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Éxodo 8 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Éxodo 8

1 1 (7.26) el Señor le dijo a Moisés: —Ve a ver al faraón, y dile: “Así dice el Señor: Deja ir a mi pueblo, para que me adore.

2 2 (7.27) Porque si tú no lo dejas ir, yo castigaré con ranasa todo tu país.

3 3 (7.28) El río hervirá de ranas, las cuales saldrán y se meterán en tu palacio, en el lugar donde duermes, sobre tu cama, en las casas de tus funcionarios y de tu gente, en tus hornos y en donde amasan tu pan.

4 4 (7.29) Las ranas saltarán sobre ti, sobre tus funcionarios y sobre toda tu gente.”

5 5 (1) El Señor le dijo a Moisés: —Dile a Aarón que extienda su bastón sobre los ríos, arroyos y lagunas, para que de allí salgan ranas y llenen el país de Egipto.

6 6 (2) Aarón lo extendió sobre las aguas de Egipto, y todo el país se llenó de las ranas que salieron de allí.

7 7 (3) Sin embargo, los magos hicieron lo mismo por medio de sus artes mágicas, y también trajeron ranas sobre el territorio egipcio.

8 8 (4) Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y Aarón, y les dijo: —Pídanle al Señor que nos quite las ranas a mí y a mi gente, y dejaré que tu gente vaya a ofrecer sacrificios al Señor.

9 9 (5) Moisés le contestó al faraón: —Dime cuándo quieres que yo le pida por ti, por tus funcionarios y por tu gente, para que las ranas se alejen de ti y de tu palacio, y se queden solo en el río.

10 10 (6) —Mañana mismo —dijo el faraón. Y Moisés contestó: —Así se hará, para que sepas que no hay nadie como el Señor nuestro Dios.

11 11 (7) Las ranas se irán de tu palacio y se quedarán solamente en el río. Ya no te molestarán ni a ti, ni a tus funcionarios, ni a tu gente.

12 12 (8) Moisés y Aarón salieron del palacio del faraón. Después Moisés pidió al Señor que alejara las ranas que había enviado sobre el faraón.

13 13 (9) El Señor hizo lo que Moisés le pedía, y murieron las ranas que había en casas, patios y campos.

14 14 (10) La gente recogía las ranas muertas y las amontonaba, y por todas partes olía mal.

15 15 (11) Sin embargo, en cuanto el faraón se vio libre de su problema, se puso terco y no les hizo caso a Moisés y Aarón, tal como el Señor lo había dicho.

La plaga de mosquitos

16 16 (12) El Señor le dijo a Moisés: —Dile a Aarón que extienda su bastón y que golpee con él el polvo de la tierra, para que se convierta en mosquitos en todo Egipto.

17 17 (13) Así lo hicieron. Aarón extendió su bastón y golpeó el polvo del suelo, y todo el polvo de Egipto se convirtió en mosquitos que atacaban a hombres y animales.

18 18 (14) Los magos trataron también de producir mosquitos por medio de sus artes mágicas, pero no pudieron. Mientras tanto, los mosquitos atacaban a hombres y animales.

19 19 (15) Entonces los magos le dijeron al faraón: —¡Aquí está la mano de Dios! Pero el faraón se puso terco y no les hizo caso, tal como el Señor lo había dicho.

La plaga de tábanos

20 20 (16) El Señor le dijo a Moisés: —El faraón va a ir mañana temprano al río, así que levántate de madrugada y ve a decirle: “Así ha dicho el Señor: Deja ir a mi pueblo, para que me adore.

21 21 (17) Porque si tú no lo dejas ir, yo enviaré tábanos sobre ti, sobre tus funcionarios y tu gente, y sobre tus casas. Se llenarán de tábanos las casas de los egipcios, y hasta el suelo mismo.

22 22 (18) Pero cuando eso suceda, haré una excepción con la región de Gosen, donde vive mi pueblo. Allí no habrá un solo tábano. Así sabrás que yo, el Señor, estoy en este país.

23 23 (19) Haré distinción entre mi pueblo y el tuyo. Esto tendrá lugar mañana.”

24 24 (20) Así lo hizo el Señor, y una espesa nube de tábanos invadió el palacio del faraón, las casas de sus funcionarios y todo el territorio egipcio. Los tábanos dejaron el país completamente arruinado.

25 25 (21) Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y Aarón, y les dijo: —Vayan a ofrecer sacrificios a su Dios, pero sin salir del país.

26 26 (22) Y Moisés contestó: —No estaría bien hacerlo así, porque los animales que ofrecemos al Señor nuestro Dios son sagrados para los egipcios. Si los egipcios nos vieran sacrificar los animales que ellos adoran, estoy seguro de que nos matarían a pedradas.

27 27 (23) Debemos ir al desierto, a tres días de camino, y ofrecer allí sacrificios al Señor nuestro Dios, tal como él nos lo ordene.

28 28 (24) Entonces el faraón dijo: —Los dejaré ir al desierto para que ofrezcan sacrificios al Señor su Dios, con la condición de que no se vayan demasiado lejos. Y pídanle también por mí.

29 29 (25) Y Moisés contestó: —En cuanto yo salga de aquí, le pediré al Señor que mañana se alejen los tábanos de ti, de tus funcionarios y de tu pueblo, siempre y cuando no sigas engañándonos ni impidiendo que los israelitas vayan a ofrecer sacrificios al Señor.

