Deuteronomio 3 - Comentario Bíblico de Matthew HenryDeuteronomio 3Derrota del rey de Basán1 Volvimos, pues, y subimos por el camino de Basán, y Og, rey de Basán, nos salió al encuentro con todo su pueblo para pelear en Edrei. 2 Pero el Señor me dijo: «No le tengas miedo, porque en tu mano yo lo he entregado a él, y a todo su pueblo y su tierra; y harás con él tal como hiciste con Sehón, rey de los amorreos, que habitaba en Hesbón». 3 Así que el Señor nuestro Dios entregó también a Og, rey de Basán, con todo su pueblo en nuestra mano, y los herimos hasta que no quedaron sobrevivientes. 4 Y tomamos en aquel entonces todas sus ciudades; no quedó ciudad que no les tomáramos: sesenta ciudades, toda la región de Argob, el reino de Og en Basán. 5 Todas estas eran ciudades fortificadas con altas murallas, puertas y barras, aparte de muchos otros pueblos sin murallas. 6 Las destruimos totalmente, como hicimos con Sehón, rey de Hesbón, exterminando a todos los hombres, mujeres y niños de cada ciudad; 7 pero tomamos como nuestro botín todos los animales y los despojos de las ciudades. 8 Así tomamos entonces la tierra de mano de los dos reyes de los amorreos que estaban del otro lado del Jordán, desde el valle del Arnón hasta el monte Hermón 9 (los sidonios llaman a Hermón, Sirión, y los amorreos lo llaman Senir): 10 todas las ciudades de la meseta, todo Galaad y todo Basán, hasta Salca y Edrei, ciudades del reino de Og en Basán. 11 (Porque solo Og, rey de Basán, quedaba de los gigantes. Su cama era una cama de hierro; está en Rabá de los hijos de Amón. Tenía nueve codos de largo y cuatro codos de ancho, según el codo de un hombre.) Rubén, Gad y Manasés se establecen12 Tomamos posesión, pues, de esta tierra en aquel tiempo. Desde Aroer, que está en el valle del Arnón, y la mitad de la región montañosa de Galaad y sus ciudades, se la di a los rubenitas y a los gaditas. 13 Y el resto de Galaad y todo Basán, el reino de Og, toda la región de Argob, se la di a la media tribu de Manasés. (En cuanto a todo Basán, se le llama la tierra de los gigantes. 14 Jair, hijo de Manasés, tomó toda la región de Argob hasta la frontera con Gesur y Maaca, y la llamó, es decir a Basán, según su propio nombre, Havot-jair, como se llama hasta hoy.) 15 Y a Maquir le di Galaad. 16 A los rubenitas y a los gaditas les di desde Galaad hasta el valle del Arnón, el medio del valle como frontera, hasta el arroyo Jaboc, frontera de los hijos de Amón; 17 también el Arabá, con el Jordán como frontera, desde el Cineret hasta el mar del Arabá, el mar Salado, al pie de las laderas del Pisga al oriente. 18 Y en aquel tiempo yo os ordené, diciendo: «El Señor vuestro Dios os ha dado esta tierra para poseerla; todos vosotros, hombres valientes, cruzaréis armados delante de vuestros hermanos, los hijos de Israel. 19 Pero vuestras mujeres, vuestros pequeños y vuestro ganado (yo sé que tenéis mucho ganado), permanecerán en las ciudades que os he dado, 20 hasta que el Señor dé reposo a vuestros compatriotas como a vosotros, y posean ellos también la tierra que el Señor vuestro Dios les dará al otro lado del Jordán. Entonces podréis volver cada hombre a la posesión que os he dado». 21 Y ordené a Josué en aquel tiempo, diciendo: «Tus ojos han visto todo lo que el Señor vuestro Dios ha hecho a estos dos reyes; así hará el Señor a todos los reinos por los cuales vas a pasar. 