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Éxodo 8 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Éxodo 8

Segunda plaga: las ranas

1 Entonces el Señor dijo a Moisés: Ve a Faraón y dile: «Así dice el Señor: “Deja ir a mi pueblo para que me sirva.

2 Pero si te niegas a dejarlos ir, he aquí, heriré todo tu territorio con ranas.

3 Y el Nilo se llenará de ranas, que subirán y entrarán en tu casa, en tu alcoba y sobre tu cama, y en las casas de tus siervos y en tu pueblo, en tus hornos y en tus artesas.

4 Y subirán las ranas sobre ti, sobre tu pueblo y sobre todos tus siervos” ».

5 Dijo además el Señor a Moisés: Di a Aarón: «Extiende tu mano con tu vara sobre los ríos, sobre los arroyos y sobre los estanques, y haz que suban ranas sobre la tierra de Egipto».

6 Y extendió Aarón su mano sobre las aguas de Egipto, y las ranas subieron y cubrieron la tierra de Egipto.

7 Y los magos hicieron lo mismo con sus encantamientos, e hicieron subir ranas sobre la tierra de Egipto.

8 Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y dijo: Rogad al Señor para que quite las ranas de mí y de mi pueblo, y yo dejaré ir al pueblo para que ofrezca sacrificios al Señor.

9 Y Moisés dijo a Faraón: Dígnate decirme cuándo he de rogar por ti, por tus siervos y por tu pueblo, para que las ranas sean quitadas de ti y de tus casas y queden solamente en el río.

10 Y él respondió: Mañana. Entonces Moisés dijo: Sea conforme a tu palabra para que sepas que no hay nadie como el Señor nuestro Dios.

11 Y las ranas se alejarán de ti, de tus casas, de tus siervos y de tu pueblo; solo quedarán en el Nilo.

12 Entonces Moisés y Aarón salieron de la presencia de Faraón, y Moisés clamó al Señor acerca de las ranas que Él había puesto sobre Faraón.

13 Y el Señor hizo conforme a la palabra de Moisés, y murieron las ranas de las casas, de los patios y de los campos.

14 Y las juntaron en montones, y la tierra se corrompió.

15 Pero al ver Faraón que había alivio, endureció su corazón y no los escuchó, tal como el Señor había dicho.

Tercera plaga: los piojos

16 Entonces el Señor dijo a Moisés: Di a Aarón: «Extiende tu vara y golpea el polvo de la tierra para que se convierta en piojos por toda la tierra de Egipto».

17 Y así lo hicieron; y Aarón extendió su mano con su vara, y golpeó el polvo de la tierra, y hubo piojos en hombres y animales. Todo el polvo de la tierra se convirtió en piojos por todo el país de Egipto.

18 Y los magos trataron de producir piojos con sus encantamientos, pero no pudieron; hubo, pues, piojos en hombres y animales.

19 Entonces los magos dijeron a Faraón: Este es el dedo de Dios. Pero el corazón de Faraón se endureció y no los escuchó, tal como el Señor había dicho.

Cuarta plaga: los insectos

20 Y el Señor dijo a Moisés: Levántate muy de mañana y ponte delante de Faraón cuando vaya al agua, y dile: «Así dice el Señor: “Deja ir a mi pueblo para que me sirva.

21 Porque si no dejas ir a mi pueblo, he aquí, enviaré enjambres de insectos sobre ti, sobre tus siervos, sobre tu pueblo y dentro de tus casas; y las casas de los egipcios se llenarán de enjambres de insectos, y también el suelo sobre el cual están.

22 Mas en aquel día yo pondré aparte la tierra de Gosén en la que mora mi pueblo, para que no haya allí enjambres de insectos, a fin de que sepas que yo, el Señor, estoy en medio de la tierra;

23 y yo haré distinción entre mi pueblo y tu pueblo. Mañana tendrá lugar esta señal” ».

24 Y así lo hizo el Señor. Y entraron grandes enjambres de insectos en la casa de Faraón y en las casas de sus siervos, y en todo el país de Egipto la tierra fue devastada a causa de los enjambres de insectos.

25 Entonces llamó Faraón a Moisés y a Aarón, y dijo: Id, ofreced sacrificio a vuestro Dios dentro del país.

26 Pero Moisés respondió: No conviene que lo hagamos así, porque es abominación para los egipcios lo que sacrificaremos al Señor nuestro Dios. Si sacrificamos lo que es abominación para los egipcios delante de sus ojos, ¿no nos apedrearán?

27 Andaremos una distancia de tres días de camino en el desierto, y ofreceremos sacrificios al Señor nuestro Dios, tal como Él nos manda.

28 Y Faraón dijo: Os dejaré ir para que ofrezcáis sacrificio al Señor vuestro Dios en el desierto, solo que no vayáis muy lejos. Orad por mí.

29 Entonces dijo Moisés: He aquí, voy a salir de tu presencia y rogaré al Señor que los enjambres de insectos se alejen mañana de Faraón, de sus siervos y de su pueblo; pero que Faraón no vuelva a obrar con engaño, no dejando ir al pueblo a ofrecer sacrificios al Señor.

