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Hechos 16 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Hechos 16

Timoteo acompaña a Pablo y a Silas

1 Pablo llegó a Derbe y Listra, donde encontró a un creyente llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente y de padre griego.

2 Los hermanos de Listra y de Iconio hablaban bien de él.

3 Pablo quiso que Timoteo lo acompañara, pero antes lo hizo circuncidar para que no se ofendieran los judíos que vivían en aquellos lugares, ya que todos sabían que el padre de Timoteo era griego.

4 En todos los pueblos por donde pasaban, comunicaron a los hermanos las instrucciones dadas por los apóstoles y los ancianos de la iglesia de Jerusalén.

5 Así que las iglesias se afirmaban en la fe, y el número de creyentes aumentaba cada día.

Visión de Pablo

6 Como el Espíritu Santo no les permitió anunciar el mensaje en la provincia de Asia, atravesaron la región de Frigia y Galacia,

7 y llegaron a la frontera de Misia. De allí pensaban entrar en la región de Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo permitió.

8 Así que, pasando de largo por Misia, bajaron al puerto de Tróade.

9 Allí Pablo tuvo de noche una visión; vio a un hombre de la región de Macedonia, que puesto de pie le rogaba: «Pasa a Macedonia y ayúdanos.»

10 En cuanto Pablo tuvo esa visión, preparamos el viaje a Macedonia, seguros de que Dios nos estaba llamando para anunciar allí la buena noticia.

Predicación en Filipos

11 Nos embarcamos, pues, en Tróade, y fuimos directamente a la isla de Samotracia, y al día siguiente llegamos a Neápolis.

12 De allí fuimos a Filipos, que es una colonia romana y una ciudad muy importante de esa parte de Macedonia. Allí estuvimos algunos días.

13 El sábado salimos a las afueras de la ciudad, junto al río, donde pensamos que había un lugar de oración de los judíos. Nos sentamos y hablamos del evangelio a las mujeres que se habían reunido.

14 Una de ellas se llamaba Lidia; era de la ciudad de Tiatira y vendía telas finas de púrpura. A esta mujer, que adoraba a Dios y que estaba escuchando, el Señor la movió a poner toda su atención en lo que Pablo decía.

15 Fue bautizada, junto con toda su familia, y después nos rogó: —Si ustedes juzgan que de veras soy creyente en el Señor, vengan a alojarse en mi casa. Y nos obligó a quedarnos.

16 Sucedió una vez, cuando íbamos al lugar de oración, que encontramos a una muchacha poseída por un espíritu de adivinación. Era una esclava que, adivinando, daba a ganar mucho dinero a sus amos.

17 Esta muchacha comenzó a seguirnos a Pablo y a nosotros, gritando: —¡Estos hombres son servidores del Dios altísimo, y les anuncian a ustedes el camino de salvación!

18 Esto hizo durante muchos días, hasta que Pablo, ya molesto, terminó por volverse y decirle al espíritu que la poseía: —En el nombre de Jesucristo, te ordeno que salgas de ella. En aquel mismo momento el espíritu la dejó.

19 Pero cuando los amos de la muchacha vieron que ya no tenían más esperanza de ganar dinero por medio de ella, agarraron a Pablo y a Silas y los llevaron ante las autoridades, a la plaza principal.

20 Los presentaron a los jueces, diciendo: —Estos judíos están alborotando nuestra ciudad,

21 y enseñan costumbres que nosotros no podemos admitir ni practicar, porque somos romanos.

22 Entonces la gente se levantó contra ellos, y los jueces ordenaron que les quitaran la ropa y los azotaran con varas.

23 Después de haberlos azotado mucho, los metieron en la cárcel, y ordenaron al carcelero que los vigilara con el mayor cuidado.

24 Al recibir esta orden, el carcelero los metió en el lugar más profundo de la cárcel y los dejó con los pies sujetos en el cepo.

25 Pero a eso de la medianoche, mientras Pablo y Silas oraban y cantaban himnos a Dios, y los otros presos estaban escuchando,

26 vino de repente un temblor tan fuerte que sacudió los cimientos de la cárcel. En el mismo momento se abrieron todas las puertas, y a todos los presos se les soltaron las cadenas.

27 Cuando el carcelero despertó y vio que las puertas de la cárcel estaban abiertas, sacó su espada para matarse, pues pensaba que los presos se habían escapado.

28 Pero Pablo le gritó: —¡No te hagas ningún daño, que todos estamos aquí!

29 Entonces el carcelero pidió una luz, entró corriendo y, temblando de miedo, se echó a los pies de Pablo y de Silas.

30 Luego los sacó y les preguntó: —Señores, ¿qué debo hacer para salvarme?

31 Ellos contestaron: —Cree en el Señor Jesús, y obtendrás la salvación tú y tu familia.

32 Y les hablaron del mensaje del Señor a él y a todos los que estaban en su casa.

33 A esa misma hora de la noche, el carcelero les lavó las heridas, y luego él y toda su familia fueron bautizados.

34 Los llevó después a su casa y les dio de comer, y él y su familia estaban muy contentos por haber creído en Dios.

35 Por la mañana, los jueces mandaron unos guardias al carcelero con orden de soltar a Pablo y a Silas.

36 El carcelero le dijo a Pablo: —Los jueces me han ordenado que los suelte a ustedes; así que ya pueden irse tranquilos.

37 Pero Pablo dijo a los guardias: —A nosotros, que somos ciudadanos romanos, nos azotaron públicamente sin antes habernos juzgado, y nos metieron en la cárcel; ¿y ahora quieren soltarnos a escondidas? ¡Pues no! Que vengan ellos mismos a sacarnos.

38 Los guardias hicieron saber esto a los jueces, los cuales se asustaron al oír que se trataba de ciudadanos romanos.

39 Fueron, pues, los jueces a disculparse ante Pablo y Silas, y los sacaron y les rogaron que salieran de la ciudad.

40 Al salir de la cárcel, Pablo y Silas se dirigieron a casa de Lidia, y después de ver a los hermanos y animarlos, se fueron de allí.

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Hechos 16

Hechos 16 - Introducción

Pablo toma a Timoteo como ayudante. (1-5) Pablo va a Macedonia, la conversión de Lidia. (6-15) Expulsión de un espíritu maligno, Pablo y Silas son azotados y encarcelados. (16-24) La conversión del carcelero de Filipos. (25-34) Pablo y Silas liberados. (35-40)

Hechos 16:1-5

1-5 Bien puede la iglesia esperar mucho servicio de los ministros jóvenes que parten con el mismo espíritu que Timoteo. Pero cuando los hombres no se someten en nada, ni se obligan en nada, los primeros elementos del temperamento cristiano parecen faltar; y hay grandes razones para creer que las doctrinas y los preceptos del evangelio no serán enseñados con éxito. Siendo el propósito del decreto dejar de lado la ley ceremonial, y sus ordenanzas carnales, los creyentes fueron confirmados en la fe cristiana, porque establecía una manera espiritual de servir a Dios, como adecuada a la naturaleza tanto de Dios como del hombre. Así, la iglesia aumentaba en número cada día.

Hechos 16:6-15

6-15 Las remociones de los ministros, y la dispensación de los medios de gracia por ellos, están en particular bajo la conducta y dirección divina. Debemos seguir a la Providencia: y todo lo que pretendamos hacer, si no nos lo permite, debemos someterlo y creer que es para bien. Las personas tienen gran necesidad de ayuda para sus almas, y es su deber buscarla, e invitar a quienes entre ellas puedan ayudarlas. Y los llamados de Dios deben ser cumplidos prontamente. Los adoradores de Dios deben tener una asamblea solemne, si es posible, en el día de reposo. Si no tenemos sinagogas, debemos estar agradecidos por los lugares más privados, y recurrir a ellos; sin dejar de reunirnos, como son nuestras oportunidades. Entre los oyentes de Pablo había una mujer llamada Lidia. Tenía una vocación honesta, que el historiador destaca para su alabanza. Sin embargo, aunque tenía una vocación en mente, encontró tiempo para mejorar las ventajas para su alma. No nos excusará de nuestros deberes religiosos el decir: Tenemos un oficio que atender; porque ¿no tenemos también un Dios a quien servir, y almas que cuidar? La religión no nos aparta de nuestro negocio en el mundo, sino que nos dirige en él. El orgullo, los prejuicios y el pecado cierran el paso a las verdades de Dios, hasta que su gracia les abre paso en el entendimiento y los afectos; y sólo el Señor puede abrir el corazón para recibir y creer en su palabra. Tenemos que creer en Jesucristo; no se puede llegar a Dios como Padre, sino por el Hijo como Mediador.

