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Ezequiel 16 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Ezequiel 16

Orígenes de Jerusalén

1 Entonces vino a mí la palabra del Señor, diciendo:

2 Hijo de hombre, haz saber a Jerusalén sus abominaciones,

3 y di: «Así dice el Señor Dios a Jerusalén: “Por tu origen y tu nacimiento eres de la tierra del cananeo, tu padre era amorreo y tu madre hitita.

4 En cuanto a tu nacimiento, el día que naciste no fue cortado tu cordón umbilical, ni fuiste lavada con agua para limpiarte; no fuiste frotada con sal, ni envuelta en pañales.

5 Ningún ojo se apiadó de ti para hacer por ti alguna de estas cosas, para compadecerse de ti; sino que fuiste echada al campo abierto, porque fuiste aborrecida el día en que naciste.

6 ”Yo pasé junto a ti y te vi revolcándote en tu sangre. Mientras estabas en tu sangre, te dije: ‘¡Vive!’. Sí, te dije, mientras estabas en tu sangre: ‘¡Vive!’.

7 Te hice tan numerosa como la hierba del campo. Y creciste, te hiciste grande y llegaste a la plenitud de tu hermosura; se formaron tus pechos y creció tu pelo, pero estabas desnuda y descubierta.

8 Entonces pasé junto a ti y te vi, y he aquí, tu tiempo era tiempo de amores; extendí mi manto sobre ti y cubrí tu desnudez. Te hice juramento y entré en pacto contigo” —declara el Señor Dios— “y fuiste mía.

9 Te lavé con agua, te limpié la sangre y te ungí con aceite.

10 Te vestí con tela bordada y puse en tus pies sandalias de piel de marsopa; te envolví con lino fino y te cubrí con seda.

11 Te engalané con adornos, puse brazaletes en tus manos y un collar a tu cuello.

12 Puse un anillo en tu nariz, pendientes en tus orejas y una hermosa corona en tu cabeza.

13 Estabas adornada con oro y plata, y tu vestido era de lino fino, seda y tela bordada. Comías flor de harina, miel y aceite; eras hermosa en extremo y llegaste a la realeza.

14 Entonces tu fama se divulgó entre las naciones por tu hermosura, que era perfecta, gracias al esplendor que yo puse en ti” —declara el Señor Dios.

Infidelidad de Jerusalén

15 “Pero tú confiaste en tu hermosura, te prostituiste a causa de tu fama y derramaste tus prostituciones a todo el que pasaba, fuera quien fuera.

16 Tomaste algunos de tus vestidos y te hiciste lugares altos de varios colores, y te prostituiste en ellos, cosa que nunca debiera haber sucedido ni jamás sucederá.

17 Tomaste también tus bellas joyas de oro y de plata que yo te había dado, y te hiciste imágenes de hombres para prostituirte con ellas.

18 Tomaste tu tela bordada y las cubriste, y ofreciste ante ellas mi aceite y mi incienso.

19 También te di mi pan, la flor de harina, el aceite y la miel con que yo te alimentaba, y lo ofrecías ante ellas como aroma agradable. Así sucedió” —declara el Señor Dios.

20 “Tomaste además a tus hijos y a tus hijas que habías dado a luz para mí, y se los sacrificaste como alimento. ¿Acaso eran poca cosa tus prostituciones,

21 para que mataras a mis hijos y se los ofrecieras haciéndolos pasar por fuego?

22 Y en todas tus abominaciones y prostituciones no te acordaste de los días de tu juventud, cuando estabas desnuda y descubierta y revolcándote en tu sangre.

23 ”Y sucedió que después de toda tu maldad (‘¡Ay, ay de ti!’, —declara el Señor Dios)

24 te edificaste un santuario y te hiciste un lugar alto en todas las plazas.

25 En toda cabecera de camino te edificaste tu lugar alto, y abominable hiciste tu hermosura; y te entregaste a todo el que pasaba y multiplicaste tu prostitución.

