2 Samuel 19 - Comentario Bíblico de Matthew Henry2 Samuel 191 Entonces el rey se estremeció. Subió a la estancia que había encima de la puerta y rompió a llorar. Decía entre sollozos: «¡Hijo mío, Absalón; hijo mío, hijo mío, Absalón! ¡Quién me diera haber muerto en tu lugar, Absalón, hijo mío, hijo mío!» 2 Avisaron a Joab: «Mira que el rey está llorando y lamentándose por Absalón.» 3 La victoria se trocó en duelo aquel día para todo el pueblo, porque aquel día supo el pueblo que el rey estaba desolado por su hijo. 4 Y aquel día fue entrando el ejército a escondidas en la ciudad, como cuando va a escondidas un ejército que huye avergonzado de la batalla. 5 El rey, tapado el rostro, decía con grandes gemidos: «¡Hijo mío, Absalón; Absalón, hijo mío, hijo mío!» 6 Entró Joab en la casa, donde el rey, y le dijo: «Estás hoy cubriendo de vergüenza el rostro de todos tus servidores, que han salvado hoy tu vida, la vida de tus hijos y tus hijas, la vida de tus mujeres y la vida de tus concubinas, 7 porque amas a los que te aborrecen y aborreces a los que te aman; hoy has demostrado que nada te importan tus jefes ni tus soldados; ahora estoy comprendiendo que si Absalón viviera y todos nosotros hubiéramos muerto hoy, te habría parecido bien. 8 Ahora, pues, levántate, sal y habla al corazón de tus servidores, porque por Yahveh te juro que, si no sales, no quedará contigo esta noche ni un hombre, y esto sería para ti mayor calamidad que cuantas vinieron sobre ti desde tu juventud hasta hoy.» 9 Se levantó el rey y vino a sentarse a la puerta. Se avisó a todo el ejército: «El rey está sentado a la puerta», y todo el ejército se presentó ante el rey. Israel había huido cada uno a su tienda. 10 Y todo el pueblo discutía en todas las tribus de Israel diciendo: «El rey nos libró de nuestros enemigos y nos salvó de manos de los filisteos y ahora ha tenido que huir del país, lejos de Absalón. 11 Pero Absalón, a quien ungimos por rey nuestro, ha muerto en la batalla. Así pues, ¿por qué estáis sin hacer nada para traer al rey?» 12 Llegaron hasta el rey estas palabras de todo Israel; y el rey David mandó a decir a los sacerdotes Sadoq y Abiatar: «Decid a los ancianos de Judá: “¿Por qué vais a ser los últimos en traer al rey a su casa? 13 Sois mis hermanos, mi carne y mis huesos sois, y ¿vais a ser los últimos en hacer volver al rey?” 14 Decid también a Amasá: “¿No eres tú hueso mío y carne mía? Esto me haga Dios y esto me añada si no entras a mi servicio toda mi vida como jefe del ejército, en lugar de Joab.”» 15 Entonces se inclinó el corazón de todos los hombres de Judá como un solo hombre y enviaron a decir al rey: «Vuelve, tú y todos tus servidores.» 16 Volvió, pues, el rey y llegó hasta el Jordán. Judá llegó hasta Guilgal, viniendo al encuentro del rey para ayudar al rey a pasar el Jordán. 17 Semeí, hijo de Guerá, benjaminita de Bajurim, se apresuró a bajar con los hombres de Judá al encuentro del rey David. 18 Venían con él mil hombres de Benjamín. Sibá, criado de la casa de Saúl, sus quince hijos y sus veinte siervos bajaron al Jordán delante del rey, 19 para ayudar a pasar a la familia del rey, y hacer todo lo que le pareciera bien. Semeí, hijo de Guerá, se echó ante el rey, cuando hubo pasado el Jordán, 20 y dijo al rey: «No me impute culpa mi señor y no recuerdes el mal que tu siervo hizo el día en que mi señor el rey salía de Jerusalén; que no lo guarde el rey en su corazón, 21 porque bien conoce tu siervo que he pecado, pero he venido hoy el primero de toda la casa de José, para bajar al encuentro de mi señor el rey.» 22 Entonces Abisay, hijo de Sarvia, tomó la palabra y dijo: «¿Es que no va a morir Semeí por haber maldecido al ungido de Yahveh?» 23 Pero David dijo: «¿Qué tengo yo con vosotros, hijos de Sarvia, que os convertís hoy en adversarios míos? ¿Ha de morir hoy alguien en Israel? ¿Acaso no conozco que hoy vuelvo a ser rey de Israel?» 24 El rey dijo a Semeí: «No morirás.» Y el rey se lo juró. 25 También Meribbaal, hijo de Saúl, bajó al encuentro del rey. No había aseado sus pies ni sus manos, no había cuidado su bigote ni había lavado sus vestidos desde el día en que se marchó el rey hasta el día en que volvió en paz. 26 Cuando llegó de Jerusalén al encuentro del rey, el rey le dijo: «¿Por qué no viniste conmigo, Meribbaal?» 27 Respondió él: «¡Oh rey, señor mío! Mi servidor me engañó: Tu siervo le había dicho: “Aparéjame el asno; montaré en él, y me iré con el rey”, porque tu siervo es cojo. 28 Ha calumniado a tu siervo ante mi señor el rey. Pero el rey mi señor es como el Ángel de Dios y harás lo que bien te pareciere. 29 Pues toda la familia de mi padre merecía la muerte de parte del rey mi señor, y tú, con todo, has puesto a tu siervo entre los que comen a tu mesa. ¿Qué derecho tengo yo a implorar todavía al rey?» 30 El rey le dijo: «¿Para qué vas a seguir repitiendo tus palabras? He decidido que tú y Sibá os repartáis las tierras.» 31 Dijo Meribbaal al rey: «Y aun todo puede llevárselo, ya que mi señor el rey ha vuelto en paz a su casa.» 32 También Barzillay de Galaad había bajado de Roguelim y había pasado el Jordán con el rey para despedirle en el Jordán. 33 Barzillay era muy anciano; tenía ochenta años. Había proporcionado alimentos al rey durante su estancia en Majanáyim, porque era un hombre muy rico. 34 Dijo el rey a Barzillay: «Sigue conmigo y yo te mantendré junto a mí en Jerusalén.» 35 Pero Barzillay dijo al rey: «¿Cuántos podrán ser los años de mi vida para que suba con el rey a Jerusalén? 36 Ochenta años tengo. ¿Puedo hoy distinguir entre lo bueno y lo malo? Tu siervo no llega ya a saborear lo que come o bebe, ni alcanzo ya a oír la voz de los cantores y cantoras. ¿Por qué tu siervo ha de seguir siendo una carga para el rey mi señor? 37 Tu siervo continuará con el rey un poco más allá del Jordán, pero ¿para qué ha de concederme el rey tal recompensa? 38 Permite que tu siervo se vuelva para morir en mi ciudad, junto al sepulcro de mi padre y de mi madre. Aquí está tu siervo Kimham. Que siga él con el rey mi señor y haz con él lo que bien te parezca.» 39 Dijo el rey: «Que venga Kimham conmigo; haré por él cuanto desees, y todo cuanto me pidas te lo concederé.» 40 Todo el pueblo pasó el Jordán. Pasó el rey, que besó a Barzillay y le bendijo, y éste se volvió a su casa. 41 Siguió el rey hacia Guilgal y Kimham pasó con él. Iba con el rey todo el pueblo de Judá y la mitad del pueblo de Israel. 42 En esto todos los hombres de Israel fueron al rey y le dijeron: «¿Por qué nuestros hermanos, los hombres de Judá, te tienen secuestrado y han hecho pasar el Jordán al rey, a su casa y a todos los hombres de David con él?» 43 Todos los hombres de Judá respondieron a los hombres de Israel: «Porque el rey está emparentado conmigo. ¿Por qué te ha de irritar esto? ¿Hemos comido acaso a expensas del rey? ¿O nos hemos llevado alguna ración?» 2 Samuel 192 Samuel 19 - Introducción* Joab hace que David deje de llorar. (1-8) David regresa a Jordania. (9-15) perdona a Shimei. (16-23) Mephibosheth excusado. (24-30) David se separa de Barzillai. (31-39) Israel discute con Judá. (40-43) 2 Samuel 19:1-81-8 Seguir lamentando por un hijo tan malo como Absalón fue muy imprudente y muy indigno. Joab censura a David, pero no con el debido respeto y deferencia a su soberano. Un caso simple puede ser justificado con aquellos que están por encima de nosotros, y pueden ser reprobados por lo que hacen mal, pero no debe ser con rudeza e insolencia. Sin embargo, David tomó la reprensión y el consejo, con prudencia y suavidad. Ceder el paso a tiempo, generalmente previene los efectos nocivos de las medidas equivocadas. 2 Samuel 19:9-159-15 La providencia de Dios, por las persuasiones de los sacerdotes y el interés de Amasa, llevó a la gente a resolver el retiro del rey. David no se movió hasta que recibió esta invitación. Nuestro Señor Jesús gobernará en aquellos que lo inviten al trono en sus corazones, y no hasta que sea invitado. Primero inclina el corazón, y lo hace dispuesto en el día de su poder, luego gobierna en medio de sus enemigos, Salmo 110:2; Salmo 110:3. 2 Samuel 19:16-2316-23 Aquellos que ahora menosprecian y abusan del Hijo de David, se alegrarían de hacer las paces cuando él venga en su gloria; Pero será muy tarde. Shimei no perdió el tiempo. Su abuso había sido personal, y con el sentimiento correcto de los hombres buenos, David podía perdonarlo más fácilmente. 2 Samuel 19:24-3024-30 David recuerda la pérdida de la herencia de Mefiboset; y expresó alegría por el regreso del rey. Un buen hombre soporta con satisfacción sus propias pérdidas, mientras ve a Israel en paz y al Hijo de David exaltado. 2 Samuel 19:31-3931-39 Barzillai pensó que se había hecho honor al hacer cualquier servicio al rey. Por lo tanto, cuando los santos sean llamados a heredar el reino, se sorprenderán de que la recompensa esté tan lejos del servicio, Mateo 25:37. Un buen hombre no iría a ningún lado para ser pesado; o, más bien será así para su propia casa que para la de otro. Es bueno para todos, pero especialmente se convierte en personas mayores, para pensar y hablar mucho de morir. La tumba está lista para mí, déjame ir y prepararme para ella. 2 Samuel 19:40-4340-43 Los hombres de Israel, aunque se despreciaron a sí mismos, y las palabras más feroces de los hombres de Judá produjeron efectos muy malos. Se podría evitar mucho mal, si los hombres observaran el orgullo, y recuerden que una respuesta suave aparta la ira. Aunque tenemos el derecho y la razón de nuestro lado, si lo hablamos con fiereza, Dios está disgustado. |
Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit