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Josué 8 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Josué 8

1 Yahveh dijo entonces a Josué: «¡No tengas miedo ni te asustes! Toma contigo a toda la gente de guerra; levántate y sube contra Ay. Mira que entrego en tus manos al rey de Ay, a su pueblo, su ciudad y su territorio.

2 Harás con Ay y con su rey lo que has hecho con Jericó y con su rey. Pero como botín sólo tomaréis los despojos y el ganado. Pon una emboscada a espaldas de la ciudad.»

3 Josué se levantó con toda la gente de guerra para marchar sobre Ay. Escogió Josué 30.000 guerreros valientes y les hizo salir de noche,

4 dándoles esta orden: «Mirad, vosotros vais a estar emboscados a espaldas de la ciudad, pero no os alejéis mucho de ella, y estad todos alerta.

5 Yo y toda la gente que me acompaña nos acercaremos a la ciudad y, cuando la gente de Ay salga a nuestro encuentro como la primera vez, huiremos ante ellos.

6 Saldrán tras de nosotros hasta que los alejemos de la ciudad, porque se dirán: “Huyen delante de nosotros como la primera vez.

7 Entonces vosotros saldréis de la emboscada y os apoderaréis de la ciudad; Yahveh, vuestro Dios, la pondrá en vuestras manos.

8 En cuanto toméis la ciudad la incendiaréis. Lo haréis según la orden de Yahveh. Mirad que os lo mando yo.»

9 Los envió Josué y fueron al lugar de la emboscada, y se apostaron entre Betel y Ay, al occidente de Ay; Josué pasó aquella noche en medio de la gente.

10 Se levantó de mañana Josué, revistó la tropa y subió contra Ay, con los ancianos de Israel al frente de la tropa.

11 Toda la gente de guerra que estaba con él subió y se acercó hasta llegar ante la ciudad. Acamparon al norte de Ay. El valle quedaba entre ellos y la ciudad.

12 Tomó unos 5.000 hombres y tendió con ellos una emboscada entre Betel y Ay, al oeste de la ciudad.

13 Pero la tropa formó el grueso del campamento que estaba al norte de la ciudad, quedando emboscada al oeste de la ciudad. Josué pasó aquella noche en medio del valle.

14 En cuanto vio esto el rey de Ay, se dieron prisa, se levantaron temprano y salieron él y toda su gente a presentar batalla a Israel en la bajada, frente a la Arabá, sin saber que tenía una emboscada a espaldas de la ciudad.

15 Josué y todo Israel se hicieron los derrotados por ellos y huyeron camino del desierto.

16 Toda la gente que estaba en la ciudad se puso a dar grandes alaridos saliendo tras ellos y al perseguir a Josué, se alejaron de la ciudad.

17 No quedó un solo hombre en Ay (ni en Betel) que no saliera en persecución de Israel. Y dejaron la ciudad abierta por perseguir a Israel.

18 Yahveh dijo entonces a Josué: «Tiende hacia Ay el dardo que tienes en tu mano porque en tu mano te la entrego.» Josué tendió el dardo que tenía en la mano hacia la ciudad.

19 Tan pronto como extendió la mano, los emboscados surgieron rápidamente de su puesto, corrieron y entraron en la ciudad, se apoderaron de ella y a toda prisa la incendiaron.

20 Cuando los hombres de Ay volvieron la vista atrás y vieron la humareda que subía de la ciudad hacia el cielo, no tuvieron fuerza para huir por un lado o por otro. El pueblo que iba huyendo hacia el desierto se volvió contra los perseguidores.

21 Viendo Josué y todo Israel que los emboscados habían tomado la ciudad y que subía de ella una humareda, se volvieron y batieron a los hombres de Ay.

22 Los otros salieron de la ciudad a su encuentro, de modo que los hombres de Ay se encontraron en medio de los israelitas, unos por un lado y otros por otro. Estos los derrotaron hasta que no quedó superviviente ni fugitivo.

23 Pero al rey de Ay lo prendieron vivo y lo condujeron ante Josué.

24 Cuando Israel acabó de matar a todos los habitantes de Ay en el campo y en el desierto, hasta donde habían salido en su persecución, y todos ellos cayeron a filo de espada hasta no quedar uno, todo Israel volvió a Ay y pasó a su población a filo de espada.

25 El total de los que cayeron aquel día, hombres y mujeres, fue 12.000, todos los habitantes de Ay.

26 Josué no retiró la mano que tenía extendida con el dardo hasta que consagró al anatema a todos los habitantes de Ay.

27 Israel se repartió solamente el ganado y los despojos de dicha ciudad, según la orden que Yahveh había dado a Josué.

28 Josué incendió Ay y la convirtió para siempre en una ruina, en desolación hasta el día de hoy.

29 Al rey de Ay lo colgó de un árbol hasta la tarde; y a la puesta del sol ordenó Josué que bajaran el cadáver del árbol. Lo echaron luego a la entrada de la puerta de la ciudad y amontonaron sobre él un gran montón de piedras, que existe todavía hoy.

30 Entonces Josué construyó un altar a Yahveh, Dios de Israel, en el monte Ebal,

31 como había mandado Moisés, siervo de Yahveh, a los israelitas, según está escrito en el libro de la Ley de Moisés: un altar de piedras sin labrar, a las que no haya tocado el hierro. Ofrecieron sobre él holocaustos a Yahveh e inmolaron sacrificios de comunión.

32 Josué escribió allí mismo, sobre las piedras, una copia de la Ley que Moisés había escrito delante de los israelitas.

33 Y todo Israel, sus ancianos, sus escribas y sus jueces, de pie a los lados del arca, delante de los sacerdotes levitas que llevaban el arca de la alianza de Yahveh, todos, tanto forasteros como ciudadanos, se colocaron la mitad en la falda del monte Garizim y la otra mitad en la falda del monte Ebal, según la orden de Moisés, siervo de Yahveh, para bendecir por primera vez al pueblo de Israel.

34 Luego, Josué leyó todas las palabras de la Ley - la bendición y la maldición - a tenor de cuanto está escrito en el libro de la Ley.

35 No hubo ni una palabra de cuanto Moisés había mandado que no la leyera Josué en presencia de toda la asamblea de Israel, incluidas las mujeres, los niños y los forasteros que vivían en medio de ellos.

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Josué 8

Josué 8 - Introducción

* Dios anima a Joshua. (1,2) La toma de Ai. (3-22) La destrucción de Hai y su rey. (23-29) La ley lee sobre Ebal y Gerizim. (30-35)

Josué 8:1-2

1,2 Cuando hayamos desechado fielmente el pecado, esa cosa maldita que separa entre nosotros y Dios, entonces, y no hasta entonces, podremos esperar oír de Dios para nuestro consuelo; y el hecho de que Dios nos indique cómo proseguir en nuestra obra y guerra cristianas, es una buena prueba de que está reconciliado con nosotros. Dios animó a Josué a proseguir. En Hai el botín no debía ser destruido como en Jericó, por lo tanto no había peligro de que el pueblo cometiera semejante transgresión. Acán, que atrapó el botín prohibido, lo perdió, y la vida, y todo; pero el resto del pueblo, que se guardó de la cosa maldita, fue recompensado rápidamente por su obediencia. La manera de tener el consuelo de lo que Dios nos permite, es guardarnos de lo que nos prohíbe. Nadie perderá por negarse a sí mismo.

Josué 8:3-22

3-22 Observe la conducta y la prudencia de Joshua. Aquellos que mantendrían sus conflictos espirituales no deben amar su tranquilidad. Probablemente fue solo al valle, para rezarle a Dios por una bendición, y no buscó en vano. Nunca retrocedió hasta que el trabajo estuvo terminado. Aquellos que han extendido sus manos contra sus enemigos espirituales, nunca deben retraerlos.

Josué 8:23-29

23-29 Dios, el juez justo, había sentenciado a los cananeos por su maldad; los israelitas solo ejecutaron su destino. Ninguna de sus conductas puede ser dibujada en un ejemplo para otros. Razón especial sin duda había para esta severidad para el rey de Hai; Es probable que haya sido notoriamente malvado y vil, y un blasfemo del Dios de Israel.

Josué 8:30-35

30-35 Tan pronto como Joshua llegó a las montañas Ebal y Gerizim, sin demora y sin preocuparse por el estado de Israel o sus enemigos, confirmó el pacto del Señor con su pueblo, según lo designado, Josué 8:11; Josué 8:27. No debemos pensar en diferir el pacto con Dios hasta que estemos asentados en el mundo; ni ningún negocio debe impedirnos ocuparnos de lo que es necesario. La forma de prosperar es comenzar con Dios, Mateo 6:33. Construyeron un altar y ofrecieron sacrificios a Dios, como muestra de su dedicación a Dios, como sacrificios vivos para su honor, en y por un Mediador. Por el sacrificio de Cristo de sí mismo por nosotros, tenemos paz con Dios. Es una gran misericordia para cualquier persona tener la ley de Dios por escrito, y es apropiado que la ley escrita esté en una lengua conocida, para que pueda ser vista y leída de todos los hombres.


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Copyright © la Biblia de Jerusalén, editada por Descleé de Brower ©

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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