x

Biblia Todo Logo
idiomas
Bibliatodo Comentarios





«

Lucas 11 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

×

Lucas 11

Jesús enseña sobre la oración

1 Y aconteció que estando Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó también a sus discípulos.

2 Y Él les dijo: Cuando oréis, decid: «Padre, santificado sea tu nombre. Venga tu reino.

3 Danos hoy el pan nuestro de cada día.

4 Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación».

5 También les dijo: Supongamos que uno de vosotros tiene un amigo, y va a él a medianoche y le dice: «Amigo, préstame tres panes,

6 porque un amigo mío ha llegado de viaje a mi casa, y no tengo nada que ofrecerle»;

7 y aquel, respondiendo desde adentro, le dice: «No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados; no puedo levantarme para darte nada».

8 Os digo que aunque no se levante a darle algo por ser su amigo, no obstante, por su importunidad se levantará y le dará cuanto necesite.

9 Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.

10 Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.

11 O suponed que a uno de vosotros que es padre, su hijo le pide pan; ¿acaso le dará una piedra? O si le pide un pescado; ¿acaso le dará una serpiente en lugar del pescado?

12 O si le pide un huevo; ¿acaso le dará un escorpión?

13 Pues si vosotros siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?

Jesús y Beelzebú

14 Estaba Jesús echando fuera un demonio, que era mudo, y sucedió que cuando el demonio salió, el mudo habló; y las multitudes se maravillaron.

15 Pero algunos de ellos dijeron: Él echa fuera los demonios por Beelzebú, príncipe de los demonios.

16 Y otros, para ponerle a prueba, demandaban de Él una señal del cielo.

17 Pero conociendo Él sus pensamientos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo es asolado; y una casa dividida contra sí misma, se derrumba.

18 Y si también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo permanecerá en pie su reino? Porque vosotros decís que yo echo fuera demonios por Beelzebú.

19 Y si yo echo fuera demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan fuera vuestros hijos? Por consiguiente, ellos serán vuestros jueces.

20 Pero si yo por el dedo de Dios echo fuera los demonios, entonces el reino de Dios ha llegado a vosotros.

21 Cuando un hombre fuerte, bien armado, custodia su palacio, sus bienes están seguros.

22 Pero cuando uno más fuerte que él lo ataca y lo vence, le quita todas sus armas en las cuales había confiado y distribuye su botín.

23 El que no está conmigo, contra mí está; y el que conmigo no recoge, desparrama.

24 Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, pasa por lugares áridos buscando descanso; y al no hallarlo, dice: «Volveré a mi casa de donde salí».

25 Y cuando llega, la encuentra barrida y arreglada.

26 Entonces va y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrando, moran allí; y el estado final de aquel hombre resulta peor que el primero.

La verdadera dicha

27 Y sucedió que mientras decía estas cosas, una de las mujeres en la multitud alzó su voz y le dijo: ¡Dichosa la matriz que te concibió y los senos que te criaron!

28 Pero Él dijo: Al contrario, dichosos los que oyen la palabra de Dios y la guardan.

La gente demanda señal

29 Como la multitud se aglomeraba, comenzó a decir: Esta generación es una generación perversa; busca señal, y ninguna señal se le dará, sino la señal de Jonás.

30 Porque de la misma manera que Jonás vino a ser una señal para los ninivitas, así también lo será el Hijo del Hombre para esta generación.

31 La Reina del Sur se levantará en el juicio con los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino desde los confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón; y mirad, algo más grande que Salomón está aquí.

32 Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación y la condenarán, porque ellos se arrepintieron con la predicación de Jonás; y mirad, algo más grande que Jonás está aquí.

La lámpara del cuerpo

33 Nadie, cuando enciende una lámpara, la pone en un sótano ni debajo de un almud, sino sobre el candelero, para que los que entren vean la luz.

34 La lámpara de tu cuerpo es tu ojo; cuando tu ojo está sano, también todo tu cuerpo está lleno de luz; pero cuando está malo, también tu cuerpo está lleno de oscuridad.

35 Mira, pues, que la luz que en ti hay no sea oscuridad.

36 Así que, si todo tu cuerpo está lleno de luz, sin tener parte alguna en tinieblas, estará totalmente iluminado como cuando la lámpara te alumbra con sus rayos.