30 30 (26) En cuanto Moisés salió del palacio del faraón, oró al Señor,

31 31 (27) y el Señor hizo lo que Moisés le pidió: los tábanos se alejaron del faraón, de sus funcionarios y de su gente.

32 32 (28) Pero el faraón volvió a ponerse terco, y no dejó ir a los israelitas.

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Éxodo 8

Éxodo 8 - Introducción

* La plaga de las ranas. (1-15) La plaga de piojos. (16-19) La plaga de moscas. (20-32)

Éxodo 8:1-15

1-15 Faraón fue afligido con ranas; su gran número las convirtió en plagas severas para los egipcios. Dios podría haber plagado a Egipto con leones, osos, lobos o aves rapaces, pero eligió hacerlo con estas despreciables criaturas. Dios, cuando lo desea, puede armar a las partes más pequeñas de la creación en nuestra contra. De esta manera humilló a Faraón. Ni comían, ni bebían, ni dormían en paz; dondequiera que estuvieran, las ranas los molestaban. La maldición de Dios sobre una persona la perseguirá dondequiera que vaya y pesará sobre ella sin importar lo que haga. Faraón cedió bajo esta plaga. Prometió que dejaría ir al pueblo. Aquellos que desafían a Dios y la oración, tarde o temprano, se verán en la necesidad de ambos. Pero cuando Faraón vio que había un respiro, endureció su corazón. Hasta que el corazón sea renovado por la gracia de Dios, los pensamientos producidos por la aflicción no permanecen; las convicciones se desvanecen y las promesas dadas son olvidadas. Hasta que el estado del aire cambie, lo que se descongela al sol se volverá a congelar en la sombra.

Éxodo 8:16-19

16-19 Estos piojos fueron producidos del polvo de la tierra; De cualquier parte de la creación, Dios puede buscar un flagelo con el cual corregir a los que se rebelan contra él. Hasta el polvo de la tierra lo obedece. Estos piojos eran muy problemáticos, así como vergonzosos para los egipcios, cuyos sacerdotes estaban obligados a esforzarse mucho para que nunca se encontraran alimañas sobre ellos. Todas las plagas infligidas a los egipcios, tenían referencia a sus crímenes nacionales, o se volvieron particularmente severas por sus costumbres. Los magos intentaron imitarlo, pero no pudieron. Los obligó a confesar: ¡Este es el dedo de Dios! El control y la restricción que se nos imponen deben ser de un poder divino. Tarde o temprano Dios obligará incluso a sus enemigos a reconocer su propio poder. Faraón, a pesar de esto, era cada vez más obstinado.

Éxodo 8:20-32

20-32 Faraón madrugó para llevar a cabo sus falsas devociones al río; ¿y nosotros estaremos más dormidos y somnolientos cuando se trata de hacer algún servicio al Señor? Tanto los egipcios como los hebreos serían marcados en la plaga de las moscas. El Señor conoce a los que son suyos y hará que se manifieste, tal vez en este mundo, pero ciertamente en el otro, que los ha apartado para sí mismo. Faraón aceptó a regañadientes hacer un trato con Moisés y Aarón. Estaba dispuesto a permitirles sacrificar a su Dios, con la condición de que lo hicieran en la tierra de Egipto. Sin embargo, sería una abominación para Dios que ofrecieran los sacrificios egipcios, y sería una abominación para los egipcios que ofrecieran a Dios los objetos de su adoración, es decir, sus terneros o bueyes. Aquellos que deseen ofrecer sacrificios aceptables a Dios deben separarse de los impíos y profanos. También deben retirarse del mundo. Israel no puede celebrar la fiesta del Señor ni en los hornos de ladrillos ni en las ollas de carne de Egipto. Y deben sacrificar como Dios lo ordene, no de otra manera. Aunque estaban esclavizados a Faraón, debían obedecer los mandamientos de Dios. Faraón consiente en que vayan al desierto, con la condición de que no vayan demasiado lejos y que él pueda traerlos de vuelta. Así que, algunos pecadores, en un ataque de convicción, se desprenden de sus pecados, pero les duele que se alejen demasiado; porque cuando pasa el susto, volverán a ellos. Moisés prometió el levantamiento de esta plaga. Pero que Faraón no engañe más. No os engañéis; Dios no puede ser burlado. Si creemos que podemos engañar a Dios con un arrepentimiento falso y una rendición falsa a Él, estaremos engañándonos a nosotros mismos de forma fatal. Faraón volvió a endurecer su corazón. Los deseos lujuriosos rompen las ataduras más fuertes y hacen que las personas presuman y se retracten de su palabra. Muchos parecen estar en serio, pero guardan alguna reserva, algún pecado secreto y amado. No quieren verse a sí mismos en peligro de una miseria eterna. Se abstendrán de otros pecados, harán mucho, darán mucho e incluso se castigarán mucho a sí mismos. A veces lo dejarán, como si su pecado se alejara un poco; pero no se decidirán a separarse de todo y seguir a Cristo, llevando la cruz. En lugar de eso, se arriesgarán todo. Están tristes, pero se apartan de Cristo, decididos a retener el mundo por el momento, y esperan algún momento futuro en el que puedan obtener la salvación sin sacrificios costosos; pero, finalmente, el pobre pecador es expulsado en su maldad y se queda sin esperanza para lamentar su locura.


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Dios Habla Hoy (DHH)

Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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