Hechos 16:16-24

16-24 Satanás, aunque es el padre de la mentira, declarará las verdades más importantes, cuando pueda servir así a sus propósitos. Pero se hace mucho daño a los verdaderos siervos de Cristo por medio de predicadores impíos y falsos del evangelio, que son confundidos con ellos por observadores descuidados. Aquellos que hacen el bien sacando a los hombres del pecado, pueden esperar ser vilipendiados como perturbadores de la ciudad. Mientras enseñan a los hombres a temer a Dios, a creer en Cristo, a abandonar el pecado y a vivir piadosamente, serán acusados de enseñar malas costumbres.

Hechos 16:25-34

25-34 Los consuelos de Dios para sus siervos que sufren no son pocos ni pequeños. ¡Cuánto más felices son los verdaderos cristianos que sus prósperos enemigos! Como en la oscuridad, así desde las profundidades, podemos clamar a Dios. Ningún lugar, ningún momento está fuera de lugar para la oración, si el corazón se eleva a Dios. Ningún problema, por grave que sea, debe impedirnos alabar. El cristianismo demuestra ser de Dios, en cuanto nos obliga a ser justos con nuestra propia vida. Pablo clamó para que el carcelero oyera y atendiera, diciendo: No te hagas daño. Todas las advertencias de la palabra de Dios contra el pecado, y todas las apariencias de él, y los acercamientos a él, tienen esta tendencia. Hombre, mujer, no te arruines; no te hagas daño a ti mismo, y entonces nadie más podrá hacerte daño; no peques, porque nada más que eso puede hacerte daño. Incluso en cuanto al cuerpo, se nos advierte contra los pecados que le hacen daño. La gracia de la conversión cambia el lenguaje de las personas y de los buenos ministros. ¡Qué grave es la indagación del carcelero! Su salvación se convierte en su gran preocupación; eso está más cerca de su corazón, lo que antes estaba más lejos de sus pensamientos. Es su propia y preciosa alma la que le preocupa. Aquellos que están completamente convencidos del pecado, y verdaderamente preocupados por su salvación, se entregarán a Cristo. Aquí está el resumen de todo el evangelio, el pacto de gracia en pocas palabras: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, y tu casa. El Señor bendijo tanto la palabra, que el carcelero se ablandó y se humilló de inmediato. Los trató con bondad y compasión, y, profesando la fe en Cristo, fue bautizado en ese nombre, con su familia. El Espíritu de gracia obró una fe tan fuerte en ellos, que alejó toda duda; y Pablo y Silas supieron por el Espíritu, que una obra de Dios se había realizado en ellos. Cuando los pecadores se convierten de esta manera, amarán y honrarán a quienes antes despreciaban y odiaban, y tratarán de disminuir el sufrimiento que antes deseaban aumentar. Cuando los frutos de la fe comiencen a aparecer, los terrores serán seguidos por la confianza y el gozo en Dios.

Hechos 16:35-40

35-40 Pablo, aunque estaba dispuesto a sufrir por la causa de Cristo, y sin ningún deseo de vengarse, no eligió partir bajo la acusación de haber merecido un castigo injusto, y por lo tanto exigió ser despedido de manera honorable. El apóstol no se basó en un mero punto de honor, sino en la justicia, y no tanto para sí mismo como para su causa. Y cuando se presentan las debidas disculpas, los cristianos nunca deben expresar su enojo personal, ni insistir demasiado estrictamente en las reparaciones personales. El Señor los hará más que vencedores en todo conflicto; en lugar de abatirse por sus sufrimientos, se convertirán en consoladores de sus hermanos.


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Dios Habla Hoy (DHH)

Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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