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Hechos 10 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Hechos 10

La visión de Cornelio

1 Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión de la cohorte llamada la Italiana,

2 piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, que daba muchas limosnas al pueblo judío y oraba a Dios continuamente.

3 Como a la hora novena del día, vio claramente en una visión a un ángel de Dios que entraba a donde él estaba y le decía: Cornelio.

4 Mirándolo fijamente y atemorizado, Cornelio dijo: ¿Qué quieres, Señor? Y él le dijo: Tus oraciones y limosnas han ascendido como memorial delante de Dios.

5 Despacha ahora algunos hombres a Jope, y manda traer a un hombre llamado Simón, que también se llama Pedro.

6 Este se hospeda con un curtidor llamado Simón, cuya casa está junto al mar.

7 Y después que el ángel que le hablaba se había ido, Cornelio llamó a dos de los criados y a un soldado piadoso de los que constantemente le servían,

8 y después de explicarles todo, los envió a Jope.

La visión de Pedro

9 Al día siguiente, mientras ellos iban por el camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea a orar como a la hora sexta.

10 Tuvo hambre y deseaba comer; pero mientras le preparaban algo de comer, le sobrevino un éxtasis;

11 y vio* el cielo abierto y un objeto semejante a un gran lienzo que descendía, bajado a la tierra por las cuatro puntas;

12 había en él toda clase de cuadrúpedos y reptiles de la tierra, y aves del cielo.

13 Y oyó una voz: Levántate, Pedro, mata y come.

14 Mas Pedro dijo: De ninguna manera, Señor, porque yo jamás he comido nada impuro o inmundo.

15 De nuevo, por segunda vez, llegó a él una voz: Lo que Dios ha limpiado, no lo llames tú impuro.

16 Y esto sucedió tres veces, e inmediatamente el lienzo fue recogido al cielo.

Los mensajeros de Cornelio

17 Mientras Pedro estaba perplejo pensando en lo que significaría la visión que había visto, he aquí, los hombres que habían sido enviados por Cornelio, después de haber preguntado por la casa de Simón, aparecieron a la puerta;

18 y llamando, preguntaron si allí se hospedaba Simón, el que también se llamaba Pedro.

19 Y mientras Pedro meditaba sobre la visión, el Espíritu le dijo: Mira, tres hombres te buscan.

20 Levántate, pues, desciende y no dudes en acompañarlos, porque yo los he enviado.

21 Pedro descendió a donde estaban los hombres, y les dijo: He aquí, yo soy el que buscáis; ¿cuál es la causa por la que habéis venido?

22 Y ellos dijeron: A Cornelio el centurión, un hombre justo y temeroso de Dios, y que es muy estimado por toda la nación de los judíos, le fue ordenado por un santo ángel que te hiciera venir a su casa para oír tus palabras.

23 Entonces los invitó a entrar y los hospedó. Al día siguiente se levantó y fue con ellos, y algunos de los hermanos de Jope lo acompañaron.

Pedro en casa de Cornelio

24 Al otro día entró en Cesarea. Cornelio los estaba esperando y había reunido a sus parientes y amigos íntimos.

25 Y sucedió que cuando Pedro iba a entrar, Cornelio salió a recibirlo, y postrándose a sus pies, lo adoró.

26 Mas Pedro lo levantó, diciendo: Ponte de pie; yo también soy hombre.

27 Y conversando con él, entró y halló* mucha gente reunida.

28 Y les dijo: Vosotros sabéis cuán ilícito es para un judío asociarse con un extranjero o visitarlo, pero Dios me ha mostrado que a ningún hombre debo llamar impuro o inmundo;

29 por eso, cuando fui llamado, vine sin poner ninguna objeción. Pregunto, pues, ¿por qué causa me habéis enviado a llamar?

30 Y Cornelio dijo: A esta misma hora, hace cuatro días, estaba yo orando en mi casa a la hora novena; y he aquí, un hombre con vestiduras resplandecientes, se puso delante de mí,

31 y dijo*: «Cornelio, tu oración ha sido oída, y tus obras de caridad han sido recordadas delante de Dios.

32 Envía, pues, a Jope, y haz llamar a Simón, que también se llama Pedro; él está hospedado en casa de Simón el curtidor, junto al mar».

