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Lucas 21 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Lucas 21

La ofrenda de la viuda

1 Levantando Jesús la vista, vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca del tesoro.

2 Y vio también a una viuda pobre que echaba allí dos pequeñas monedas de cobre;

3 y dijo: En verdad os digo, que esta viuda tan pobre echó más que todos ellos;

4 porque todos ellos echaron en la ofrenda de lo que les sobraba, pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía para vivir.

Profecía sobre la destrucción del templo

5 Y mientras algunos estaban hablando del templo, de cómo estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo:

6 En cuanto a estas cosas que estáis mirando, vendrán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada.

7 Y le preguntaron, diciendo: Maestro, ¿cuándo sucederá esto, y qué señal habrá cuando estas cosas vayan a suceder?

8 Y Él dijo: Mirad que no seáis engañados; porque muchos vendrán en mi nombre, diciendo: «Yo soy el Cristo», y: «El tiempo está cerca». No los sigáis.

9 Y cuando oigáis de guerras y disturbios, no os aterroricéis; porque estas cosas tienen que suceder primero, pero el fin no sucederá inmediatamente.

Señales y persecuciones

10 Entonces les dijo: Se levantará nación contra nación y reino contra reino;

11 habrá grandes terremotos, y plagas y hambres en diversos lugares; y habrá terrores y grandes señales del cielo.

12 Pero antes de todas estas cosas os echarán mano, y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles, llevándoos ante reyes y gobernadores por causa de mi nombre.

13 Esto os dará oportunidad de testificar.

14 Por tanto, proponed en vuestros corazones no preparar de antemano vuestra defensa;

15 porque yo os daré palabras y sabiduría que ninguno de vuestros adversarios podrá resistir ni refutar.

16 Pero seréis entregados aun por padres, hermanos, parientes y amigos; y matarán a algunos de vosotros,

17 y seréis odiados de todos por causa de mi nombre.

18 Sin embargo, ni un cabello de vuestra cabeza perecerá.

19 Con vuestra perseverancia ganaréis vuestras almas.

20 Pero cuando veáis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su desolación está cerca.

21 Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes, y los que estén en medio de la ciudad, aléjense; y los que estén en los campos, no entren en ella;

22 porque estos son días de venganza, para que se cumplan todas las cosas que están escritas.

23 ¡Ay de las que estén encinta y de las que estén criando en aquellos días! Porque habrá una gran calamidad sobre la tierra, e ira para este pueblo;

24 y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan.

La venida del Hijo del Hombre

25 Y habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y sobre la tierra, angustia entre las naciones, perplejas a causa del rugido del mar y de las olas,

26 desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las potencias de los cielos serán sacudidas.

27 Y entonces verán al Hijo del Hombre que viene en una nube con poder y gran gloria.

28 Cuando estas cosas empiecen a suceder, erguíos y levantad la cabeza, porque se acerca vuestra redención.

Parábola de la higuera

29 Y les refirió una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles.

30 Cuando ya brotan las hojas, al verlo, sabéis por vosotros mismos que el verano ya está cerca.

31 Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que el reino de Dios está cerca.

32 En verdad os digo que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda.

33 El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán.

Exhortación a velar

34 Estad alerta, no sea que vuestro corazón se cargue con disipación y embriaguez y con las preocupaciones de la vida, y aquel día venga súbitamente sobre vosotros como un lazo;

35 porque vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra.

36 Mas velad en todo tiempo, orando para que tengáis fuerza para escapar de todas estas cosas que están por suceder, y podáis estar en pie delante del Hijo del Hombre.

37 Durante el día enseñaba en el templo, pero al oscurecer salía y pasaba la noche en el monte llamado de los Olivos.

38 Y todo el pueblo madrugaba para ir al templo a escucharle.

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Lucas 21

Lucas 21 - Introducción

* Cristo elogia a una viuda pobre. (1-4) Su profecía. (5-28) Cristo exhorta a la vigilancia. (29-38)

Lucas 21:1-4

1-4 De la ofrenda de esta pobre viuda, aprende que lo que damos con razón para el alivio de los pobres, y el sostenimiento del culto de Dios, se da a Dios; y nuestro Salvador ve con agrado todo lo que tenemos en nuestro corazón para dar para el alivio de sus miembros, o para su servicio. Bendito Señor, los más pobres de tus siervos tienen dos blancas, tienen un alma y un cuerpo; persuádenos y permítenos ofrecerte ambos; ¡qué felices seremos si los aceptas!