26 También te prostituiste a los egipcios, tus vecinos de cuerpos robustos, y multiplicaste tu prostitución para provocarme a ira.

27 Y he aquí, yo extendí mi mano contra ti y disminuí tus raciones. Y te entregué al deseo de las que te odiaban, las hijas de los filisteos, que se avergonzaban de tu conducta deshonesta.

28 Además, te prostituiste a los asirios porque no te habías saciado; te prostituiste a ellos y ni aun entonces te saciaste.

29 También multiplicaste tu prostitución en la tierra de los mercaderes, Caldea, y ni aun con esto te saciaste” ».

30 ¡Qué débil es tu corazón —declara el Señor Dios— cuando haces todas estas cosas, las acciones de una ramera desvergonzada!

31 Cuando edificaste tu santuario en toda cabecera de camino y te hiciste tu lugar alto en cada plaza, al desdeñar la paga, no eras como la ramera.

32 ¡Mujer adúltera, que en lugar de su marido recibe a extraños!

33 A todas las rameras les dan regalos, pero tú dabas regalos a todos tus amantes y los sobornabas para que vinieran a ti de todas partes para tus prostituciones.

34 En tus prostituciones eras distinta de las otras mujeres: nadie te solicitaba para fornicar; tú dabas la paga, pero a ti ninguna paga se te daba. Eras distinta.

35 Por tanto, ramera, oye la palabra del Señor.

36 Así dice el Señor Dios: Por cuanto fue derramada tu lascivia y descubierta tu desnudez en tus prostituciones con tus amantes y con todos tus detestables ídolos, y a causa de la sangre de tus hijos que les ofreciste,

37 por tanto, he aquí, yo reuniré a todos tus amantes con quienes te gozaste, a todos los que amaste y a todos los que aborreciste; los reuniré de todas partes contra ti, descubriré tu desnudez ante ellos y ellos verán toda tu desnudez.

38 Te juzgaré como son juzgadas las adúlteras y las que derraman sangre, y traeré sobre ti sangre de furor y de celos.

39 También te entregaré en manos de tus amantes y ellos derribarán tus santuarios, destruirán tus lugares altos, te despojarán de tus vestidos, te quitarán tus bellas joyas y te dejarán desnuda y descubierta.

40 Incitarán contra ti una multitud, y te apedrearán y te harán pedazos con sus espadas.

41 Prenderán fuego a tus casas y ejecutarán juicios contra ti a la vista de muchas mujeres. Y haré que dejes de ser ramera y no darás más paga a tus amantes.

42 Desahogaré mi furor en ti; mis celos se apartarán de ti, me apaciguaré y no me enojaré más.

43 Por cuanto no te has acordado de los días de tu juventud, sino que me has irritado con todas estas cosas, he aquí, también yo haré recaer tu conducta sobre tu cabeza —declara el Señor Dios— para que no cometas esta lascivia con todas tus otras abominaciones.

Jerusalén comparada con Sodoma y Samaria

44 He aquí, todo aquel que cita proverbios repetirá este proverbio acerca de ti, diciendo: «De tal madre, tal hija».

45 Eres hija de tu madre que aborreció a su marido y a sus hijos, y hermana de tus hermanas que aborrecieron a sus maridos y a sus hijos. Vuestra madre era hitita y vuestro padre amorreo.

46 Tu hermana mayor es Samaria que con sus hijas habita al norte de ti, y tu hermana menor es Sodoma que habita al sur de ti con sus hijas.

47 Pero no solo has andado en sus caminos y has hecho según sus abominaciones, sino que, como si eso fuera muy poco, te has corrompido más que ellas en todos tus caminos.