Jesús denuncia a los fariseos y a los intérpretes de la ley

37 Cuando terminó de hablar, un fariseo le rogó* que comiera con él; y Jesús entró y se sentó a la mesa.

38 Cuando el fariseo vio esto, se sorprendió de que Jesús no se hubiera lavado primero antes de comer, según el ritual judío.

39 Pero el Señor le dijo: Ahora bien, vosotros los fariseos limpiáis lo de afuera del vaso y del plato; pero por dentro estáis llenos de robo y de maldad.

40 Necios, el que hizo lo de afuera, ¿no hizo también lo de adentro?

41 Dad más bien lo que está dentro como obra de caridad, y entonces todo os será limpio.

42 Mas ¡ay de vosotros, fariseos!, porque pagáis el diezmo de la menta y la ruda y toda clase de hortaliza, y sin embargo pasáis por alto la justicia y el amor de Dios; pero esto es lo que debíais haber practicado sin descuidar lo otro.

43 ¡Ay de vosotros, fariseos!, porque amáis los primeros asientos en las sinagogas y los saludos respetuosos en las plazas.

44 ¡Ay de vosotros!, porque sois como sepulcros que no se ven, sobre los que andan los hombres sin saberlo.

45 Respondiendo uno de los intérpretes de la ley, le dijo*: Maestro, cuando dices esto, también a nosotros nos insultas.

46 Y Él dijo: ¡Ay también de vosotros, intérpretes de la ley!, porque cargáis a los hombres con cargas difíciles de llevar, y vosotros ni siquiera tocáis las cargas con uno de vuestros dedos.

47 ¡Ay de vosotros!, porque edificáis los sepulcros de los profetas, y fueron vuestros padres quienes los mataron.

48 De modo que sois testigos, y aprobáis las acciones de vuestros padres; porque ellos los mataron y vosotros edificáis sus sepulcros.

49 Por eso la sabiduría de Dios también dijo: «Les enviaré profetas y apóstoles, y de ellos, matarán a algunos y perseguirán a otros,

50 para que la sangre de todos los profetas, derramada desde la fundación del mundo, se le cargue a esta generación,

51 desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que pereció entre el altar y la casa de Dios; sí, os digo que le será cargada a esta generación».

52 ¡Ay de vosotros, intérpretes de la ley!, porque habéis quitado la llave del conocimiento; vosotros mismos no entrasteis, y a los que estaban entrando se lo impedisteis.

53 Cuando salió de allí, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarle en gran manera, y a interrogarle minuciosamente sobre muchas cosas,

54 tramando contra Él para atraparle en algo que dijera.

×

Lucas 11

Lucas 11 - Introducción

Los discípulos son enseñados a orar. (1-4) Cristo anima a ser sinceros en la oración. (5-13) Cristo expulsa a un demonio, La blasfemia de los fariseos. (14-26) La verdadera felicidad. (27,28) Cristo reprende a los judíos. (29-36) Reprende a los fariseos. (37-54)

Lucas 11:1-4

1-4 "Señor, enséñanos a orar", es una buena oración, y muy necesaria, porque Jesucristo solo puede enseñarnos, por su palabra y Espíritu, cómo orar. Señor, enséñame qué es orar; Señor, agítame y avívame al deber; Señor, guíame por qué orar; enséñame lo que debo decir. Cristo les enseñó una oración, lo mismo que había dado antes en su sermón sobre el monte. Hay algunas diferencias en las palabras de la oración del Señor en Mateo y en Lucas, pero no tienen importancia. En nuestras peticiones, tanto para los demás como para nosotros, vengamos a nuestro Padre celestial, confiando en su poder y bondad.

Lucas 11:5-13

5-13  Cristo anima a la fervorosidad y a la constancia en la oración. Debemos venir por lo que necesitamos, como hace un hombre con su vecino o amigo, que es amable con él. Debemos acudir por el pan; por lo que es necesario. Si Dios no responde a nuestras oraciones rápidamente, lo hará a su debido tiempo, si seguimos orando. Obsérvese por qué hay que orar; debemos pedir el Espíritu Santo, no sólo como necesario para que podamos orar bien, sino porque todas las bendiciones espirituales están incluidas en aquél. Porque por las influencias del Espíritu Santo somos llevados a conocer a Dios y a nosotros mismos, a arrepentirnos, a creer y a amar a Cristo, y así nos sentimos cómodos en este mundo, y nos preparamos para la felicidad en el otro. Todas estas bendiciones nuestro Padre celestial está más dispuesto a concederlas a todo el que las pide, que un padre indulgente a dar de comer a un niño hambriento. Y esta es la ventaja de la oración de fe, que aquieta y establece el corazón en Dios.

