Lucas 19 - Comentario Bíblico de Matthew HenryLucas 191 Jesús llegó a Jericó y comenzó a atravesar la ciudad. 2 Resulta que había allí un hombre llamado Zaqueo, jefe de los recaudadores de impuestos, que era muy rico. 3 Estaba tratando de ver quién era Jesús, pero la multitud se lo impedía, pues era de baja estatura. 4 Por eso se adelantó corriendo y se subió a un árbol para poder verlo, ya que Jesús iba a pasar por allí. 5 Llegando al lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo:—Zaqueo, baja en seguida. Voy a quedarme hoy en tu casa. 6 Así que se apresuró a bajar y, muy contento, recibió a Jesús en su casa. 7 Al ver esto, todos empezaron a murmurar: «Ha ido a hospedarse con un pecador.» 8 Pero Zaqueo dijo resueltamente:—Mira, Señor: Ahora mismo voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si en algo he defraudado a alguien, le devolveré cuatro veces la cantidad que sea. 9 —Hoy ha llegado la salvación a esta casa —le dijo Jesús—, ya que éste también es hijo de Abraham. 10 Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. 11 Como la gente lo escuchaba, pasó a contarles una parábola, porque estaba cerca de Jerusalén y la gente pensaba que el reino de Dios iba a manifestarse en cualquier momento. 12 Así que les dijo: Ün hombre de la nobleza se fue a un país lejano para ser coronado rey y luego regresar. 13 Llamó a diez de sus siervos y entregó a cada cual una buena cantidad de dinero. Les instruyó: “Haced negocio con este dinero hasta que yo vuelva.” 14 Pero sus súbditos lo odiaban y mandaron tras él una delegación a decir: “No queremos a éste por rey.” 15 »A pesar de todo, fue nombrado rey. Cuando regresó a su país, mandó llamar a los siervos a quienes había entregado el dinero, para enterarse de lo que habían ganado. 16 Se presentó el primero y dijo: “Señor, tu dinero ha producido diez veces más.” 17 “¡Hiciste bien, siervo bueno! —le respondió el rey—. Puesto que has sido fiel en tan poca cosa, te doy el gobierno de diez ciudades.” 18 Se presentó el segundo y dijo: “Señor, tu dinero ha producido cinco veces más.” 19 El rey le respondió: “A ti te pongo sobre cinco ciudades.” 20 »Llegó otro siervo y dijo: “Señor, aquí tienes tu dinero; lo he tenido guardado, envuelto en un pañuelo. 21 Es que te tenía miedo, porque eres un hombre muy exigente: tomas lo que no depositaste y cosechas lo que no sembraste.” 22 El rey le contestó: “Siervo malo, con tus propias palabras te voy a juzgar. ¿Así que sabías que soy muy exigente, que tomo lo que no deposité y cosecho lo que no sembré? 23 Entonces, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco, para que al regresar pudiera reclamar los intereses?” 24 Dijo luego a los presentes: “Quitadle el dinero y dadselo al que recibió diez veces más.” 25 “Señor —protestaron—, ¡él ya tiene diez veces más!” 26 El rey contestó: “Os aseguro que a todo el que tiene, se le dará más, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. 27 Pero en cuanto a esos enemigos míos que no me querían por rey, traedlos aquí y matadlos delante de mí.” » 28 Dicho esto, Jesús siguió adelante, subiendo hacia Jerusalén. 29 Cuando se acercó a Betfagué y a Betania, junto al monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos con este encargo: 30 «Id a la aldea que está enfrente y, al entrar en ella, encontraréis atado un burrito en el que nadie se ha montado. Desatadlo y traedlo aquí. 31 Y si alguien os pregunta: “¿Por qué lo desatáis?”, decidle: “El Señor lo necesita.” » 32 Fueron y lo encontraron tal como él les había dicho. 33 Cuando estaban desatando el burrito, los dueños les preguntaron:—¿Por qué desatáis el burrito? 34 —El Señor lo necesita —contestaron. 35 Se lo llevaron, pues, a Jesús. Luego pusieron sus mantos encima del burrito y ayudaron a Jesús a montarse. 36 A medida que avanzaba, la gente tendía sus mantos sobre el camino. 