al lado opuesto de Galilea;

27 y cuando Él bajó a tierra, le salió al encuentro un hombre de la ciudad poseído por demonios, y que por mucho tiempo no se había puesto ropa alguna, ni vivía en una casa, sino en los sepulcros.

28 Al ver a Jesús, gritó y cayó delante de Él, y dijo en alta voz: ¿Qué tengo yo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no me atormentes.

29 Porque Él mandaba al espíritu inmundo que saliera del hombre, pues muchas veces se había apoderado de él, y estaba atado con cadenas y grillos y bajo guardia; a pesar de todo rompía las ataduras y era impelido por el demonio a los desiertos.

30 Entonces Jesús le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y él dijo: Legión; porque muchos demonios habían entrado en él.

31 Y le rogaban que no les ordenara irse al abismo.

32 Y había una piara de muchos cerdos paciendo allí en el monte; y los demonios le rogaron que les permitiera entrar en los cerdos. Y Él les dio permiso.

33 Los demonios salieron del hombre y entraron en los cerdos; y la piara se precipitó por el despeñadero al lago, y se ahogaron.

34 Y cuando los que los cuidaban vieron lo que había sucedido, huyeron y lo contaron en la ciudad y por los campos.

35 Salió entonces la gente a ver qué había sucedido; y vinieron a Jesús, y encontraron al hombre de quien habían salido los demonios, sentado a los pies de Jesús, vestido y en su cabal juicio, y se llenaron de temor.

36 Y los que lo habían visto, les contaron cómo el que estaba endemoniado había sido sanado.

37 Entonces toda la gente de la región alrededor de los gadarenos le pidió a Jesús que se alejara de ellos, porque estaban poseídos de un gran temor. Y Él entrando a una barca, regresó.

38 Pero el hombre de quien habían salido los demonios le rogaba que le permitiera acompañarle; mas Él lo despidió, diciendo:

39 Vuelve a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas Dios ha hecho por ti. Y él se fue, proclamando por toda la ciudad cuán grandes cosas Jesús había hecho por él.

Jairo ruega por su hija

40 Cuando Jesús volvió, la multitud le recibió con gozo, porque todos le habían estado esperando.

41 Y he aquí, llegó un hombre llamado Jairo, que era un oficial de la sinagoga; y cayendo a los pies de Jesús le rogaba que entrara a su casa;

42 porque tenía una hija única, como de doce años, que estaba al borde de la muerte. Pero mientras Él iba, la muchedumbre le apretaba.

Jesús sana a una mujer

43 Y una mujer que había tenido un flujo de sangre por doce años y que había gastado en médicos todo cuanto tenía y no podía ser curada por nadie,

44 se acercó a Jesús por detrás y tocó el borde de su manto, y al instante cesó el flujo de su sangre.

45 Y Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Mientras todos lo negaban, Pedro dijo, y los que con él estaban: Maestro, las multitudes te aprietan y te oprimen.

46 Pero Jesús dijo: Alguien me tocó, porque me di cuenta que de mí había salido poder.

47 Al ver la mujer que ella no había pasado inadvertida, se acercó temblando, y cayendo delante de Él, declaró en presencia de todo el pueblo la razón por la cual le había tocado, y cómo al instante había sido sanada.

48 Y Él le dijo: Hija, tu fe te ha sanado; vete en paz.

Jesús resucita a la hija de Jairo

49 Mientras estaba todavía hablando, vino* alguien de la casa del oficial de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto; no molestes más al Maestro.

50 Pero cuando Jesús lo oyó, le respondió: No temas; cree solamente, y ella será sanada.

51 Y cuando Él llegó a la casa, no permitió que nadie entrara con Él sino solo Pedro, Juan y Jacobo, y el padre y la madre de la muchacha.