Lucas 11:14-26

14-26 El hecho de que Cristo expulsara a los demonios fue realmente la destrucción de su poder. El corazón de todo pecador inconverso es el palacio del diablo, donde mora y gobierna. Hay una especie de paz en el corazón de un alma inconversa, mientras el diablo, como un hombre fuerte y armado, lo mantiene. El pecador está seguro, no tiene ninguna duda acerca de la bondad de su estado, ni ningún temor del juicio que ha de venir. Pero observa el maravilloso cambio que se produce en la conversión. La conversión de un alma a Dios, es la victoria de Cristo sobre el diablo y su poder en esa alma, restaurando el alma a su libertad, y recuperando su propio interés en ella y su poder sobre ella. Todas las dotes de la mente del cuerpo se emplean ahora para Cristo. Esta es la condición de un hipócrita. La casa es barrida de los pecados comunes, por una confesión forzada, como la de Faraón; por una contrición fingida, como la de Acab; o por una reforma parcial, como la de Herodes. Se barre la casa, pero no se lava; no se santifica el corazón. Al barrer sólo se quita la suciedad suelta, mientras que el pecado que acosa al pecador, el pecado amado, no se toca. La casa se adorna con dones y gracias comunes. No está amueblada con ninguna gracia verdadera; es todo pintura y barniz, no real ni duradera. Nunca fue entregada a Cristo, ni habitada por el Espíritu. Cuidémonos de descansar en lo que un hombre puede tener y, sin embargo, estar desprovisto del cielo. Los espíritus malignos entran sin ninguna dificultad; son bienvenidos, y habitan allí; allí trabajan, allí gobiernan. De un estado tan espantoso, roguemos todos fervientemente para ser liberados.

Lucas 11:27-28

27,28 Mientras los escribas y fariseos despreciaban y blasfemaban los discursos de nuestro Señor Jesús, esta buena mujer los admiraba y la sabiduría y el poder con los que hablaba. Cristo llevó a la mujer a una consideración más alta. Aunque es un gran privilegio escuchar la palabra de Dios, sin embargo, solo aquellos son verdaderamente bendecidos, es decir, bendecidos por el Señor, que lo escuchan, lo guardan en la memoria y lo mantienen como su camino y gobierno.

Lucas 11:29-36

29-36 Cristo prometió que se daría una señal más, la señal del profeta Jonás, que en Mateo se explica como la resurrección de Cristo, y les advirtió que mejoraran esta señal. Pero aunque Cristo mismo fuera el predicador constante en cualquier congregación, y obtuviera milagros diariamente entre ellos, sin embargo, a menos que su gracia humillara sus corazones, no aprovecharían su palabra. No deseemos más pruebas y una enseñanza más completa de la que el Señor se complace en ofrecernos. Debemos orar sin cesar para que se abran nuestros corazones y entendimientos, a fin de aprovechar la luz que disfrutamos. Y sobre todo cuidemos de que la luz que hay en nosotros no sea tinieblas; porque si nuestros principios rectores son erróneos, nuestro juicio y nuestra práctica lo serán aún más.

Lucas 11:37-54

37-54 Todos debemos mirar a nuestros corazones, para que sean limpiados y creados de nuevo; y mientras atendemos a las grandes cosas de la ley y del evangelio, no debemos descuidar el más pequeño asunto que Dios ha señalado. Cuando alguno espere sacar algo de nuestra boca para provocarnos, danos, Señor, tu prudencia y tu paciencia, y desbarata sus malos propósitos. Danos tal mansedumbre y paciencia que podamos gloriarnos en los reproches, por amor a Cristo, y que tu Espíritu Santo descanse sobre nosotros.


»

La Biblia de las América

Copyright (c) 1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

Síguenos en:



Anuncios


¡Síguenos en WhatsApp! Síguenos