30 Y salió Moisés de la presencia de Faraón y oró al Señor.

31 Y el Señor hizo como Moisés le pidió, y quitó los enjambres de insectos de Faraón, de sus siervos y de su pueblo; no quedó ni uno solo.

32 Pero Faraón endureció su corazón también esta vez y no dejó salir al pueblo.

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Éxodo 8

Éxodo 8 - Introducción

* La plaga de las ranas. (1-15) La plaga de piojos. (16-19) La plaga de moscas. (20-32)

Éxodo 8:1-15

1-15 Faraón fue afligido con ranas; su gran número las convirtió en plagas severas para los egipcios. Dios podría haber plagado a Egipto con leones, osos, lobos o aves rapaces, pero eligió hacerlo con estas despreciables criaturas. Dios, cuando lo desea, puede armar a las partes más pequeñas de la creación en nuestra contra. De esta manera humilló a Faraón. Ni comían, ni bebían, ni dormían en paz; dondequiera que estuvieran, las ranas los molestaban. La maldición de Dios sobre una persona la perseguirá dondequiera que vaya y pesará sobre ella sin importar lo que haga. Faraón cedió bajo esta plaga. Prometió que dejaría ir al pueblo. Aquellos que desafían a Dios y la oración, tarde o temprano, se verán en la necesidad de ambos. Pero cuando Faraón vio que había un respiro, endureció su corazón. Hasta que el corazón sea renovado por la gracia de Dios, los pensamientos producidos por la aflicción no permanecen; las convicciones se desvanecen y las promesas dadas son olvidadas. Hasta que el estado del aire cambie, lo que se descongela al sol se volverá a congelar en la sombra.

Éxodo 8:16-19

16-19 Estos piojos fueron producidos del polvo de la tierra; De cualquier parte de la creación, Dios puede buscar un flagelo con el cual corregir a los que se rebelan contra él. Hasta el polvo de la tierra lo obedece. Estos piojos eran muy problemáticos, así como vergonzosos para los egipcios, cuyos sacerdotes estaban obligados a esforzarse mucho para que nunca se encontraran alimañas sobre ellos. Todas las plagas infligidas a los egipcios, tenían referencia a sus crímenes nacionales, o se volvieron particularmente severas por sus costumbres. Los magos intentaron imitarlo, pero no pudieron. Los obligó a confesar: ¡Este es el dedo de Dios! El control y la restricción que se nos imponen deben ser de un poder divino. Tarde o temprano Dios obligará incluso a sus enemigos a reconocer su propio poder. Faraón, a pesar de esto, era cada vez más obstinado.

Éxodo 8:20-32

20-32 Faraón madrugó para llevar a cabo sus falsas devociones al río; ¿y nosotros estaremos más dormidos y somnolientos cuando se trata de hacer algún servicio al Señor? Tanto los egipcios como los hebreos serían marcados en la plaga de las moscas. El Señor conoce a los que son suyos y hará que se manifieste, tal vez en este mundo, pero ciertamente en el otro, que los ha apartado para sí mismo. Faraón aceptó a regañadientes hacer un trato con Moisés y Aarón. Estaba dispuesto a permitirles sacrificar a su Dios, con la condición de que lo hicieran en la tierra de Egipto. Sin embargo, sería una abominación para Dios que ofrecieran los sacrificios egipcios, y sería una abominación para los egipcios que ofrecieran a Dios los objetos de su adoración, es decir, sus terneros o bueyes. Aquellos que deseen ofrecer sacrificios aceptables a Dios deben separarse de los impíos y profanos. También deben retirarse del mundo. Israel no puede celebrar la fiesta del Señor ni en los hornos de ladrillos ni en las ollas de carne de Egipto. Y deben sacrificar como Dios lo ordene, no de otra manera. Aunque estaban esclavizados a Faraón, debían obedecer los mandamientos de Dios. Faraón consiente en que vayan al desierto, con la condición de que no vayan demasiado lejos y que él pueda traerlos de vuelta. Así que, algunos pecadores, en un ataque de convicción, se desprenden de sus pecados, pero les duele que se alejen demasiado; porque cuando pasa el susto, volverán a ellos. Moisés prometió el levantamiento de esta plaga. Pero que Faraón no engañe más. No os engañéis; Dios no puede ser burlado. Si creemos que podemos engañar a Dios con un arrepentimiento falso y una rendición falsa a Él, estaremos engañándonos a nosotros mismos de forma fatal. Faraón volvió a endurecer su corazón. Los deseos lujuriosos rompen las ataduras más fuertes y hacen que las personas presuman y se retracten de su palabra. Muchos parecen estar en serio, pero guardan alguna reserva, algún pecado secreto y amado. No quieren verse a sí mismos en peligro de una miseria eterna. Se abstendrán de otros pecados, harán mucho, darán mucho e incluso se castigarán mucho a sí mismos. A veces lo dejarán, como si su pecado se alejara un poco; pero no se decidirán a separarse de todo y seguir a Cristo, llevando la cruz. En lugar de eso, se arriesgarán todo. Están tristes, pero se apartan de Cristo, decididos a retener el mundo por el momento, y esperan algún momento futuro en el que puedan obtener la salvación sin sacrificios costosos; pero, finalmente, el pobre pecador es expulsado en su maldad y se queda sin esperanza para lamentar su locura.


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La Biblia de las América

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Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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