52 Todos la lloraban y se lamentaban; pero Él dijo: No lloréis, porque no ha muerto, sino que duerme.

53 Y se burlaban de Él, sabiendo que ella había muerto.

54 Pero Él, tomándola de la mano, clamó, diciendo: ¡Niña, levántate!

55 Entonces le volvió su espíritu, y se levantó al instante, y Él mandó que le dieran de comer.

56 Y sus padres estaban asombrados; pero Él les encargó que no dijeran a nadie lo que había sucedido.

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Lucas 8

Lucas 8 - Introducción

El ministerio de Cristo. (1-3) La parábola del sembrador. (4-21) Cristo calma la tempestad y expulsa a los demonios. (22-40) la hija de Jairo restaurada a la vida. (41-56)

Lucas 8:1-3

1-3 Aquí se nos dice lo que Cristo hizo, el trabajo constante de su vida, fue la enseñanza del evangelio. Las noticias del reino de Dios son buenas noticias, y es lo que Cristo vino a traer. Ciertas mujeres le asistían y le ministraban de sus bienes. Ello demostraba la condición humilde a la que se había sometido el Salvador, el hecho de que necesitara su bondad, y su gran humildad, el hecho de que la aceptara. Aunque era rico, se hizo pobre por nosotros.

Lucas 8:4-21

4-21 En la parábola del sembrador y en su aplicación hay muchas reglas y precauciones muy necesarias y excelentes para escuchar la palabra. Dichosos nosotros, y siempre en deuda con la libre gracia, si lo mismo que es una parábola para otros, con la que sólo se divierten, es una verdad clara para nosotros, por la que somos enseñados y gobernados. Debemos prestar atención a las cosas que impiden que nos beneficiemos de la palabra que oímos; prestar atención para que no oigamos descuidada y ligeramente, para que no abriguemos prejuicios contra la palabra que oímos; y prestar atención a nuestros espíritus después de haber oído la palabra, para que no perdamos lo que hemos ganado. Los dones que tenemos, nos serán continuados o no, según los usemos para la gloria de Dios, y el bien de nuestros hermanos. Tampoco basta con no sostener la verdad en la injusticia; debemos desear sostener la palabra de vida, y brillar, dando luz a todos los que nos rodean. Se da un gran estímulo a los que demuestran ser oidores fieles de la palabra, siendo hacedores de la obra. Cristo los considera sus parientes.

Lucas 8:22-40

22-40 Aquellos que se hacen a la mar en la calma, incluso con la palabra de Cristo, deben prepararse para una tormenta, y para un gran peligro en esa tormenta. No hay alivio para las almas bajo un sentimiento de culpa, y el temor de la ira, pero para ir a Cristo, y llamarlo Maestro, y decir, estoy deshecho, si no me ayudas. Cuando nuestros peligros han pasado, nos corresponde asumir la vergüenza de nuestros propios temores, y dar a Cristo la gloria de nuestra liberación. Podemos aprender mucho de esta historia sobre el mundo de los espíritus infernales y malignos, que aunque no actúan ahora exactamente de la misma manera que entonces, todos deben protegerse cuidadosamente en todo momento. Y estos espíritus malignos son muy numerosos. Son enemigos del hombre y de todas sus comodidades. Los que están bajo el gobierno de Cristo son conducidos dulcemente con las bandas del amor; los que están bajo el gobierno del diablo son conducidos furiosamente. ¡Oh, qué consuelo es para el creyente, que todos los poderes de las tinieblas están bajo el control del Señor Jesús! Es un milagro de misericordia, si aquellos que Satanás posee, no son llevados a la destrucción y a la ruina eterna. Cristo no se quedará con los que lo desprecian; tal vez ya no regrese a ellos, mientras otros lo esperan y se alegran de recibirlo.

Lucas 8:41-56

41-56 No nos quejemos de una multitud, una muchedumbre y una prisa, siempre que estemos en el camino de nuestro deber y hagamos el bien; pero de lo contrario todo hombre sabio se mantendrá fuera de él tanto como pueda. Y mucha alma pobre es sanada, ayudada y salvada por Cristo, que está escondida en una multitud, y nadie se da cuenta. Esta mujer vino temblando, pero su fe la salvó. Puede haber temblor, donde todavía hay fe salvadora. Observe las palabras cómodas de Cristo a Jairo: No temas, solo cree, y tu hija se sanará. No menos difícil fue no llorar por la pérdida de un hijo único, que no temer la continuación de ese dolor. Pero en la fe perfecta no hay miedo; cuanto más tememos, menos creemos. La mano de la gracia de Cristo va con las llamadas de su palabra, para hacerlas efectivas. Cristo ordenó darle su carne. Como bebés recién nacidos, los recién nacidos del pecado desean alimento espiritual, para que puedan crecer de ese modo.


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La Biblia de las América

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Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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