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Romanos 1 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Romanos 1

1 Pablo, siervo de Jesucristo, apóstol por llamamiento divino, elegido para el evangelio de Dios

2 que previamente hab a prometido, por medio de sus profetas, en las Sagradas Escrituras,

3 acerca de su Hijo - nacido del linaje de David según la carne;

4 constituido Hijo de Dios con poder, según el esp ritu santificador, a partir de su resurrección de entre los muertos -, Jesucristo nuestro Se or;

5 por quien hemos recibido la gracia del apostolado, para conseguir, a gloria de su nombre, la obediencia a la fe entre todos los gentiles,

6 entre los cuales estáis también vosotros, por llamamiento de Jesucristo.

7 A todos los amados de Dios que estáis en Roma, llamados a ser pueblo santo: gracia y paz a vosotros de parte de Dios nuestro Padre y del Se or Jesucristo.

8 Primeramente, doy gracias a mi Dios, por mediación de Jesucristo, a causa de todos vosotros, porque vuestra fe es celebrada en todo el mundo.

9 Porque Dios, a quien doy culto en mi esp ritu anunciando el evangelio de su Hijo, me es testigo de que os recuerdo incensantemente

10 en mis oraciones, para ver si, por fin, se me allana alguna vez el camino y pueda, si Dios as lo quiere, llegar hasta vosotros.

11 Pues estoy anhelando vivamente veros, para comunicaros algún don espiritual con el que quedéis fortalecidos,

12 o mejor, para que, en vuestra compa a, recibamos mutuo aliento, por medio de la fe que nos es común tanto a vosotros como a m.

13 No quiero que ignoréis, hermanos, que muchas veces me he propuesto llegar hasta vosotros, para recoger también entre vosotros, al igual que entre los demás gentiles, algún fruto; pero hasta ahora me ha sido imposible.

14 Yo me debo tanto a griegos como a bárbaros, a sabios como a ignorantes;

15 as que, por lo que a m toca, deseo vivamente proclamar el evangelio también entre vosotros, los de Roma.

16 Porque no me avergüenzo del evangelio, ya que es poder de Dios para salvar a todo el que cree: tanto, y en primer lugar, al jud o, como también al griego.

17 En el evangelio se revela, en efecto, la justicia de Dios que, partiendo de la de fe, en la fe se consuma, según está escrito: el justo por fe vivirá.

18 La ira de Dios se revela, en efecto, desde el cielo contra toda impiedad y perversión de los hombres que perversamente retienen cautiva la verdad,

19 porque está manifiesto entre ellos lo que puede conocerse de Dios, ya que Dios se lo manifestó.

20 Desde la creación del mundo, están claramente visibles, a través de sus obras, las perfecciones invisibles de Dios, tanto su eterno poder como su deidad, de suerte que ellos no tienen excusa.

21 Pues habiendo conocido a Dios, no le dieron gloria como a Dios ni le mostraron gratitud; antes se extraviaron en sus razonamientos y su insensato corazón quedó en tinieblas.

22 Alardeando de ser sabios, cayeron en la necedad,

23 pues cambiaron la gloria del Dios inmortal por la representación de figuras de hombres mortales, de aves, cuadrúpedos y reptiles.

24 Por eso, Dios los entregó a tal impureza, a causa de sus ntimos torpes deseos, que llegaron a envilecer sus propios cuerpos.

25 Trocaron al Dios verdadero por los dioses falsos y rindieron culto y adoraron cosas creadas en lugar del Creador, el cual es bendito para siempre. Amén.

26 Por eso, Dios los entregó a pasiones que envilecen: sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza;

27 del mismo modo, también los hombres, dejando las relaciones naturales con la mujer, se abrasaron en su lascivia los unos hacia los otros, cometiendo torpezas varones con varones y recibiendo en s mismos la debida retribución a su extrav o.

28 Y como no se dignaron retener el conocimiento verdadero de Dios, Dios los entregó a la reprobable mentalidad de realizar cosas nefandas:

29 están repletos de toda suerte de perversión, de malicia, codicia y maldad; llenos de envidia, de homicidios, de ri as, fals a y mala entra a; son difamadores,

30 calumniadores, opuestos a Dios, insolentes, soberbios, fanfarrones, maquinadores de maldades, rebeldes a sus padres,

31 insensatos, desleales, sin afecto, sin compasión.

32 Los cuales, aun conociendo bien el veredicto de Dios, a saber, que los que practican tales cosas son reos de muerte, no sólo las hacen ellos mismos, sino que hasta aplauden a quienes las practican.

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Romanos 1

Romanos 1:1-7

1-7 La doctrina de la cual el apóstol Pablo escribió, establece el cumplimiento de las promesas de los profetas. Hablaba del Hijo de Dios, incluso Jesús el Salvador, el Mesías prometido, que vino de David en cuanto a su naturaleza humana, pero también fue declarado Hijo de Dios, por el poder divino que lo levantó de la muerte. La profesión cristiana no consiste en un conocimiento nocional o un asentimiento simple, mucho menos en disputas perversas, sino en obediencia. Y todos aquellos, y solo esos, son llevados a la obediencia a la fe, que efectivamente son llamados de Jesucristo. Aquí está, 1. El privilegio de los cristianos; Ellos son amados por Dios, y son miembros de ese cuerpo que es amado. 2. El deber de los cristianos; para ser santos, a esto se les llama, a ser llamados santos. A estos los saludó el apóstol, deseándoles gracia para santificar sus almas, y paz para consolar sus corazones, como brotando de la misericordia libre de Dios, el Padre reconciliado de todos los creyentes, y viniendo a ellos por medio del Señor Jesucristo.