Lucas 21:5-28

5-28 Con mucha curiosidad, los que estaban cerca de Cristo preguntaban sobre el tiempo en que debía producirse la gran desolación. Él responde con claridad y plenitud, en la medida necesaria para enseñarles su deber; porque todo conocimiento es deseable en la medida en que está en orden a la práctica. Aunque los juicios espirituales son los más comunes en los tiempos evangélicos, Dios se sirve también de los juicios temporales. Cristo les dice qué cosas duras deben sufrir por causa de su nombre, y les anima a soportar sus pruebas y a seguir adelante con su trabajo, a pesar de la oposición que encontrarán. Dios estará a vuestro lado, os apoyará y os ayudará. Esto se cumplió notablemente después del derramamiento del Espíritu, por el cual Cristo dio a sus discípulos sabiduría y palabra. Aunque seamos perdedores para Cristo, no seremos, no podemos ser perdedores por él, al final. Es nuestro deber e interés en todo momento, especialmente en tiempos peligrosos y difíciles, asegurar la seguridad de nuestras propias almas. Es por medio de la paciencia cristiana que mantenemos la posesión de nuestras propias almas, y mantenemos alejadas todas aquellas impresiones que nos harían perder el temple. Podemos considerar la profecía que tenemos ante nosotros como aquellas profecías del Antiguo Testamento que, junto con su gran objeto, abarcan o echan un vistazo a algún objeto más cercano de importancia para la iglesia. Habiendo dado una idea de los tiempos durante unos treinta y ocho años venideros, Cristo muestra en qué terminarían todas esas cosas, a saber, la destrucción de Jerusalén, y la dispersión total de la nación judía; lo cual sería un tipo y figura de la segunda venida de Cristo. Los judíos dispersos que nos rodean predican la verdad del cristianismo y demuestran que, aunque el cielo y la tierra pasen, las palabras de Jesús no pasarán. También nos recuerdan que debemos orar por aquellos tiempos en los que ni la Jerusalén real ni la espiritual serán ya pisoteadas por los gentiles, y en los que tanto los judíos como los gentiles se convertirán al Señor. Cuando Cristo vino a destruir a los judíos, vino a redimir a los cristianos que eran perseguidos y oprimidos por ellos; y entonces hizo descansar a las iglesias. Cuando venga a juzgar al mundo, redimirá a todos los que son suyos de sus problemas. Los juicios divinos cayeron de tal manera sobre los judíos, que su ciudad se pone como ejemplo ante nosotros, para mostrar que los pecados no quedarán impunes; y que los terrores del Señor, y sus amenazas contra los pecadores impenitentes, se cumplirán, así como su palabra fue cierta, y su ira grande sobre Jerusalén.

Lucas 21:29-38

29-38 Cristo dice a sus discípulos que observen los signos de los tiempos, por los que podrían juzgar. Les encarga que vean próxima la ruina de la nación judía. Sin embargo, esta raza y familia de Abraham no será desarraigada; sobrevivirá como nación, y será encontrada como se profetizó, cuando se revele el Hijo del Hombre. Les advierte que no deben ser seguros y sensuales. Este mandamiento se da a todos los discípulos de Cristo: Mirad por vosotros mismos, para que no seáis dominados por las tentaciones, ni traicionados por vuestras propias corrupciones. No podemos estar seguros, si estamos carnalmente seguros. Nuestro peligro es que el día de la muerte y del juicio venga sobre nosotros cuando no estemos preparados. No sea que, cuando seamos llamados a encontrarnos con nuestro Señor, eso sea lo más alejado de nuestros pensamientos, lo que debería estar más cerca de nuestros corazones. Porque así vendrá sobre la mayoría de los hombres, que habitan en la tierra, y piensan en las cosas terrenales solamente, y no tienen conversación con el cielo. Será un terror y una destrucción para ellos. Vean aquí cuál debe ser nuestro objetivo, para que se nos considere dignos de escapar de todas esas cosas; para que cuando los juicios de Dios se extiendan, no estemos en la calamidad común, o no sea para nosotros lo que es para otros. ¿Preguntáis cómo podéis ser hallados dignos de comparecer ante Cristo en aquel día? Los que nunca buscaron a Cristo, que vayan ahora a él; los que nunca fueron humillados por sus pecados, que comiencen ahora; los que ya han comenzado, que sigan adelante y se mantengan humillados. Velad, pues, y orad siempre. Velad contra el pecado; velad en todo deber, y aprovechad toda ocasión de hacer el bien. Orad siempre: serán tenidos por dignos de vivir una vida de alabanza en el otro mundo, los que vivan una vida de oración en este mundo. Que comencemos, empleemos y concluyamos cada día atendiendo a la palabra de Cristo, obedeciendo sus preceptos y siguiendo su ejemplo, para que siempre que venga nos encuentre velando.


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La Biblia de las América

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Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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