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Jueces 7 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Jueces 7

El ejército de Gedeón reducido

1 Entonces se levantó temprano Jerobaal, es decir Gedeón, y todo el pueblo que estaba con él, y acamparon junto a la fuente de Harod; y el campamento de Madián estaba al norte de ellos, cerca de la colina de More, en el valle.

2 Y el Señor dijo a Gedeón: El pueblo que está contigo es demasiado numeroso para que yo entregue a Madián en sus manos; no sea que Israel se vuelva orgulloso, diciendo: «Mi propia fortaleza me ha librado».

3 Ahora pues, proclama a oídos del pueblo, diciendo: «Cualquiera que tenga miedo y tiemble, que regrese y parta del monte Galaad». Y veintidós mil personas regresaron, pero quedaron diez mil.

4 Y el Señor dijo a Gedeón: Todavía el pueblo es demasiado numeroso; hazlos bajar al agua y allí te los probaré. Y será que de quien yo te diga: «Este irá contigo», ese irá contigo; pero todo aquel de quien yo te diga: «Este no irá contigo», ese no irá.

5 E hizo bajar el pueblo al agua. Y el Señor dijo a Gedeón: Pondrás a un lado a todo aquel que lamiere el agua con su lengua, como lame el perro, y a todo el que se arrodille para beber.

6 Y fue el número de los que lamieron, poniendo la mano a su boca, trescientos hombres; pero todo el resto del pueblo se arrodilló para beber.

7 Entonces el Señor dijo a Gedeón: Os salvaré con los trescientos hombres que lamieron el agua y entregaré a los madianitas en tus manos. Que todos los demás del pueblo se vayan, cada uno a su casa.

8 Y los trescientos hombres tomaron en sus manos las provisiones del pueblo y sus trompetas. Y Gedeón envió a todos los demás hombres de Israel, cada uno a su tienda, pero retuvo a los trescientos hombres. El campamento de Madián le quedaba abajo en el valle.

9 Y aconteció que aquella misma noche, el Señor le dijo a Gedeón: Levántate, desciende contra el campamento porque lo he entregado en tus manos.

10 Pero si tienes temor de descender, baja al campamento con tu criado Fura,

11 y oirás lo que dicen. Entonces tus manos serán fortalecidas para descender contra el campamento. Y descendió con su criado Fura hasta los puestos avanzados del ejército que estaban en el campamento.

12 Y los madianitas, los amalecitas y todos los hijos del oriente estaban tendidos en el valle, numerosos como langostas; y sus camellos eran muchos, innumerables, como la arena que está a la orilla del mar.

13 Cuando llegó Gedeón, he aquí que un hombre estaba contando un sueño a su amigo, y decía: He aquí, tuve un sueño; un pan de cebada iba rodando hasta el campamento de Madián, y llegó hasta la tienda y la golpeó de manera que cayó, y la volcó de arriba abajo y la tienda quedó extendida.

14 Respondió su amigo, y dijo: Esto no es otra cosa que la espada de Gedeón, hijo de Joás, varón de Israel; Dios ha entregado en su mano a Madián y a todo el campamento.

15 Cuando Gedeón oyó el relato del sueño y su interpretación, se inclinó y adoró. Volvió al campamento de Israel, y dijo: Levantaos, porque el Señor ha entregado en vuestras manos el campamento de Madián.

16 Y dividió los trescientos hombres en tres compañías, y puso trompetas y cántaros vacíos en las manos de todos ellos, con antorchas dentro de los cántaros.

17 Y les dijo: Miradme, y haced lo mismo que yo. Y he aquí, cuando yo llegue a las afueras del campamento, como yo haga, así haréis vosotros.

18 Cuando yo y todos los que estén conmigo toquemos la trompeta, entonces también vosotros tocaréis las trompetas alrededor de todo el campamento, y decid: «Por el Señor y por Gedeón».

Confusión y derrota de los madianitas

19 Y llegó Gedeón con los cien hombres que estaban con él a las afueras del campamento, al principio de la guardia de medianoche, cuando apenas habían apostado la guardia; tocaron las trompetas y rompieron los cántaros que tenían en las manos.

20 Cuando las tres compañías tocaron las trompetas, rompieron los cántaros, y sosteniendo las antorchas en la mano izquierda y las trompetas en la mano derecha para tocarlas, gritaron: ¡La espada del Señor y de Gedeón!

