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Ezequiel 36 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Ezequiel 36

Los montes de Israel bendecidos

1 Y tú, hijo de hombre, profetiza a los montes de Israel, y di: «Montes de Israel, oíd la palabra del Señor.

2 Así dice el Señor Dios: “Por cuanto el enemigo ha dicho contra vosotros: ‘¡Ajá!’ y: ‘Las alturas eternas han pasado a ser posesión nuestra’,

3 por tanto, profetiza y di: ‘Así dice el Señor Dios: “Porque os han asolado y aplastado por todos lados, para que fuerais posesión de las demás naciones, os han hecho el blanco de la habladuría y de la calumnia del pueblo” ’ ”.

4 Por tanto, montes de Israel, oíd la palabra del Señor Dios. Así dice el Señor Dios a los montes y a los collados, a las barrancas y a los valles, a las ruinas desoladas y a las ciudades abandonadas, que han venido a ser presa y escarnio de las demás naciones alrededor;

5 por eso, así dice el Señor Dios: “Ciertamente en el fuego de mi celo he hablado contra las demás naciones y contra todo Edom, que se han apropiado para sí de mi tierra como posesión, con alegría, de todo corazón y con desprecio de alma, para dejarla como presa”.

6 Por tanto, profetiza acerca de la tierra de Israel, y di a los montes y a los collados, a las barrancas y a los valles: “Así dice el Señor Dios: ‘He aquí, yo he hablado en mi celo y en mi furor porque habéis soportado los insultos de las naciones’.

7 Por lo cual, así dice el Señor Dios: ‘Yo he jurado que las naciones que os rodean, ellas mismas soportarán sus insultos.

8 Pero vosotros, montes de Israel, echaréis vuestras ramas y produciréis vuestro fruto para mi pueblo Israel; porque pronto vendrán.

9 Pues, he aquí, estoy por vosotros y me volveré a vosotros, y seréis labrados y sembrados.

10 Multiplicaré hombres en vosotros, toda la casa de Israel, toda ella; y las ciudades serán habitadas, y las ruinas reedificadas.

11 Multiplicaré en vosotros hombres y animales, y se multiplicarán y serán fecundos. Haré que seáis habitados como lo fuisteis anteriormente y os trataré mejor que al principio; y sabréis que yo soy el Señor.

12 Sí, haré andar hombres sobre vosotros, a mi pueblo Israel. Ellos tomarán posesión de ti, y serás su heredad, y nunca más les privarás de sus hijos’.

13 Así dice el Señor Dios: ‘Porque os dicen: “Eres devoradora de hombres y has privado de hijos a tu nación”,

14 por tanto, ya no devorarás hombres y ya no privarás de hijos a tu nación’ —declara el Señor Dios.

15 Y nunca más te haré oír el ultraje de las naciones, ni soportarás más los insultos de los pueblos, ni harás que tu nación tropiece más” —declara el Señor Dios».

16 Entonces vino a mí la palabra del Señor, diciendo:

17 Hijo de hombre, cuando la casa de Israel habitaba en su propia tierra, ellos mismos la contaminaron con su conducta y con sus obras; como la impureza de una mujer en su menstruación fue su conducta delante de mí.

18 Por tanto, derramé mi furor sobre ellos por la sangre que habían derramado sobre la tierra y por haberla contaminado con sus ídolos.

19 Los esparcí entre las naciones y fueron dispersados por las tierras. Conforme a sus caminos y a sus obras los juzgué.

20 Cuando llegaron a las naciones adonde fueron, profanaron mi santo nombre, porque de ellos se decía: Estos son el pueblo del Señor, y han salido de su tierra.

21 Pero yo he tenido compasión de mi santo nombre, que la casa de Israel había profanado entre las naciones adonde fueron.

22 Por tanto, di a la casa de Israel: «Así dice el Señor Dios: “No es por vosotros, casa de Israel, que voy a actuar, sino por mi santo nombre, que habéis profanado entre las naciones adonde fuisteis.

23 Vindicaré la santidad de mi gran nombre profanado entre las naciones, el cual vosotros habéis profanado en medio de ellas. Entonces las naciones sabrán que yo soy el Señor” —declara el Señor Dios— “cuando demuestre mi santidad entre vosotros a la vista de ellas.

24 Porque os tomaré de las naciones, os recogeré de todas las tierras y os llevaré a vuestra propia tierra.

25 Entonces os rociaré con agua limpia y quedaréis limpios; de todas vuestras inmundicias y de todos vuestros ídolos os limpiaré.

