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Jeremías 27 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Jeremías 27

Acción simbólica: el yugo

1 El año cuarto del reinado de Sedequías, hijo de Josías, en Judá, el Señor se dirigió a Jeremías,

2 y le dijo: «Hazte unas correas y un yugo, y póntelo todo al cuello.

3 Luego manda un recado a los reyes de Edom, Moab, Amón, Tiro y Sidón por medio de los mensajeros que han venido a Jerusalén a visitar al rey Sedequías.

4 Ordénales decir a sus soberanos que yo, el Señor todopoderoso, el Dios de Israel, digo:

5 Con gran despliegue de poder hice el mundo, y los hombres y animales que hay en él, y puedo dárselo a quien yo quiera.

6 Pues bien, yo he puesto todas estas tierras bajo el poder de mi servidor Nabucodonosor, rey de Babilonia, y hasta a los animales salvajes los he puesto bajo su dominio.

7 Todas las naciones estarán sometidas a él, a su hijo y a su nieto, hasta que a su país le llegue el momento de estar también sometido a grandes naciones y reyes poderosos.

8 Y si algunas naciones o reyes no se someten al yugo de Nabucodonosor, yo los castigaré con guerra, hambre y peste, hasta que todos queden bajo su poder. Yo, el Señor, lo afirmo.

9 »Por tanto, no hagan ustedes caso a esos profetas, adivinos o intérpretes de sueños, ni a los hechiceros que pretenden predecir el futuro y que les aconsejan no someterse al rey de Babilonia.

10 Eso que les dicen es mentira, y lo único que van a conseguir ustedes es que los destierren de su país, y que yo los disperse y mueran.

11 En cambio, a la nación que se someta al poder del rey de Babilonia, yo la dejaré quedarse en su tierra para que viva en ella y la cultive. Yo, el Señor, lo afirmo.»

12 Yo, Jeremías, repetí todo esto a Sedequías, rey de Judá, y además le dije: «Sométanse al poder del rey de Babilonia y de su pueblo, y vivirán.

13 ¿Qué necesidad hay de que mueran tú y tu pueblo a causa de la guerra, el hambre y la peste? Porque el Señor ha dicho que esto le pasará a toda nación que no se someta al rey de Babilonia.

14 No hagan caso a esos profetas que les aconsejan no someterse al rey de Babilonia, porque lo que les dicen es mentira.

15 El Señor afirma que él no los envió; falsamente hablan ellos en el nombre del Señor. Y así, el Señor acabará por dispersarlos a ustedes, y ustedes y los profetas que les han dicho esas cosas morirán.»

16 También me dirigí a los sacerdotes y a todo el pueblo, y les dije: «Esto dice el Señor: “No hagan caso a los profetas que les aseguran que muy pronto van a ser devueltos de Babilonia los utensilios del templo. Eso que les dicen es mentira.

17 ¡No les hagan caso! Sométanse al rey de Babilonia y vivirán. ¿Qué necesidad hay de que esta ciudad se convierta en un montón de ruinas?

18 Si realmente son profetas, y en verdad yo les he hablado, que me pidan a mí, el Señor todopoderoso, que no permita que sean llevados a Babilonia los utensilios que aún quedan en el templo, en el palacio del rey de Judá y en Jerusalén.”

19 »Cuando el rey Nabucodonosor se llevó de Jerusalén a Jeconías, hijo de Joaquim, rey de Judá, y lo desterró a Babilonia junto con todos los hombres principales de Judá y de Jerusalén, no se llevó las columnas, ni la enorme pila de bronce para el agua, ni las bases, ni el resto de los utensilios del templo. El Señor todopoderoso dice a propósito de esos objetos que quedaron en el templo y en el palacio del rey de Judá y en Jerusalén:

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22 “Se los llevarán a Babilonia, y allí se quedarán hasta que yo quiera traerlos otra vez a este lugar. Yo, el Señor, lo afirmo.”»

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Jeremías 27

Jeremias 27 - Introducción

* Las naciones vecinas serán sometidas. (1-11) Sedequías está advertido de ceder. (12-18) Los vasos del templo serán llevados a Babilonia, pero luego serán restaurados. (19-22)

Jeremias 27:1-11

1-11 Jeremías debe preparar una señal de que todos los países vecinos quedarían sujetos al rey de Babilonia. Dios afirma su derecho a disponer de reinos como le plazca. Cualquier cosa que tenga de las cosas buenas de este mundo, es lo que Dios considera apropiado dar; debemos por lo tanto estar contentos. Las cosas de este mundo no son las mejores, porque el Señor a menudo da la mayor parte a los hombres malos. El dominio no se funda en la gracia. Aquellos que no servirán al Dios que los hizo, serán hechos justos para servir a sus enemigos que buscan arruinarlos. Jeremías les insta a evitar su destrucción, por sumisión. Un espíritu manso, por sumisión silenciosa a los giros más duros de la providencia, saca lo mejor de lo que es malo. Muchas personas pueden escapar de la destrucción de las providencias, sometiéndose a las humildes providencias. Es mejor tomar una cruz ligera en nuestro camino, que tirar de una pesada sobre nuestras propias cabezas. Los pobres de espíritu, los mansos y los humildes, disfrutan de la comodidad y evitan muchas miserias a las que están expuestos los de alto espíritu. En todos los casos, debe ser nuestro interés obedecer la voluntad de Dios.

Jeremias 27:12-18

12-18 Jeremías persuade al rey de Judá para que se rinda al rey de Babilonia. ¿Es sabio someterse al pesado yugo de hierro de un cruel tirano para que puedan asegurar sus vidas? ¿Y no es mucho más nuestra sabiduría someternos al yugo agradable y fácil de nuestro Señor y Maestro Jesucristo para que podamos asegurar nuestras almas? Sería bueno que los pecadores temieran la destrucción amenazada contra todos los que no quieren que Cristo reine sobre ellos. ¿Por qué deberían morir la segunda muerte, infinitamente peor que eso por la espada y el hambre, cuando pueden someterse y vivir? Y aquellos que alientan a los pecadores a seguir pecaminosamente, perecerán con ellos.

Jeremias 27:19-22

19-22 Jeremías les asegura que los vasos de bronce deben ir tras los de oro. Todo será llevado a Babilonia. Pero concluye con una amable promesa, que llegaría el momento en que deberían ser devueltos. Aunque el regreso de la prosperidad de la iglesia no llega en nuestro tiempo, no debemos desesperarnos, porque vendrá en el tiempo de Dios.


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Dios Habla Hoy (DHH)

Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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