21 Cada uno se mantuvo en su lugar alrededor del campamento; y todo el ejército echó a correr gritando mientras huían.

22 Cuando tocaron las trescientas trompetas, el Señor puso la espada del uno contra el otro por todo el campamento; y el ejército huyó hasta Bet-sita, en dirección de Zerera, hasta la orilla de Abel-mehola, junto a Tabat.

23 Y los hombres de Israel se reunieron, de Neftalí, de Aser y de todo Manasés, y persiguieron a los madianitas.

24 Y Gedeón envió mensajeros por toda la región montañosa de Efraín, diciendo: Descended contra Madián y tomad antes que ellos los vados, hasta Bet-bara y el Jordán. Y todos los hombres de Efraín se reunieron y tomaron los vados hasta Bet-bara y el Jordán.

25 Y capturaron a los dos jefes de Madián, Oreb y Zeeb; mataron a Oreb en la peña de Oreb y mataron a Zeeb en el lagar de Zeeb, cuando perseguían a Madián. Y trajeron a Gedeón las cabezas de Oreb y Zeeb del otro lado del Jordán.

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Jueces 7

Jueces 7 - Introducción

* Ejército de Gedeón reducido. (1-8) se anima a Gedeón. (9-15) La derrota de los madianitas. (16-22) Los efraimitas toman Oreb y Zeeb. (23-25) # 1-8. Dios establece que la alabanza de la victoria puede ser totalmente para él, al designar a solo trescientos hombres para ser empleados. La actividad y la prudencia dependen de la ayuda de Dios para nuestras empresas legales. Cuando el Señor ve que los hombres lo pasarían por alto y, por incredulidad, se alejarían de los servicios peligrosos, o que por orgullo se jactarían de él, los apartará y hará su trabajo con otros instrumentos. Muchos encontrarán pretensiones para abandonar la causa y escapar de la cruz. Pero aunque una sociedad religiosa puede reducir su número, sin embargo, ganará en pureza y puede esperar una mayor bendición del Señor. Dios elige emplear a aquellos que no solo están bien afectados, sino que se ven celosamente afectados en algo bueno. No guardaron rencor por la libertad de los otros que fueron despedidos. Al hacer los deberes requeridos por Dios, no debemos considerar el avance o el atraso de los demás, ni lo que hacen, sino lo que Dios busca en nuestras manos. Es una persona rara que puede soportar que otros lo superen en regalos o bendiciones, o en libertad; para que podamos decir, es por la gracia especial de Dios que consideramos lo que Dios nos dice, y no miramos a los hombres lo que hacen.

Jueces 7:9-15

9-15 El sueño parecía tener poco significado en él; pero la interpretación evidentemente probó que todo era del Señor, y descubrió que el nombre de Gedeón había llenado de terror a los madianitas. Gedeón tomó esto como una promesa segura de éxito; sin demora adoró y alabó a Dios, y regresó con confianza a sus trescientos hombres. Dondequiera que estemos, podemos hablar con Dios y adorarlo. Dios debe tener la alabanza de lo que alienta nuestra fe. Y su providencia debe ser reconocida en los eventos, aunque pequeña y aparentemente accidental.

Jueces 7:16-22

16-22 Este método de derrotar a los madianitas puede ser aludido, como ejemplificando la destrucción del reino del diablo en el mundo, mediante la predicación del evangelio eterno, el sonido de la trompeta y la presentación de esa luz fuera de los vasos de tierra, porque tales son los ministros del evangelio, 2 Corintios 4:6; 2 Corintios 4:7. Dios eligió las cosas tontas del mundo para confundir a los sabios, una torta de cebada para derrocar las tiendas de Madián, para que la excelencia del poder sea solo de Dios. El evangelio es una espada, no en la mano, sino en la boca: la espada del Señor y de Gedeón; de Dios y Jesucristo, del que se sienta en el trono y el Cordero. Los malvados a menudo son llevados a vengar la causa de Dios unos sobre otros, bajo el poder de sus delirios y la furia de sus pasiones. Vea también cómo Dios a menudo hace que los enemigos de los instrumentos de la iglesia se destruyan unos a otros; Es una pena que los amigos de la iglesia actúen como ellos.

Jueces 7:23-25

23-25 ​​Dos jefes principales del ejército de Madián fueron tomados y asesinados por los hombres de Efraín. Era de desear que todos hiciéramos lo que hicimos, y que donde se necesita ayuda, otra persona lo hiciera voluntaria y fácilmente. Y que si se comenzara algún asunto excelente y rentable, estaríamos dispuestos a tener compañeros de trabajo para terminar y perfeccionar el mismo, y no, tan a menudo, obstaculizarnos mutuamente.


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La Biblia de las América

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Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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