26 Además, os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne.

27 Pondré dentro de vosotros mi espíritu y haré que andéis en mis estatutos, y que cumpláis cuidadosamente mis ordenanzas.

28 Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres; y seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios.

29 Os libraré de todas vuestras inmundicias; llamaré al trigo y lo multiplicaré, y no traeré hambre sobre vosotros.

30 Y multiplicaré el fruto de los árboles y el producto del campo, para que no recibáis más el oprobio del hambre entre las naciones.

31 Entonces os acordaréis de vuestros malos caminos y de vuestras obras que no eran buenas, y os aborreceréis a vosotros mismos por vuestras iniquidades y por vuestras abominaciones.

32 No hago esto por vosotros” —declara el Señor Dios— “sabedlo bien. Avergonzaos y abochornaos de vuestra conducta, casa de Israel”.

33 »Así dice el Señor Dios: “En el día que yo os limpie de todas vuestras iniquidades, haré que las ciudades sean habitadas y las ruinas reedificadas.

34 La tierra desolada será cultivada en vez de ser desolación a la vista de todo el que pasa.

35 Y dirán: Esta tierra desolada se ha hecho como el huerto del Edén; y las ciudades desiertas, desoladas y arruinadas están fortificadas y habitadas.

36 Y las naciones que quedan a vuestro alrededor sabrán que yo, el Señor, he reedificado los lugares en ruinas y plantado lo que estaba desolado; yo, el Señor, he hablado y lo haré”.

37 »Así dice el Señor Dios: “Aún permitiré a la casa de Israel que me pida hacer esto por ellos: Multiplicar sus hombres como un rebaño.

38 Como el rebaño para los sacrificios, como el rebaño en Jerusalén en sus fiestas señaladas, así se llenarán las ciudades desiertas de rebaños de hombres. Entonces sabrán que yo soy el Señor” ».

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Ezequiel 36

Ezequiel 36 - Introducción

* La tierra será entregada por opresores paganos. (1-15) Se le recuerda a la gente los pecados anteriores y se les promete la liberación. (16-24) también santidad y bendiciones del evangelio. (25-38)

Ezequiel 36:1-15

1-15 Aquellos que desprecian y reprochan al pueblo de Dios, se volverán contra ellos mismos. Dios promete favor a su Israel. No tenemos motivos para quejarnos, si los hombres más crueles son, más amable es Dios. Vendrán nuevamente a su propia frontera. Era un tipo de Canaán celestial, del cual todos los hijos de Dios son herederos, y en el cual todos serán reunidos. Y cuando Dios regrese en misericordia a un pueblo que regrese a él en el deber, todas sus quejas se corregirán. La finalización completa de esta profecía debe ser en algún evento futuro.

Ezequiel 36:16-24

16-24 La restauración de ese pueblo, que es típica de nuestra redención por parte de Cristo, muestra que el objetivo de nuestra salvación es la gloria de Dios. El pecado de un pueblo contamina su tierra; lo hace abominable para Dios e incómodo para ellos mismos. El santo nombre de Dios es su gran nombre; su santidad es su grandeza, y ninguna otra cosa hace que un hombre sea realmente grande.

Ezequiel 36:25-38

25-38 El agua es un emblema de la limpieza de nuestras almas contaminadas del pecado. Pero no hay agua que pueda hacer más que quitar la suciedad de la carne. El agua parece en general el signo sacramental de las influencias santificadoras del Espíritu Santo; Sin embargo, esto siempre está conectado con la sangre expiatoria de Cristo. Cuando lo último se aplica por fe a la conciencia, para limpiarlo de las malas obras, lo primero siempre se aplica a los poderes del alma, para purificarlo de la contaminación del pecado. Todos los que tienen un interés en el nuevo pacto, tienen un nuevo corazón y un nuevo espíritu, a fin de caminar en la novedad de la vida. Dios daría un corazón de carne, un corazón suave y tierno, cumpliendo con su santa voluntad. La gracia renovadora funciona como un gran cambio en el alma, como convertir una piedra muerta en carne viva. Dios pondrá su Espíritu dentro, como Maestro, Guía y Santificador. La promesa de la gracia de Dios de cumplir con nuestro deber, debe acelerar nuestro cuidado constante y esforzarnos por cumplir con nuestro deber. Estas son promesas que deben cumplir y se cumplirán con todos los verdaderos creyentes de todas las épocas.


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La Biblia de las América

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Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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