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Deuteronomio 12 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Deuteronomio 12

1 Estos son los preceptos y normas que cuidaréis de poner en práctica en la tierra que Yahveh el Dios de tus padres te ha dado en posesión, todos los días que viváis en su suelo.

2 Suprimiréis todos los lugares donde los pueblos que vais a desalojar han dado culto a sus dioses, en lo alto de los montes, en las colinas, y bajo todo árbol frondoso;

3 demoleréis su altares, romperéis sus estelas, quemaréis sus cipos, derribaréis las esculturas de sus dioses y suprimiréis su nombre de este lugar.

4 No procederéis así respecto de Yahveh vuestro Dios,

5 sino que sólo vendréis a buscarle al lugar elegido por Yahveh vuestro Dios, de entre todas las tribus, para poner en él la morada de su nombre.

6 Allí llevaréis vuestros holocaustos y vuestros sacrificios, vuestros diezmos y las ofrendas reservadas de vuestras manos, vuestras ofrendas votivas y vuestras ofrendas voluntarias, los primogénitos de vuestro ganado mayor y menor,

7 allí comeréis en presencia de Yahveh vuestro Dios y os regocijaréis, vosotros y vuestras casas, de todas las empresas en que Yahveh tu Dios te haya bendecido.

8 No haréis lo que nosotros hacemos aquí hoy, cada cual lo que le parece bien,

9 porque todavía no habéis llegado al lugar de descanso y a la heredad que Yahveh tu Dios te da.

10 Pero cuando paséis el Jordán y habitéis en la tierra que Yahveh vuestro Dios os da en herencia, cuando él os haya puesto al abrigo de todos vuestros enemigos de alrededor, y viváis con tranquilidad,

11 llevaréis al lugar elegido por Yahveh vuestro Dios para morada de su nombre todo lo que yo os prescribo: vuestros holocaustos y vuestros sacrificios, vuestros diezmos y las ofrendas reservadas de vuestras manos, lo más selecto de vuestras ofrendas que hayáis prometido con voto a Yahveh;

12 y os regocijaréis en presencia de Yahveh, vosotros, vuestros hijos y vuestras hijas, vuestros siervos y vuestras siervas, así como el levita que vive en vuestras ciudades, ya que no tiene parte ni heredad con vosotros.

13 Guárdate de ofrecer tus holocaustos en cualquier lugar sagrado que veas;

14 sólo en el lugar elegido por Yahveh en una de tus tribus podrás ofrecer tus holocaustos y sólo allí pondrás en práctica todo lo que yo te mando.

15 Podrás, sin embargo, siempre que lo desees, sacrificar y comer la carne, como bendición que te ha dado Yahveh tu Dios, en todas tus ciudades. Tanto el puro como el impuro podrán comerla, como si fuese gacela o ciervo.

16 Sólo la sangre no la comeréis; la derramarás en tierra como agua.

17 No podrás comer en tus ciudades el diezmo de tu trigo, de tu mosto o de tu aceite, ni los primogénitos de tu ganado mayor o menor, ninguna de tus ofrendas votivas o de tus ofrendas voluntarias, ni las ofrendas reservadas de tus manos.

18 Sino que lo comerás en presencia de Yahveh tu Dios, en el lugar elegido por Yahveh tu Dios y solamente allí, tú, tu hijo y tu hija, tu siervo y tu sierva, y el levita que vive en tus ciudades. Y te regocijarás en presencia de Yahveh tu Dios por todas tus empresas.

19 Guárdate de dejar abandonado al levita mientras vivas en tu suelo.

20 Cuando Yahveh tu Dios haya ensanchado tu territorio, como te ha prometido, y digas: «Querría comer carne», si deseas comer carne, podrás hacerlo siempre que quieras.

21 Si el lugar elegido por Yahveh tu Dios para morada de su nombre está demasiado lejos de ti, podrás sacrificar del ganado mayor y menor que Yahveh te haya concedido, del modo que yo te he prescrito; lo podrás comer en tus ciudades a la medida de tus deseos;

22 y lo comerás como se come la gacela o el ciervo; podrán comerlo tanto el puro como el impuro.

23 Guárdate sólo de comer la sangre, porque la sangre es la vida, y no debes comer la vida con la carne.

24 No la comerás, la derramarás en tierra como agua.

25 No la comerás, para que seas feliz, tú y tu hijo después de ti, por haber hecho lo que es justo a los ojos de Yahveh.

26 Pero las cosas sagradas que te correspondan y las que hayas prometido con voto, irás a llevarlas a aquel lugar elegido por Yahveh.

27 Harás el holocausto de la carne y de la sangre sobre el altar de Yahveh tu Dios; la sangre de tus sacrificios será derramada sobre el altar de Yahveh tu Dios, y tu podrás comer la carne.

28 Observa y escucha todas estas cosas que yo te mando, para que seas feliz siempre, tú y tu hijo después de ti, por haber hecho lo que es bueno y justo a los ojos de Yahveh tu Dios.

29 Cuando Yahveh tu Dios haya exterminado las naciones que tú vas a desalojar ante ti, cuando las hayas desalojado y habites en su tierra,

30 guárdate de dejarte prender en el lazo siguiendo su ejemplo después de haber sido ellos exterminados ante ti, y de buscar sus dioses, diciendo; «¿Cómo servían estas naciones a sus dioses? Así haré yo también,»

31 No procederás así con Yahveh tu Dios. Porque todo lo que es una abominación para Yahveh, lo que detesta, lo hacen ellos en honor de sus dioses: llegan incluso a quemar al fuego a sus hijos e hijas en honor de sus dioses.

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Deuteronomio 12

Deuteronomio 12 - Introducción

* Monumentos de idolatría a ser destruidos. (1-4) El lugar del servicio de Dios a ser guardado. (5-32)

Deuteronomio 12:1-4

1-4 Moisés llega a los estatutos que debía impartir a Israel y comienza con aquellos que se relacionan con la adoración de Dios. Se les ordena a los israelitas que no introduzcan los ritos y prácticas de los idólatras en la adoración de Dios, ni siquiera bajo el pretexto de mejorarla. No podemos servir a Dios y a las riquezas; ni adorar al Dios verdadero y a los ídolos; ni depender de Cristo Jesús y de confianzas supersticiosas o autojustificantes.

Deuteronomio 12:5-32

5-32 El mandato de llevar TODOS los sacrificios a la puerta del tabernáculo se explicó ahora en referencia a la tierra prometida. En cuanto al servicio moral, entonces, como ahora, los hombres podían orar y adorar en cualquier lugar, como lo hacían en sus sinagogas. El lugar que Dios elegiría se dice que sería el lugar donde Él pondría Su nombre. Sería Su morada, donde, como Rey de Israel, sería encontrado por todos los que lo buscaran con reverencia. Ahora, bajo el evangelio, no tenemos templo ni altar que santifique la ofrenda sino solo Cristo; y en cuanto a los lugares de adoración, los profetas predijeron que en cada lugar se ofrecería incienso espiritual, Malaquías 1:11. Nuestro Salvador declaró que son aceptados como verdaderos adoradores los que adoran a Dios con sinceridad y verdad, sin tener en cuenta ni este monte ni Jerusalén, Juan 4:21. Y un israelita devoto podía honrar a Dios, mantener comunión con Él y obtener misericordia de Él, aunque no tuviera la oportunidad de llevar un sacrificio a Su altar. El trabajo para Dios debe hacerse con santa alegría y felicidad. Incluso los niños y los siervos deben alegrarse delante de Dios; los servicios de la religión deben ser un placer y no una tarea o un trabajo duro. Es deber de las personas ser amables con sus ministros, quienes les enseñan bien y les dan buenos ejemplos. Mientras vivamos, necesitamos su ayuda, hasta que lleguemos a ese mundo donde no se necesitarán ordenanzas. Ya sea que comamos o bebamos, o hagamos cualquier cosa, se nos ordena hacerlo todo para la gloria de Dios. Y debemos hacer todo en el nombre del Señor Jesucristo, dando gracias al Padre por medio de Él. Ni siquiera deben inquirir en los modos y formas de la adoración idólatra. ¿De qué les serviría conocer esas profundidades de Satanás? Y nuestra satisfacción interior será cada vez mayor, a medida que abundemos en amor y buenas obras, que brotan de la fe y la morada del Espíritu de Cristo.


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Copyright © la Biblia de Jerusalén, editada por Descleé de Brower ©

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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