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Deuteronomio 1 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Deuteronomio 1

I. PRIMER DISCURSO INTRODUCTORIO DE MOISÉS
(1—4)

Introducción

1 Estas son las palabras que Moisés dirigió a todo Israel cuando estaban en el desierto, al este del río Jordán, es decir, en el Arabá, frente a Suf y entre las regiones de Parán, Tófel, Labán, Haserot y Dizahab.

2 Desde el monte Horeb hasta Cadés-barnea hay once días de camino, siguiendo la ruta del monte de Seír.

3 El día primero del mes undécimo, en el año cuarenta, después de haber derrotado Moisés a Sihón, rey de los amorreos, que vivía en Hesbón, y a Og, rey de Basán, que vivía en Astarot, en la región de Edrei, Moisés comunicó a los israelitas todas las cosas que el Señor le había ordenado que ellos cumplieran.

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5 Cuando estaban al este del río Jordán, en el país de Moab, Moisés comenzó a dar las siguientes instrucciones:

6 «El Señor nuestro Dios nos dijo esto en Horeb: “Ustedes han estado ya mucho tiempo en este monte.

7 Recojan sus cosas y vayan a las montañas de los amorreos y a todas sus regiones vecinas: el Arabá, la región montañosa, la llanura, el Négueb, la costa, el país de los cananeos y el Líbano, hasta el gran río Éufrates.

8 Yo les he entregado el país; vayan y tomen posesión de la tierra que yo, el Señor, juré dar a los antepasados de ustedes, es decir, a Abraham, Isaac y Jacob, y a sus descendientes.”


(Ex 18.13-27)

Nombramiento de jueces

9 »En aquella misma ocasión yo les dije a ustedes: “Yo solo no puedo hacerme cargo de todos ustedes.

10 Tantos hijos les ha dado el Señor su Dios, que ahora son ustedes un pueblo tan numeroso como las estrellas del cielo.

11 ¡Que el Señor y Dios de sus antepasados los haga mil veces más numerosos de lo que ahora son, y los bendiga conforme a la promesa que les hizo!

12 Yo solo, sin embargo, no puedo llevar la pesada carga de atender todos sus problemas y pleitos.

13 Por lo tanto, escojan de cada tribu hombres sabios, inteligentes y experimentados, para que yo los ponga como jefes de ustedes.”

14 »Y ustedes me respondieron: “Nos parece muy bien lo que propones.”

15 »Entonces tomé de cada tribu de ustedes los hombres más sabios y experimentados, y les di autoridad sobre ustedes; a unos los puse a cargo de mil hombres, a otros a cargo de cien, a otros de cincuenta, a otros de diez, y a otros los puse a cargo de cada tribu.

16 Al mismo tiempo les di a sus jueces las siguientes instrucciones: “Atiendan a todos y háganles justicia, tanto a sus compatriotas como a los extranjeros;

17 y al dictar sentencia, no hagan ninguna distinción de personas: atiendan tanto a los humildes como a los poderosos, sin tenerle miedo a nadie, porque el juicio es de Dios. Y si se les presenta algún caso difícil, pásenmelo para que yo lo atienda.”

18 »En aquella ocasión les di amplias instrucciones acerca de todo lo que debían hacer.


(Nm 13.1—14.4)

Misión de los doce espías

19 »Cuando salimos de Horeb, nos dirigimos a los montes de los amorreos, obedeciendo así las órdenes del Señor nuestro Dios. Recorrimos todo aquel grande y terrible desierto que ustedes vieron, hasta que llegamos a Cadés-barnea.

20 Allí les dije: “Ya hemos llegado a los montes de los amorreos, que el Señor nuestro Dios nos da.

21 El Señor, el Dios de ustedes, les entrega esta tierra. Adelante, pues, y ocúpenla tal como lo ha dicho el Señor, el Dios de sus antepasados. No tengan miedo ni se desanimen.”

22 Pero ustedes vinieron a decirme: “Será mejor que algunos de nosotros se adelanten y exploren este país, y que luego regresen a decirnos qué camino debemos seguir y en qué ciudades podemos entrar.”

23 »Lo que ustedes propusieron me pareció bien, y entonces escogí a doce de ustedes, uno de cada tribu,

24 los cuales se encaminaron hacia la región montañosa y llegaron al valle de Escol y recorrieron toda la región.

25 Después tomaron frutos de aquella tierra y nos los trajeron, con este informe: “La tierra que el Señor nuestro Dios nos da es magnífica.”

26 Pero ustedes no quisieron ir, sino que desobedecieron la orden que el Señor nuestro Dios les había dado,

27 y en sus casas se pusieron a murmurar y a decir: “El Señor no nos quiere; nos sacó de Egipto tan solo para ponernos en manos de los amorreos y acabar con nosotros.

28 Y ahora, ¿a dónde vamos a ir? Nuestros compatriotas dicen que allí hay gente más poderosa y alta que nosotros, y grandes ciudades rodeadas de altísimas murallas, y que hasta vieron descendientes del gigante Anac. Todo eso nos ha desanimado por completo.”

29 »Entonces yo les respondí: “No se alarmen. No les tengan miedo.

30 El Señor su Dios marcha al frente de ustedes y combatirá por ustedes, tal como vieron que lo hizo en Egipto

31 y en el desierto. El Señor su Dios los ha tomado en sus brazos durante todo el camino que han recorrido hasta llegar a este lugar, como un padre que toma en brazos a su hijo.”

32 Sin embargo, ustedes no confiaron en el Señor su Dios,

33 el cual iba delante de ustedes para escoger el lugar donde debían acampar. De noche les señalaba con fuego el camino que tenían que seguir, y de día se lo señalaba con una nube.


(Nm 14.20-35)

El Señor se enoja contra los israelitas

34 »Cuando el Señor oyó las murmuraciones de ustedes, se enojó mucho e hizo este juramento:

35 “Ni una sola persona de esta mala generación verá la buena tierra que prometí dar a sus antepasados.

36 Haré una excepción con Caleb, hijo de Jefuné; él sí la verá, y a él y a sus descendientes les daré la tierra donde pongan el pie, por haber seguido con toda fidelidad al Señor.”

37 »Y por culpa de ustedes, el Señor se enojó conmigo y me dijo: “Tampoco tú entrarás en esa tierra.

38 En tu lugar entrará tu ayudante Josué, hijo de Nun. Anímalo, pues él será quien entregue el país a Israel.

39 Y aunque ustedes creyeron que el enemigo les arrebataría a sus mujeres y niños, serán esos niños, que todavía no tienen uso de razón, los que entrarán en el país; yo se lo daré a ellos en propiedad.

40 En cuanto a ustedes, ¡vuelvan al desierto!, ¡vayan de nuevo al Mar Rojo!”


(Nm 14.39-45)

Necedad y derrota de los israelitas

41 »Entonces ustedes me contestaron: “Hemos pecado contra el Señor, pero ahora iremos y lucharemos tal como el Señor nuestro Dios nos lo ha ordenado.” Y tomaron ustedes sus armas, creyendo que era muy fácil subir al monte.

42 Pero el Señor me dijo que les advirtiera: “No vayan a pelear; no se expongan a que sus enemigos los derroten, pues yo no estoy con ustedes.”

43 »Yo les hice esa advertencia, pero ustedes no me hicieron caso, sino que se rebelaron contra la orden del Señor, y con aires de grandeza subieron a la región montañosa.

44 Entonces los amorreos, que vivían en aquellos montes, salieron al encuentro de ustedes y, como avispas, los persiguieron y los derrotaron en Seír y hasta Hormá.

45 Cuando ustedes regresaron, lloraron ante el Señor, pero él no escuchó sus lamentos.

46 Por eso tuvieron ustedes que quedarse a vivir tanto tiempo en la región de Cadés.

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Deuteronomio 1

Deuteronomio 1:1-8

1-8 Moisés habló al pueblo que todo el Señor le había dado en mandamiento. Horeb estaba a solo once días de Kadesh-barnea. Esto era para recordarles que su propia mala conducta había ocasionado sus tediosos vagabundeos; para que puedan comprender más fácilmente las ventajas de la obediencia. Ahora deben seguir adelante. Aunque Dios causa problemas y aflicción a su pueblo, sabe cuándo han sido juzgados lo suficiente. Cuando Dios nos ordena que avancemos en nuestro curso cristiano, pone ante nosotros el Canaán celestial para nuestro aliento.

Deuteronomio 1:9-18

9-18 Moisés recuerda a la gente la feliz constitución de su gobierno, que podría hacerlos a todos seguros y fáciles, si no fuera su propia culpa. Él posee el cumplimiento de la promesa de Dios a Abraham, y ora por el cumplimiento de la misma. No estamos limitados en el poder y la bondad de Dios; ¿Por qué debemos estar limitados en nuestra propia fe y esperanza? Se les dieron buenas leyes a los israelitas, y los hombres buenos debían velar por su ejecución, lo que les mostró la bondad de Dios y el cuidado de Moisés.

Deuteronomio 1:19-46

19-46 Moisés les recuerda a los israelitas su marcha desde Horeb a Kadesh-barnea, a través de ese gran y terrible desierto. Muestra cuán cerca estaban de un feliz asentamiento en Canaán. Se agravará la ruina eterna de los hipócritas, que no estaban lejos del reino de Dios. Como si no fuera suficiente que estuvieran seguros de su Dios antes que ellos, enviarían hombres antes que ellos. Nunca nadie miró a Tierra Santa, pero deben ser dueños de ella para ser una buena tierra. ¿Y había alguna causa para desconfiar de este Dios? Un corazón incrédulo estaba en el fondo de todo esto. Toda desobediencia a las leyes de Dios, y la desconfianza de su poder y bondad, fluyen de la incredulidad de su palabra, ya que toda obediencia verdadera surge de la fe. Es rentable para nosotros dividir nuestras vidas pasadas en períodos distintos; dar gracias a Dios por las misericordias que hemos recibido en cada uno, confesar y buscar el perdón de todos los pecados que podamos recordar; y así renovar nuestra aceptación de la salvación de Dios, y nuestra entrega de nosotros mismos a su servicio. Nuestros propios planes rara vez sirven para un buen propósito; mientras que el coraje en el ejercicio de la fe, y en el camino del deber, le permite al creyente seguir al Señor completamente, ignorar todo lo que se opone, triunfar sobre toda oposición y aferrarse firmemente a las bendiciones prometidas.


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Dios Habla Hoy (DHH)

Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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