33 Por tanto, envié por ti al instante, y has hecho bien en venir. Ahora, pues, todos nosotros estamos aquí presentes delante de Dios, para oír todo lo que el Señor te ha mandado.

34 Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: Ciertamente ahora entiendo que Dios no hace acepción de personas,

35 sino que en toda nación el que le teme y hace lo justo, le es acepto.

36 El mensaje que Él envió a los hijos de Israel, predicando paz por medio de Jesucristo, que Él es Señor de todos;

37 vosotros mismos sabéis lo que ocurrió en toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que Juan predicó.

38 Vosotros sabéis cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo y con poder, el cual anduvo haciendo bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con Él.

39 Y nosotros somos testigos de todas las cosas que hizo en la tierra de los judíos y en Jerusalén. Y también le dieron muerte, colgándole en una cruz.

40 A este Dios le resucitó al tercer día e hizo que se manifestara,

41 no a todo el pueblo, sino a los testigos que fueron escogidos de antemano por Dios, es decir, a nosotros que comimos y bebimos con Él después que resucitó de los muertos.

42 Y nos mandó predicar al pueblo, y testificar con toda solemnidad que este Jesús es el que Dios ha designado como Juez de los vivos y de los muertos.

43 De este dan testimonio todos los profetas, de que por su nombre, todo el que cree en Él recibe el perdón de los pecados.

Los gentiles reciben el Espíritu Santo

44 Mientras Pedro aún hablaba estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que escuchaban el mensaje.

45 Y todos los creyentes que eran de la circuncisión, que habían venido con Pedro, se quedaron asombrados, porque el don del Espíritu Santo había sido derramado también sobre los gentiles,

46 pues les oían hablar en lenguas y exaltar a Dios. Entonces Pedro dijo:

47 ¿Puede acaso alguien negar el agua para que sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo lo mismo que nosotros?

48 Y mandó que fueran bautizados en el nombre de Jesucristo. Entonces le pidieron que se quedara con ellos unos días.

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Hechos 10

Hechos 10 - Introducción

Cornelio  envía a buscar a Pedro. (1-8) La visión de Pedro. (9-18) Va a Cornelio. (19-33) Su discurso a Cornelio. (34-43) Los dones del Espíritu Santo derramados. (44-48)

Hechos 10:1-8

1-8 Hasta ahora nadie había sido bautizado en la iglesia cristiana, sino los judíos, los samaritanos y los conversos que se habían circuncidado y observado la ley ceremonial; pero ahora los gentiles iban a ser llamados a participar de todos los privilegios del pueblo de Dios, sin convertirse primero en judíos. La religión pura y sin mácula se encuentra a veces donde menos lo esperamos. Dondequiera que el temor de Dios gobierne en el corazón, aparecerá tanto en las obras de caridad como en las de piedad, ninguna de las cuales excusa de la otra. Sin duda, Cornelio tenía verdadera fe en la palabra de Dios, en la medida en que la entendía, aunque todavía no una fe clara en Cristo. Esto fue obra del Espíritu de Dios, por la mediación de Jesús, aun antes de que Cornelio lo conociera, como sucede con todos nosotros cuando, que antes estábamos muertos en el pecado, somos vivificados. Por medio de Cristo también fueron aceptadas sus oraciones y limosnas, que de otro modo habrían sido rechazadas. Sin disputa ni demora, Cornelio obedeció la visión celestial. En los asuntos de nuestras almas, no perdamos tiempo.

Hechos 10:9-18

9-18 Los prejuicios de Pedro contra los gentiles le habrían impedido ir a Cornelio, a menos que el Señor lo hubiera preparado para este servicio. Decirle a un judío que Dios había ordenado que se consideraran limpios los animales que hasta entonces se consideraban inmundos, era en efecto decir que la ley de Moisés había desaparecido. Pedro pronto se dio cuenta del significado de esto. Dios sabe qué servicios tenemos ante nosotros, y cómo prepararnos; y nosotros conocemos el significado de lo que nos ha enseñado, cuando encontramos la ocasión de utilizarlo.