Romanos 1:8-15

8-15 Debemos mostrar amor por nuestros amigos, no solo orando por ellos, sino también alabando a Dios por ellos. Como en nuestros propósitos, así también en nuestros deseos, debemos recordar decir, si el Señor lo quiere, Santiago 4:15. Nuestros viajes se hacen prósperos o no, de acuerdo con la voluntad de Dios. Debemos impartir fácilmente a los demás lo que Dios ha confiado en nosotros, regocijándonos para alegrar a los demás, especialmente disfrutando de comunicarnos con aquellos que creen lo mismo con nosotros. Si somos redimidos por la sangre y convertidos por la gracia del Señor Jesús, somos completamente suyos; y por su bien, somos deudores de todos los hombres, para hacer todo el bien que podamos. Dichos servicios son nuestro deber.

Romanos 1:16-17

16,17 En estos versículos, el apóstol abre el diseño de toda la epístola, en la cual presenta una acusación de pecado contra toda carne; declara el único método de liberación de la condenación, por fe en la misericordia de Dios, a través de Jesucristo; y luego construye sobre ella pureza de corazón, obediencia agradecida y deseos fervientes de mejorar en todas esas gracias y temperamentos cristianos, que nada más que una fe viva en Cristo puede producir. Dios es un Dios justo y santo, y somos pecadores culpables. Es necesario que tengamos una justicia para aparecer ante él: existe tal justicia traída por el Mesías y dada a conocer en el evangelio; un método gracioso de aceptación, a pesar de la culpa de nuestros pecados. Es la justicia de Cristo, quien es Dios, que viene de una satisfacción de valor infinito. La fe lo es todo, tanto en el comienzo como en el progreso de la vida cristiana. No es de la fe a las obras, como si la fe nos pusiera en un estado justificado, y luego las obras nos mantuvieran en él; sino que es todo de fe en fe; es la fe presionando hacia adelante y obteniendo la victoria sobre la incredulidad.

Romanos 1:18-25

18-25 El apóstol comienza a mostrar que toda la humanidad necesita la salvación del evangelio, porque nadie puede obtener el favor de Dios o escapar de su ira por sus propias obras. Porque nadie puede alegar que ha cumplido todas sus obligaciones con Dios y con su prójimo; ni nadie puede decir realmente que ha actuado completamente a la luz que le ha brindado. La pecaminosidad del hombre se describe como la impiedad contra las leyes de la primera mesa y la injusticia contra las de la segunda. La causa de ese pecado es mantener la verdad en la injusticia. Todos, más o menos, hacen lo que saben que está mal, y omiten lo que saben que está bien, de modo que la súplica de ignorancia no puede permitirse por nadie. El poder invisible y la Divinidad de nuestro Creador se muestran tan claramente en las obras que ha realizado, que incluso los idólatras y los gentiles malvados quedan sin excusa. Seguían tontamente la idolatría; y las criaturas racionales cambiaron la adoración del glorioso Creador, por la de los animales irracionales, los reptiles y las imágenes sin sentido. Se alejaron de Dios, hasta que se perdieron todos los rastros de la verdadera religión, si la revelación del evangelio no lo hubiera impedido. Por lo que se pretenda, en cuanto a la suficiencia de la razón del hombre para descubrir la verdad divina y la obligación moral, o para gobernar la práctica correctamente, no se pueden negar los hechos. Y esto muestra claramente que los hombres han deshonrado a Dios con las idolatrías y supersticiones más absurdas; y se han degradado por los afectos más viles y los hechos más abominables.

Romanos 1:26-32

26-32 En la horrible depravación de los paganos, se demostró la verdad de las palabras de nuestro Señor: "La luz vino al mundo, pero los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas, porque el que hace lo malo odia la luz ". La verdad no era de su agrado. Y todos sabemos cuán pronto un hombre se las ingeniará, contra la evidencia más fuerte, para razonarse a sí mismo por la creencia de lo que no le gusta. Pero un hombre no puede ser llevado a una mayor esclavitud que ser entregado a sus propios deseos. Como a los gentiles no les gustaba mantener a Dios en su conocimiento, cometieron crímenes totalmente contra la razón y su propio bienestar. La naturaleza del hombre, ya sea pagano o cristiano, sigue siendo la misma; y los cargos del apóstol se aplican más o menos al estado y al carácter de los hombres en todo momento, hasta que se sometan plenamente a la fe de Cristo y se renueven por el poder divino. Nunca hubo un hombre que no tuviera razón para lamentar sus fuertes corrupciones y su secreta aversión a la voluntad de Dios. Por lo tanto, este capítulo es un llamado al autoexamen, cuyo fin debe ser, una profunda convicción de pecado y la necesidad de liberarse de un estado de condena.


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La Biblia Castilla 2003

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Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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