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Daniel 6 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Daniel 6

Daniel en el foso de los leones

1 1 (2) El rey Darío decidió nombrar ciento veinte gobernadores regionales para que se encargaran de las distintas partes del reino.

2 2 (3) Al frente de ellos puso tres supervisores, para que vigilaran la administración de los gobernadores, con el fin de que el rey no saliera perjudicado en nada. Uno de los supervisores era Daniel,

3 3 (4) quien pronto se distinguió de los otros supervisores y jefes regionales por su gran capacidad; por eso el rey pensó en ponerlo al frente del gobierno de la nación.

4 4 (5) Los supervisores y gobernadores buscaron entonces un motivo para acusarlo de mala administración del reino, pero como Daniel era un hombre honrado, no le encontraron ninguna falta; por lo tanto no pudieron presentar ningún cargo contra él.

5 5 (6) Sin embargo, siguieron pensando en el asunto, y dijeron: «No encontraremos ningún motivo para acusar a Daniel, a no ser algo que tenga que ver con su religión.»

6 6 (7) Así pues, los supervisores y gobernadores se pusieron de acuerdo para ir a hablar con el rey Darío, y cuando estuvieron en su presencia le dijeron: —¡Que viva Su Majestad para siempre!

7 7 (8) Todas las autoridades que gobiernan la nación han tenido una junta, en la que acordaron la publicación de un decreto real ordenando que, durante treinta días, nadie dirija una súplica a ningún dios ni hombre, sino solo a Su Majestad. El que no obedezca, deberá ser arrojado al foso de los leones.

8 8 (9) Por lo tanto, confirme Su Majestad el decreto, y fírmelo para que no pueda ser modificado, conforme a la ley de los medos y los persas, que no puede ser anulada.

9 9 (10) Ante esto, el rey Darío firmó el decreto.

10 10 (11) Y cuando Daniel supo que el decreto había sido firmado, se fue a su casa, abrió las ventanas de su dormitorio, el cual estaba orientado hacia Jerusalén, y se arrodilló para orar y alabar a Dios. Esto lo hacía tres veces al día, tal como siempre lo había hecho.

11 11 (12) Entonces aquellos hombres entraron juntos en la casa de Daniel, y lo encontraron orando y alabando a su Dios.

12 12 (13) En seguida fueron a ver al rey para hablarle del decreto, y le dijeron: —Su Majestad ha publicado un decreto, según el cual, aquel que durante estos treinta días dirija una súplica a cualquier dios o a cualquier hombre que no sea Su Majestad, será arrojado al foso de los leones, ¿no es verdad? —Así es —respondió el rey—. Y el decreto debe cumplirse conforme a la ley de los medos y los persas, que no puede ser anulada.

13 13 (14) Entonces ellos siguieron diciendo: —Pues Daniel, uno de esos judíos desterrados, no muestra ningún respeto por Su Majestad ni por el decreto publicado, ya que lo hemos visto hacer su oración tres veces al día.

14 14 (15) Al oír esto, el rey quedó muy triste, y buscó la manera de salvar a Daniel. Hasta la hora de ponerse el sol hizo todo lo posible para salvarlo,

15 15 (16) pero aquellos hombres se presentaron otra vez al rey y le dijeron: —Su Majestad sabe bien que, según la ley de los medos y los persas, ninguna prohibición o decreto firmado por el rey puede ser anulado.

16 16 (17) Entonces el rey ordenó que trajeran a Daniel y lo echaran al foso de los leones. Pero antes que se cumpliera la sentencia, el rey le dijo a Daniel: —¡Que tu Dios, a quien sirves con tanta fidelidad, te salve!

17 17 (18) En cuanto Daniel estuvo en el foso, trajeron una piedra y la pusieron sobre la boca del foso, y el rey la selló con su sello real y con el sello de las altas personalidades de su gobierno, para que también en el caso de Daniel se cumpliera estrictamente lo establecido por la ley.

18 18 (19) Después el rey se fue a su palacio y se acostó sin cenar y sin entregarse a sus distracciones habituales; además, no pudo dormir en toda la noche.

19 19 (20) Tan pronto como amaneció, se levantó y fue a toda prisa al foso de los leones.

20 20 (21) Cuando el rey estuvo cerca, llamó con voz triste a Daniel, diciendo: —Daniel, siervo del Dios viviente, ¿pudo tu Dios, a quien sirves con tanta fidelidad, librarte de los leones?

21 21 (22) Y Daniel le respondió: —¡Que viva Su Majestad para siempre!

22 22 (23) Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones para que no me hicieran ningún daño, pues Dios sabe que soy inocente y que no he hecho nada malo contra Su Majestad.

23 23 (24) Entonces el rey se alegró mucho y ordenó que sacaran del foso a Daniel. Cuando lo sacaron, no le encontraron ninguna herida, porque tuvo confianza en su Dios.

24 24 (25) Después, por orden del rey, fueron traídos los hombres que habían acusado a Daniel, y junto con sus mujeres y sus hijos fueron echados al foso de los leones; y aún no habían llegado al fondo cuando ya los leones se habían lanzado sobre ellos y los habían despedazado.

