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Lamentaciones 4 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Lamentaciones 4

Sufrimientos a causa del sitio

1 ¡Cómo se ha ennegrecido el oro, cómo ha cambiado el oro puro! Esparcidas están las piedras sagradas por las esquinas de todas las calles.

2 Los hijos preciados de Sión, que valían su peso en oro puro, ¡cómo son tenidos por vasijas de barro, obra de manos de alfarero!

3 Aun los chacales dan las ubres, dan de mamar a sus crías; pero la hija de mi pueblo se ha vuelto cruel como los avestruces en el desierto.

4 La lengua del niño de pecho se le pega al paladar por la sed; los pequeños piden pan, pero no hay quien lo reparta.

5 Los que comían manjares andan desolados por las calles; los que se criaron entre púrpura abrazan estercoleros.

6 La iniquidad de la hija de mi pueblo es mayor que el pecado de Sodoma, que fue derribada en un instante sin que manos actuaran contra ella.

7 Sus consagrados eran más puros que la nieve, más blancos que la leche, más rojizos de cuerpo que los corales, como el zafiro su apariencia.

8 Más negro que el hollín es su aspecto, no se les reconoce por las calles; se ha pegado su piel a sus huesos, se ha marchitado, se ha vuelto como madera.

9 Más dichosos son los que mueren a espada que los que mueren de hambre, que se consumen, extenuados, por falta de los frutos de los campos.

10 Las manos de mujeres compasivas cocieron a sus propios hijos, que les sirvieron de comida a causa de la destrucción de la hija de mi pueblo.

11 El Señor ha cumplido su furor, ha derramado su ardiente ira; y ha encendido un fuego en Sión que ha consumido sus cimientos.

12 No creyeron los reyes de la tierra, ni ninguno de los habitantes del mundo, que pudieran entrar el adversario y el enemigo por las puertas de Jerusalén.

13 A causa de los pecados de sus profetas y de las iniquidades de sus sacerdotes, quienes derramaron en medio de ella la sangre de los justos,

14 vagaron ciegos por las calles, manchados de sangre, sin que nadie pudiera tocar sus vestidos.

15 ¡Apartaos! ¡Inmundos! gritaban de sí mismos. ¡Apartaos, apartaos, no toquéis! Así que huyeron y vagaron; entre las naciones se decía: No seguirán residiendo entre nosotros.

16 La presencia del Señor los dispersó, no volverá a mirarlos. No honraron a los sacerdotes, ni tuvieron piedad de los ancianos.

17 Aun nuestros ojos desfallecían, buscar ayuda fue inútil. En nuestro velar hemos aguardado a una nación incapaz de salvar.

18 Ponían trampas a nuestros pasos para que no anduviéramos por nuestras calles. Se acercó nuestro fin, se cumplieron nuestros días, porque había llegado nuestro fin.

19 Nuestros perseguidores eran más veloces que las águilas del cielo; por los montes nos persiguieron, en el desierto nos tendieron emboscadas.

20 El aliento de nuestras vidas, el ungido del Señor, fue atrapado en sus fosos, aquel de quien habíamos dicho: A su sombra viviremos entre las naciones.

21 Regocíjate y alégrate, hija de Edom, la que habitas en la tierra de Uz; también a ti pasará la copa, te embriagarás y te desnudarás.

22 Se ha completado el castigo de tu iniquidad, hija de Sión: no volverá Él a desterrarte; mas castigará tu iniquidad, hija de Edom; pondrá al descubierto tus pecados.

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Lamentaciones 4

Lamentaciones 4 - Introducción

* El estado deplorable de la nación se contrasta con su antigua prosperidad.

Lamentaciones 4:1-12

1-12 ¡Qué cambio hay aquí! El pecado empaña la belleza de los poderes más exaltados y los dones más excelentes; pero ese oro, probado en el fuego, que Cristo otorga, nunca nos será quitado; su apariencia externa puede verse atenuada, pero su valor real nunca se puede cambiar. Los horrores del asedio y la destrucción de Jerusalén se describen nuevamente. Al contemplar las tristes consecuencias del pecado en la iglesia de antaño, consideremos seriamente cuáles son las mismas causas que pueden derribar la iglesia ahora. Pero, Señor, aunque nos hemos alejado de ti en rebelión, nos volvemos hacia nosotros y volvemos nuestros corazones hacia ti, para que podamos temer tu nombre. Ven a nosotros, bendícenos con el despertar, la conversión, la renovación, la gracia confirmadora.

Lamentaciones 4:13-20

13-20 Nada madura más a un pueblo para la ruina, ni llena la medida más rápido, que los pecados de sacerdotes y profetas. El rey mismo no puede escapar, porque la venganza divina lo persigue. Nuestro Rey ungido solo es la vida de nuestras almas; podemos vivir a salvo bajo su sombra y regocijarnos en Él en medio de nuestros enemigos, porque Él es el Dios verdadero y la vida eterna.

Lamentaciones 4:21-22

21,22 Aquí se predice que se debe poner fin a los problemas de Sión. No se merecía la plenitud del castigo, sino lo que Dios ha determinado infligir. Se pondrá fin a los triunfos de Edom. Todos los problemas de la iglesia y del creyente se cumplirán pronto. Y se acerca la ruina de sus enemigos. El Señor sacará a la luz sus pecados, y se acostarán en dolor eterno. Edom aquí representa a todos los enemigos de la iglesia. Y la corrupción y el pecado de Israel, que el profeta ha demostrado ser universal, justifica los juicios del Señor. Muestra la necesidad de esa gracia en Cristo Jesús, que el pecado y la corrupción de toda la humanidad hacen tan necesaria.


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La Biblia de las América

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Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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