48 Vivo yo —declara el Señor Dios— que tu hermana Sodoma y sus hijas no han hecho como tú y tus hijas habéis hecho.

49 He aquí, esta fue la iniquidad de tu hermana Sodoma: arrogancia, abundancia de pan y completa ociosidad tuvieron ella y sus hijas; pero no ayudaron al pobre ni al necesitado,

50 y se enorgullecieron y cometieron abominaciones delante de mí. Y cuando lo vi las hice desaparecer.

51 Ni aun Samaria ha cometido ni la mitad de tus pecados, pues tú has multiplicado tus abominaciones más que ellas, y has hecho aparecer justas a tus hermanas con todas las abominaciones que has cometido.

52 También tú, carga con tu ignominia ya que has hecho juicios favorables de tus hermanas. A causa de tus pecados, en los que obraste en forma más abominable que ellas, ellas son más justas que tú. Tú pues, avergüénzate también y carga con tu ignominia, ya que hiciste parecer justas a tus hermanas.

53 Y cambiaré su suerte, la suerte de Sodoma y de sus hijas, la suerte de Samaria y de sus hijas, y junto con ellas, tu propia suerte,

54 para que cargues con tu humillación y te avergüences de todo lo que has hecho cuando seas consuelo para ellas.

55 Y tus hermanas, Sodoma con sus hijas y Samaria con sus hijas, volverán a su estado anterior; también tú y tus hijas volveréis a vuestro estado anterior.

56 El nombre de tu hermana Sodoma no era mencionado en tu boca el día de tu soberbia,

57 antes que fuera descubierta tu maldad. Como ella has venido a ser tú el oprobio de las hijas de Edom y de todas sus vecinas y de las hijas de los filisteos que te desprecian por todos lados.

58 Llevas sobre ti el castigo de tu lascivia y de tus abominaciones —declara el Señor.

59 Porque así dice el Señor Dios: Yo haré contigo como has hecho tú, que has despreciado el juramento violando el pacto.

60 Yo recordaré sin embargo mi pacto contigo en los días de tu juventud, y estableceré para ti un pacto eterno.

61 Entonces te acordarás de tus caminos y te avergonzarás cuando recibas a tus hermanas, las mayores que tú y las menores que tú; y te las daré por hijas, pero no por causa de tu pacto.

62 Estableceré mi pacto contigo; y sabrás que yo soy el Señor;

63 para que recuerdes y te avergüences, y nunca más abras la boca a causa de tu humillación, cuando yo te haya perdonado por todo lo que has hecho —declara el Señor Dios.

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Ezequiel 16

Ezequiel 16 - Introducción

* Una parábola que muestra el primer estado bajo de la nación judía, su prosperidad, idolatrías y castigos.

Ezequiel 16:1-58

1-58 En este capítulo se describen los tratos de Dios con la nación judía, y su conducta hacia él, y su castigo a través de las naciones vecinas, incluso aquellos en los que más confiaron. Esto se hace bajo la parábola de un bebé expuesto rescatado de la muerte. , educado, desposado y rico, pero luego culpable de la conducta más abandonada y castigada por ello; sin embargo, finalmente recibió el favor y se avergonzó de su conducta básica. No debemos juzgar estas expresiones por las ideas modernas, sino por las de los tiempos y lugares en los que se utilizaron, donde muchas de ellas no sonarían como nos parecen a nosotros. El diseño era elevar el odio a la idolatría, y esa parábola era adecuada para ese propósito.

Ezequiel 16:59-63

59-63 Después de una advertencia completa de juicios, se recuerda la misericordia, se reserva la misericordia. Estos versos finales son una promesa preciosa, en parte cumplida al regreso de los judíos penitentes y reformados de Babilonia, pero para tener un logro más completo en los tiempos del evangelio. La Divina Misericordia debe ser poderosa para derretir nuestros corazones en una triste pena por el pecado. Tampoco Dios dejará perecer al pecador, quien se humilla por sus pecados y llega a confiar en su misericordia y gracia por medio de Jesucristo; pero lo mantendrá por su poder, por la fe para salvación.


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La Biblia de las América

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Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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