Hechos 10:19-33

19-33 Cuando veamos claro nuestro llamado a cualquier servicio, no debemos estar perplejos con dudas y escrúpulos que surjan de prejuicios o ideas anteriores. Cornelio había convocado a sus amigos para que participaran con él de la sabiduría celestial que esperaba de Pedro. No debemos desear comer solos nuestros bocados espirituales. Se debe dar y tomar como bondad y respeto a nuestros parientes y amigos, invitarlos a unirse a nosotros en los ejercicios religiosos. Cornelio declaró la dirección que Dios le dio para enviar a buscar a Pedro. Tenemos razón en nuestros objetivos al asistir a un ministerio evangélico, cuando lo hacemos teniendo en cuenta la designación divina que nos exige hacer uso de esa ordenanza. Cuán pocas veces los ministros son llamados a hablar a tales compañías, por pequeñas que sean, en las que se puede decir que todos están presentes a la vista de Dios, para oír todas las cosas que son ordenadas por Dios. Pero éstos estaban dispuestos a escuchar lo que a Pedro se le había ordenado por Dios.

Hechos 10:34-43

34-43 La aceptación no puede obtenerse sobre ninguna otra base que no sea la del pacto de misericordia, mediante la expiación de Cristo; pero dondequiera que se encuentre la verdadera religión, Dios la aceptará sin tener en cuenta nombres o sectas. El temor de Dios y las obras de justicia son la sustancia de la verdadera religión, los efectos de la gracia especial. Aunque no son la causa de la aceptación de un hombre, la demuestran; y todo lo que pueda faltar en el conocimiento o la fe, será dado a su debido tiempo por Aquel que lo ha comenzado. Conocían en general la palabra, es decir, el evangelio, que Dios envió a los hijos de Israel. El propósito de esta palabra era que Dios, por medio de ella, publicaba las buenas nuevas de paz por medio de Jesucristo. Conocían las diversas cuestiones de hecho relacionadas con el evangelio. Conocían el bautismo de arrepentimiento que predicaba Juan. Que sepan que este Jesucristo, por quien se hace la paz entre Dios y los hombres, es Señor de todo; no sólo como sobre todo, Dios bendito por los siglos, sino como Mediador. Todo el poder, tanto en el cielo como en la tierra, está en su mano, y todo el juicio está en sus manos. Dios irá con aquellos a los que unge; estará con aquellos a los que ha dado su Espíritu. Pedro declara entonces la resurrección de Cristo de entre los muertos, y las pruebas de la misma. La fe se refiere a un testimonio, y la fe cristiana se construye sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, sobre el testimonio dado por ellos. Ved lo que hay que creer respecto a él. Que todos somos responsables ante Cristo como nuestro Juez; así que cada uno debe buscar su favor, y tenerlo como nuestro Amigo. Y si creemos en él, todos seremos justificados por él como nuestra Justicia. La remisión de los pecados sienta las bases para todos los demás favores y bendiciones, al eliminar lo que impide su concesión. Si el pecado es perdonado, todo está bien, y terminará bien para siempre.

Hechos 10:44-48

44-48 El Espíritu Santo cayó sobre otros después de ser bautizados, para confirmarlos en la fe; pero sobre estos gentiles antes de ser bautizados, para mostrar que Dios no se limita a las señales externas. El Espíritu Santo cayó sobre los que no estaban circuncidados ni bautizados; es el Espíritu el que vivifica, la carne no aprovecha nada. Magnificaron a Dios, y hablaron de Cristo y de los beneficios de la redención. Cualquiera que sea el don del que estemos dotados, debemos honrar a Dios con él. Los judíos creyentes que estaban presentes se asombraron de que el don del Espíritu Santo fuera derramado también sobre los gentiles. Al tener nociones erróneas de las cosas, nos complicamos en cuanto a los métodos de la providencia y la gracia divinas. Como es innegable que fueron bautizados con el Espíritu Santo, Pedro concluyó que no se les debía negar el bautismo de agua, y la ordenanza fue administrada. El argumento es concluyente; ¿podemos negar la señal a los que han recibido las cosas subliemes? Aquellos que tienen algún conocimiento de Cristo, no pueden sino desear más. Incluso aquellos que han recibido el Espíritu Santo, deben ver su necesidad de aprender diariamente más de la verdad.


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Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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