22 No les temáis, porque el Señor vuestro Dios es el que pelea por vosotros». No se le concede a Moisés cruzar el Jordán23 Yo también supliqué al Señor en aquel tiempo, diciendo: 24 «Oh Señor Dios, tú has comenzado a mostrar a tu siervo tu grandeza y tu mano poderosa; porque ¿qué dios hay en los cielos o en la tierra que pueda hacer obras y hechos tan poderosos como los tuyos? 25 Permíteme, te suplico, cruzar y ver la buena tierra que está al otro lado del Jordán, aquella buena región montañosa y el Líbano». 26 Pero el Señor se enojó conmigo a causa de vosotros, y no me escuchó; y el Señor me dijo: «¡Basta! No me hables más de esto. 27 Sube a la cumbre del Pisga y alza tus ojos al occidente, al norte, al sur y al oriente, y mírala con tus propios ojos, porque tú no cruzarás este Jordán. 28 Pero encarga a Josué, y anímale y fortalécele, porque él pasará a la cabeza de este pueblo, y él les dará por heredad la tierra que tú verás». 29 Y nos quedamos en el valle frente a Bet-peor. Deuteronomio 3Deuteronomio 3 - Introducción* La conquista de Og, rey de Basán. (1-11) La tierra de Galaad y Basán. (12-20) Moisés alienta a Josué. (21-29) # 1-11 Og era muy poderoso, pero no tomó la advertencia por la ruina de Sihon, y no deseaba condiciones de paz. Confió en su propia fuerza, y por eso se endureció hasta su destrucción. Aquellos que no son despertados por los juicios de Dios sobre los demás, maduran por los mismos juicios sobre sí mismos. Deuteronomio 3:12-2012-20 Este país se estableció en los rubenitas, gaditas y la mitad de la tribu de Manasés: ver Deuteronomio 3:32. Moisés repite la condición de la concesión a la que acordaron. Cuando estemos en reposo, deberíamos desear ver a nuestros hermanos en reposo también, y deberíamos estar listos para hacer lo que podamos para lograrlo; porque no nacimos para nosotros mismos, sino que somos miembros unos de otros. Deuteronomio 3:21-2921-29 Moisés animó a Josué, quien lo sucedería. Por lo tanto, los ancianos y experimentados en el servicio de Dios deben hacer todo lo posible para fortalecer las manos de aquellos que son jóvenes y se establecen en la religión. Considere lo que Dios ha hecho, lo que Dios ha prometido. Si Dios es para nosotros, ¿quién puede estar en contra de nosotros para prevalecer? Le reprochamos a nuestro Líder si lo seguimos temblando. Moisés oró para que, si fuera la voluntad de Dios, él pudiera ir antes de Israel, sobre el Jordán a Canaán. Nunca debemos permitir deseos en nuestros corazones, que no podemos ofrecer por fe a Dios por medio de la oración. La respuesta de Dios a esta oración tenía una mezcla de misericordia y juicio. Dios ve que es bueno negar muchas cosas que deseamos. Puede que acepte nuestras oraciones, pero no nos conceda las mismas cosas por las que oramos. Si Dios no nos da por su providencia lo que deseamos, sin embargo, si por su gracia nos hace contentarnos, es casi lo mismo. Te basta tener a Dios para tu Padre, y el cielo para tu porción, aunque no tienes todo lo que tendrías en el mundo. Dios le prometió a Moisés ver a Canaán desde lo alto de Pisga. Aunque no debería poseerlo, debería tener la posibilidad de hacerlo. Incluso los grandes creyentes, en este estado actual, ven el cielo pero a distancia. Dios le proporcionó un sucesor. Es un consuelo para los amigos de la iglesia de Cristo, ver que la obra de Dios probablemente sea realizada por otros, cuando están en silencio en el polvo. Y si tenemos el fervor y la perspectiva del cielo, que nos baste; sometámonos a la voluntad del Señor, y no le hablemos más de asuntos que él considera buenos rechazarnos. |
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Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit