Levítico 25 - Comentario Bíblico de Matthew HenryLevítico 251 Habló Yahveh a Moisés en el monte Sinaí diciendo: 2 Habla a los israelitas y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra que yo voy a daros, la tierra tendrá también su descanso en honor de Yahveh. 3 Seis años sembrarás tu campo, seis años podarás tu viña y cosecharás sus productos; 4 pero el séptimo año será de completo descanso para la tierra, un sábado en honor de Yahveh: no sembrarás tu campo, ni podarás tu viña. 5 No segarás los rebrotes de la última siega, ni vendimiarás los racimos de tu viña sin podar. Será año de descanso completo para la tierra. 6 Aun en descanso, la tierra os alimentará a ti, a tu siervo, a tu sierva, a tu jornalero, a tu huésped. que residen junto a ti. 7 También a tus ganados y a los animales de tu tierra servirán de alimento todos sus productos. 8 Contarás siete semanas de años, siete veces siete años; de modo que el tiempo de las siete semanas de años vendrá a sumar cuarenta y nueve años. 9 Entonces en el mes séptimo, el diez del mes, harás resonar clamor de trompetas; en el día de la Expiación haréis resonar el cuerno por toda vuestra tierra. 10 Declararéis santo el año cincuenta, y proclamaréis en la tierra liberación para todos sus habitantes. Será para vosotros un jubileo; cada uno recobrará su propiedad, y cada cual regresará a su familia. 11 Este año cincuenta será para vosotros un jubileo: no sembraréis, ni segaréis los rebrotes, ni vendimiaréis la viña que ha quedado sin podar, 12 porque es el jubileo, que será sagrado para vosotros. Comeréis lo que el campo dé de sí. 13 En este año jubilar recobraréis cada uno vuestra propiedad. 14 Si vendéis algo a vuestro prójimo o le compráis algo, ved que nadie dañe a su hermano. 15 Comprarás a tu prójimo atendiendo el número de años que siguen al jubileo; u según el número de los años de cosecha, él te fijará el precio de venta: 16 a mayor número de años, mayor precio cobrarás; cuantos menos años queden, tanto menor será su precio, porque lo que él te vende es el número de cosechas. 17 Ninguno de vosotros dañe a su prójimo, antes bien teme a tu Dios; pues yo soy Yahveh vuestro Dios. 18 Cumplid mis preceptos; guardad mis normas y cumplidlas; así viviréis seguros en esta tierra. 19 Y la tierra dará su fruto, y comeréis hasta saciaros; y habitaréis seguros en ella. 20 Si preguntáis: «¿Qué comeremos el año séptimo, puesto que no podremos sembrar ni cosechar nuestros productos?» - 21 Yo os mandaré mi bendición en el año sexto, de modo que producirá para tres años; 22 sembraréis el año octavo y seguiréis comiendo de la cosecha anterior hasta el año noveno. Hasta que venga su cosecha, seguiréis comiendo de la anterior. 23 La tierra no puede venderse para siempre, porque la tierra es mía, ya que vosotros sois para mí como forasteros y huéspedes. 24 En todo terreno de vuestra propiedad concederéis derecho a rescatar la tierra. 25 Si se empobrece tu hermano y vende algo de su propiedad, su goel más cercano vendrá y rescatará lo vendido por su hermano. 26 Si alguno no tiene goel, adquiera por sí mismo recursos suficientes para su rescate; 27 calcule los años pasados desde la venta y devuelva al comprador la cantidad del tiempo que falta; así volverá a su propiedad. 28 Pero si no halla lo suficiente para recuperarla, lo vendido quedará en poder del comprador hasta el año jubilar, y en el jubileo quedará libre; y el vendedor volverá a su posesión. 29 Si uno vendiere una vivienda en ciudad amurallada, su derecho a rescatarla durará hasta que se cumpla el año de su venta; un año entero durará su derecho de rescate. 30 En caso de no ser rescatada para él dentro de un año entero, la casa situada en ciudad amurallada quedará a perpetuidad para el comprador y sus descendientes y no quedará libre en el jubileo. 31 Mas las casas de las aldeas sin murallas que las rodeen serán tratadas como los campos del país: hay derecho de rescate y en el año jubilar quedan libres. 32 En cuanto a las ciudades de los levitas, los levitas tendrán siempre derecho de rescate sobre las casas de las ciudades de su propiedad. 33 En el caso de que se haya de rescatar de mano de un levita, lo vendido - una casa que es propiedad suya en la ciudad - quedará libre en el jubileo; porque las casas de las ciudades de los levitas son su propiedad en medio de los israelitas. 34 No pueden venderse los campos que rodean sus ciudades, pues son su propiedad para siempre. 35 Si tu hermano se empobrece y vacila su mano en asuntos contigo, lo mantendrás como forastero o huésped, para que pueda vivir junto a ti. 36 No tomarás de él interés ni usura, antes bien teme a tu Dios y deja vivir a tu hermano junto a ti. 37 No le darás por interés tu dinero ni le darás tus víveres a usura. 38 Yo soy Yahveh, vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto, para daros la tierra de Canaán y ser vuestro Dios. 39 Si se empobrece tu hermano en asuntos contigo y tú lo compras, no le impondrás trabajos de esclavo; 40 estará contigo como jornalero o como huésped, y trabajará junto a ti hasta el año del jubileo. 41 Entonces saldrá de tu casa, él y sus hijos con él, volverá a su familia y a la propiedad de sus padres. 42 Porque ellos son siervos míos, a quienes yo saqué de la tierra de Egipto; no han de ser vendidos como se vende un esclavo. 43 No serás tirano con él, sino que temerás a tu Dios. 44 Los siervos y las siervas que tengas, serán de las naciones que os rodean; de ellos podréis adquirir siervos y siervas. 45 También podréis comprarlos entre los hijos de los huéspedes que residen en medio de vosotros, y de sus familias que viven entre vosotros, es decir, de los nacidos en vuestra tierra. Esos pueden ser vuestra propiedad, 46 y los dejaréis en herencia a vuestros hijos después de vosotros como propiedad perpetua. A éstos los podréis tener como siervos; pero si se trata de vuestros hermanos, los israelitas, tú, como entre hermanos, no le mandarás con tiranía. 47 Si el forastero o huésped que mora contigo adquiere bienes, y, en cambio, tu hermano se empobrece en asuntos con él y se vende al forastero, al que mora contigo, o a algún descendiente de familia de forastero, 48 después de haberse vendido le quedará el derecho al rescate: uno de sus hermanos podrá rescatarlo. 49 Lo rescatará su tío paterno, o el hijo de su tío, o algún otro pariente cercano suyo dentro de su familia, o, si alcanzan sus recursos, él mismo podrá rescatarse. 50 Contará con su comprador los años desde el de la venta hasta el año jubilar; y el precio se calculará en proporción de los años, valorando sus días de trabajo como los de un jornalero. 51 Si faltan todavía muchos años, en proporción a ellos devolverá, como precio de su rescate, una parte del precio de venta. 52 Si faltan pocos años hasta el jubileo, se le calculará en proporción a ellos, y lo pagará como rescate, 53 como quien trabaja a jornal año por año. No permitas que se le trate con tiranía ante tus ojos. 54 Si nos es rescatado por otros, quedará libre el año del jubileo, él y sus hijos con él. 55 Porque a mí es a quien sirven los israelitas; siervos míos son, a quienes yo he sacado del país de Egipto. Yo, Yahveh, vuestro Dios. Levítico 25Levítico 25 - Introducción* El sábado de descanso para la tierra en el séptimo año. (1-7) El jubileo del quincuagésimo año, prohibición de la opresión. (8-22) Redención de la tierra y las casas. (23-34) Compasión hacia los pobres. (35-38) Leyes respecto a los siervos, prohibición de la opresión. (39-55) Levítico 25:1-71-7 En el séptimo año, todo trabajo debía cesar, al igual que el trabajo diario en el séptimo día. Estos estatutos nos advierten que debemos tener cuidado con la codicia, porque la vida de un hombre no consiste en la abundancia de sus posesiones. Debemos ejercer una dependencia voluntaria en la providencia de Dios para nuestro sustento; considerarnos arrendatarios o mayordomos del Señor y usar nuestras posesiones en consecuencia. Este año de descanso prefiguraba el descanso espiritual al que todos los creyentes entran por medio de Cristo. A través de Él, nos liberamos de la carga de las preocupaciones y el trabajo mundano, ambos siendo santificados y endulzados para nosotros; y somos capacitados y alentados a vivir por la fe. Levítico 25:8-228-22 La palabra "jubileo" significa un sonido peculiarmente animado de las trompetas de plata. Este sonido debía hacerse en la tarde del gran día de la expiación; porque la proclamación de la libertad y la salvación del evangelio resulta del sacrificio del Redentor. Se estableció que las tierras no se venderían lejos de sus familias. Solo podían ser dispuestas, por así decirlo, mediante arrendamientos hasta el año del jubileo, y luego se devolvían al propietario o a su heredero. Esto contribuía a mantener a sus tribus y familias distintas hasta la venida del Mesías. La libertad con la que nació cada hombre, si se vendía o se perdía, debía regresar en el año del jubileo. Esto era típico de la redención por Cristo de la esclavitud del pecado y de Satanás, y de ser devuelto a la libertad de los hijos de Dios. Todos los acuerdos debían hacerse siguiendo esta regla: "No os oprimiréis mutuamente", no aprovecharse de la ignorancia o la necesidad del otro, "sino que temerás a tu Dios". El temor de Dios que reina en el corazón nos frenaría de hacerle mal a nuestro prójimo en palabra o acción. Se les aseguró que serían grandes beneficiarios al observar estos años de descanso. Si somos cuidadosos en hacer nuestro deber, podemos confiar en Dios con nuestra comodidad. Esto fue un milagro como estímulo para todos los que no sembraron ni cosecharon. Esto fue un milagro como estímulo para todo el pueblo de Dios, en todas las épocas, a confiar en él en el camino del deber. No se pierde nada por la fe y la negación de uno mismo en la obediencia. Algunos preguntaban: ¿Qué comeremos el séptimo año? Así muchos cristianos anticipan males, cuestionando qué harán y temiendo proceder en el camino del deber. Pero no tenemos derecho a anticipar males de manera que nos angustiemos por ellos. A las mentes carnales podemos parecerles absurdos, pero el camino del deber es siempre el camino de la seguridad. Levítico 25:23-3423-34 Si la tierra no era redimida antes del año del jubileo, entonces regresaba al que la vendió o hipotecó. Esto era una figura de la libre gracia de Dios en Cristo; por medio de la cual, y no por ningún precio o mérito propio, somos restaurados al favor de Dios. Las casas en ciudades amuralladas eran más fruto de su propia industria que la tierra en el campo, que era un don directo de la generosidad de Dios; por lo tanto, si un hombre vendía una casa en una ciudad, solo podía redimirla dentro de un año después de la venta. Esto alentaba a los extranjeros y prosélitos a venir y establecerse entre ellos. Levítico 25:35-3835-38 La pobreza y el deterioro son grandes agravios y muy comunes; a los pobres siempre los tendréis con vosotros. Debes socorrerlo; mediante la simpatía, compadeciendo a los pobres; mediante el servicio, haciendo por ellos; y mediante el suministro, dando según su necesidad y tu capacidad. A los deudores pobres no se les debe oprimir. Observa los argumentos aquí utilizados contra la extorsión: "Teme a tu Dios". Socorre a los pobres, "para que vivan contigo", ya que pueden ser útiles para ti. Los ricos no pueden prescindir de los pobres tanto como los pobres no pueden prescindir de los ricos. A aquellos que han recibido misericordia les corresponde mostrar misericordia. Levítico 25:39-5539-55 Un israelita nativo, si era vendido por deudas o por un crimen, debía servir solo seis años y salir libre en el séptimo. Si se vendía a sí mismo debido a la pobreza, tanto su trabajo como su trato debían ser adecuados para un hijo de Abraham. Se requiere que los amos den a sus siervos lo que es justo y equitativo, según Colosenses 4:1. En el año del jubileo, el siervo debía salir libre, él y sus hijos, y regresar a su propia familia. Esto prefiguraba la redención del servicio al pecado y a Satanás, por la gracia de Dios en Cristo, cuya verdad nos hace libres, según Juan 8:32. No podemos rescatar a nuestros semejantes pecadores, pero podemos señalarles a Cristo; mientras que, por su gracia, nuestras vidas pueden embellecer su evangelio, expresar nuestro amor, mostrar nuestra gratitud y glorificar su santo nombre. |
Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit