Miqueas 4 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

Miqueas 4

II. AFLUENCIA DE LAS NACIONES HACIA EL MONTE SIÓN, VICTORIA SOBRE LOS ENEMIGOS DE ISRAEL Y ANUNCIO DEL FUTURO REY MESIÁNICO, PROCEDENTE DE BELÉN
(4—5)

El reinado de paz del Señor

¹ En los últimos tiempos quedará afirmado el monte donde se halla el templo del Señor. Será el monte más alto; más alto que cualquier otro monte. Todas las naciones vendrán a él;

² pueblos numerosos llegarán, diciendo: «Vengan, subamos al monte del Señor, al templo del Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos y podamos andar por sus senderos.» Porque de Sión saldrá la enseñanza del Señor, de Jerusalén vendrá su palabra.

³ El Señor juzgará entre las naciones y decidirá los pleitos de pueblos numerosos, aun de los más lejanos. Ellos convertirán sus espadas en arados y sus lanzas en hoces. Ningún pueblo volverá a tomar las armas contra otro ni a recibir instrucción para la guerra.

⁴ Todos vivirán entonces sin temor, y cada cual podrá descansar a la sombra de su vid y de su higuera. ¡Son las propias palabras del Señor todopoderoso!

⁵ Los otros pueblos obedecen a sus propios dioses, pero nosotros siempre obedeceremos al Señor nuestro Dios.

El Señor salvará a su pueblo

⁶ Esto afirma el Señor: «En aquel día reuniré a mis ovejas, a las que había castigado: a las impedidas, cansadas y dispersas. Con ellas, con las que hayan quedado, haré una nación poderosa. Yo, el Señor, gobernaré a mi pueblo desde el monte Sión, ahora y siempre.

⁷

⁸ Y tú, Jerusalén, torre y fortaleza de Sión, tú volverás a ser la capital del reino, la gran señora que antes fuiste.»

⁹ Ahora pues, ¿por qué gritas así, como una mujer con dolores de parto? ¿Acaso porque en ti no hay rey? ¿O porque han muerto tus consejeros?

¹⁰ Retuércete y grita, ciudad de Sión, como una mujer con dolores de parto, porque tu gente va a salir de ti y tendrá que vivir a campo abierto, y aun llegará hasta Babilonia. Pero allí librará el Señor a su pueblo; lo salvará de sus enemigos.

¹¹ Ahora muchas naciones se han juntado en contra tuya, diciendo: «¡Vamos a darnos el gusto de ver a Jerusalén profanada!»

¹² Pero esas naciones no conocen los pensamientos y los planes de Dios; no saben que él las va a juntar como manojos de espigas en la era.

¹³ ¡Levántate y trilla, ciudad de Sión! Porque el Señor dice: «Yo te daré la fuerza de un toro de cuernos de hierro y pezuñas de bronce, para que destroces a muchos pueblos. Tú les quitarás sus riquezas mal habidas y me las consagrarás a mí, al Señor de toda la tierra.»

Miqueas 4

Miqueas 4 - Introducción

* La paz del reino de Cristo. (1-8) Los juicios que vendrán sobre Jerusalén, pero el triunfo final de Israel. (9-13)

Miqueas 4:1-8

1-8 Las naciones aún no se han sometido al Príncipe de la Paz, como para convertir sus espadas en rejas de arado, ni ha cesado la guerra. Pero son promesas muy valiosas, relacionadas con la iglesia del evangelio, que se cumplirán cada vez más, porque Él es fiel y ha prometido. Habrá una iglesia gloriosa para Dios establecida en el mundo, en los últimos días, en los días del Mesías. Cristo mismo lo construirá sobre una roca. Los gentiles adoraban a sus dioses ídolos; pero en el período mencionado, la gente se unirá al Señor con pleno propósito de corazón y se deleitará en hacer su voluntad. La palabra "detiene", describe a aquellos que no caminan de acuerdo con la palabra Divina. La recolección de los cautivos de Babilonia fue un ferviente curativo, purificador y próspero de la iglesia; y el reinado de Cristo continuará hasta que sea sucedido por el reino eterno del cielo. Alentémonos unos a otros para asistir a las ordenanzas de Dios, para que podamos aprender sus santos caminos, y caminar en ellos, recibiendo la ley de sus manos, que, escrita en nuestros corazones por su Espíritu, puede mostrar nuestro interés en el La justicia del redentor.

Miqueas 4:9-13

9-13 Muchas naciones se reunirían contra Sión para regocijarse en sus calamidades. No entenderían que el Señor los había recogido como se recogen las gavillas para ser trilladas; y que Sión se fortalecería para hacerlos pedazos. Todavía no ha tenido lugar nada en la historia de la iglesia judía que esté de acuerdo con esta predicción. Cuando Dios tiene un trabajo conquistador para su pueblo, él les proporcionará la fuerza y ​​la capacidad para hacerlo. Los creyentes deben llorar en voz alta bajo angustia, con la oración de fe, no con desánimo.