25 25 (26) Entonces el rey Darío escribió a la gente de todas las naciones y lenguas de la tierra, diciéndoles: «Deseo a ustedes paz y prosperidad,

26 26 (27) y ordeno y mando que en todo mi imperio se respete y reverencie al Dios de Daniel. »Porque él es el Dios viviente, y permanece para siempre. Su reino no será jamás destruido ni su poder tendrá fin.

27 27 (28) Él es el salvador y el libertador; el que hace señales maravillosas en el cielo y en la tierra. Él ha salvado a Daniel de las garras de los leones.»

28 28 (29) Y Daniel siguió siendo una alta personalidad del gobierno en el reinado de Darío, y también en el reinado de Ciro, rey de Persia.

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Daniel 6

Daniel 6 - Introducción

* La malicia de los enemigos de Daniel. (1-5) Su constancia en la oración. (6-10) Es arrojado a la guarida del león. (11-17) su preservación milagrosa. (18-24) El decreto de Darío. (25-28)

Daniel 6:1-5

1-5 Notamos, para la gloria de Dios, que aunque Daniel ahora era muy viejo, podía hacer negocios y había seguido fiel a su religión. Es para la gloria de Dios, cuando aquellos que profesan religión, se conducen para que sus enemigos más vigilantes no encuentren ninguna ocasión para culparlos, salvo solo en los asuntos de su Dios, en los que caminan de acuerdo con sus conciencias.

Daniel 6:6-10

6-10 Prohibir la oración durante treinta días es, por tanto tiempo, robarle a Dios todo el tributo que tiene del hombre, y robarle al hombre todo el consuelo que tiene en Dios. ¿No le dirige el corazón de cada hombre, cuando está en necesidad o angustia, invocar a Dios? No podríamos vivir un día sin Dios; ¿Y pueden los hombres vivir treinta días sin oración? Sin embargo, es de temer que aquellos que, sin ningún decreto que los prohíba, no presenten peticiones serias y sinceras a Dios por más de treinta días juntos, sean mucho más numerosos que aquellos que le sirven continuamente, con corazones humildes y agradecidos. Las leyes de persecución siempre se hacen con falsas pretensiones; pero no se convierte en cristiano para quejarse amargamente, o para cometer maldades. Es bueno tener horas para la oración. Daniel oró abierta y abiertamente; y aunque era un hombre de grandes negocios, no creía que eso lo excusara de los ejercicios diarios de devoción. ¡Cuán inexcusables son aquellos que tienen poco que hacer en el mundo y, sin embargo, no harán tanto por sus almas! En tiempos difíciles debemos prestar atención, no sea que, con el pretexto de discreción, seamos culpables de cobardía en la causa de Dios. Todos los que arrojan sus almas, como aquellos que ciertamente viven sin oración, incluso si es para salvar sus vidas, al final serán encontrados como tontos. Tampoco Daniel solo rezó, y no dio gracias, cortando una parte del servicio para acortar el tiempo de peligro; pero él realizó todo. En una palabra, el deber de la oración se basa en la suficiencia de Dios como Creador y Redentor todopoderoso, y en nuestras necesidades como criaturas pecaminosas. A Cristo debemos volver nuestros ojos. Allí dejó que el cristiano mirara, allí le dejó rezar, en esta tierra de su cautiverio.

Daniel 6:11-17

11-17 No es una novedad que lo que se hace fielmente, en conciencia hacia Dios, sea tergiversado como obstinado, y en desprecio de los poderes civiles. Por falta de la debida consideración, a menudo hacemos lo que luego, como Darius, vemos que hace miles de veces desear deshacer nuevamente. Daniel, ese hombre venerable, es llevado como el más vil de los malhechores, y es arrojado a la guarida de los leones, para ser devorado, solo por adorar a su Dios. Sin duda, la colocación de la piedra fue ordenada por la providencia de Dios, para que el milagro de la liberación de Daniel pudiera parecer más claro; y el rey lo selló con su propio sello, probablemente para que los enemigos de Daniel no lo mataran. Encomendamos nuestras vidas y almas a Dios, haciendo el bien. No podemos confiar plenamente ni siquiera en los hombres a quienes servimos fielmente; pero los creyentes pueden, en todos los casos, estar seguros del favor divino y el consuelo.

Daniel 6:18-24

18-24 La mejor manera de pasar una buena noche es mantener una buena conciencia. Estamos seguros de lo que el rey dudaba, que los siervos del Dios viviente tienen un Maestro capaz de protegerlos. Vea el poder de Dios sobre las criaturas más feroces, y crea su poder para contener al león rugiente que anda continuamente buscando devorar. Daniel se mantuvo perfectamente a salvo, porque creía en su Dios. Aquellos que confiaron valiente y alegremente en Dios para protegerlos en el cumplimiento del deber, siempre encontrarán en él una ayuda presente. Así el justo es librado de la angustia, y el impío viene en su lugar. El breve triunfo de los malvados terminará en su ruina.

Daniel 6:25-28

25-28 Si vivimos en el temor de Dios y caminamos de acuerdo con esa regla, la paz estará sobre nosotros. El reino, el poder y la gloria, para siempre, son del Señor; pero muchos se emplean para dar a conocer sus maravillosas obras a otros, quienes siguen siendo extraños a su gracia salvadora. Que seamos hacedores, así como creyentes de su palabra, al menos al final se nos descubrirá que nos hemos engañado a nosotros mismos.


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Dios Habla Hoy (DHH)

Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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