37 Al acercarse él a la bajada del monte de los Olivos, todos los discípulos se entusiasmaron y comenzaron a alabar a Dios por tantos milagros que habían visto. Gritaban: 38 —¡Bendito el Rey que viene en el nombre del Señor!—¡Paz en el cielo y gloria en las alturas! 39 Algunos de los fariseos que estaban entre la gente reclamaron a Jesús:—¡Maestro, reprende a tus discípulos! 40 Pero él respondió:—Os aseguro que si ellos se callan, gritarán las piedras. 41 Cuando se acercaba a Jerusalén, Jesús vio la ciudad y lloró por ella. 42 Dijo:—¡Cómo quisiera que hoy supieras lo que te puede traer paz! Pero eso ahora está oculto a tus ojos. 43 Te sobrevendrán días en que tus enemigos levantarán un muro y te rodearán, y te encerrarán por todos lados. 44 Te derribarán a ti y a tus hijos dentro de tus murallas. No dejarán ni una piedra sobre otra, porque no reconociste el tiempo en que Dios vino a salvarte. 45 Luego entró en el templo y comenzó a echar de allí a los que estaban vendiendo. 46 «Escrito está —les dijo—: “Mi casa será casa de oración”; pero vosotros la habéis convertido en “cueva de ladrones”. » 47 Todos los días enseñaba en el templo, y los jefes de los sacerdotes, los maestros de la ley y los dirigentes del pueblo procuraban matarlo. 48 Sin embargo, no encontraban la manera de hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba con gran interés. Lucas 19Lucas 19 - IntroducciónLa conversión de Zaqueo. (1-10) La parábola del noble y sus sirvientes. (11-27) Cristo entra en Jerusalén. (28-40) Cristo se lamenta sobre Jerusalén. (41-48) Lucas 19:1-101-10 Los que desean sinceramente ver a Cristo, como Zaqueo, romperán la oposición y se esforzarán por verlo. Cristo se invitó a sí mismo a la casa de Zaqueo. Dondequiera que venga Cristo, abre el corazón y lo inclina a recibirlo. El que tiene la intención de conocer a Cristo, será conocido por él. Aquellos a quienes Cristo llama, deben humillarse y descender. Podemos recibir con alegría a quien trae todo el bien consigo. Zaqueo dio pruebas públicamente de que se había convertido en un verdadero converso. No busca ser justificado por sus obras, como el fariseo; pero por sus buenas obras mostrará, por la gracia de Dios, la sinceridad de su fe y su arrepentimiento. Se declara que Zaqueo es un hombre feliz, ahora que se ha convertido del pecado a Dios. Ahora que está salvado de sus pecados, de la culpa de ellos, del poder de los mismos, todos los beneficios de la salvación son suyos. Cristo ha venido a su casa, y donde Cristo viene trae la salvación con él. Vino a este mundo perdido para buscarlo y salvarlo. Su designio era salvar, cuando no había salvación en ningún otro. Él busca a los que no lo buscaron, ni preguntaron por él. Lucas 19:11-2711-27 Esta parábola es como la de los talentos, Lucas 19:25. A los que están llamados a Cristo, él les proporciona regalos necesarios para sus negocios; y de aquellos a quienes les da poder, espera servicio. La manifestación del Espíritu se le da a cada hombre para obtener ganancias, 1 Corintios 12:7. Y como todos han recibido el regalo, que ministre lo mismo, 1 Pedro 4:10. La historia requerida, se asemeja a eso en la parábola de los talentos; y se muestra el castigo de los enemigos declarados de Cristo, así como de los falsos profesores. La principal diferencia es que la libra que se le da a cada uno parece señalar el don del evangelio, que es lo mismo para todos los que lo escuchan; pero los talentos, distribuidos más o menos, parecen significar que Dios da diferentes capacidades y ventajas a los hombres, por lo cual este único don del evangelio puede mejorarse de manera diferente. Lucas 19:28-4028-40 Cristo tiene dominio sobre todas las criaturas, y puede usarlas como le plazca. Tiene el corazón de todos los hombres bajo su mirada y en su mano. Los triunfos de Cristo y las alegres alabanzas de sus discípulos irritan a los orgullosos fariseos, que son enemigos de él y de su reino. Pero Cristo, así como desprecia el desprecio de los orgullosos, acepta las alabanzas de los humildes. Los fariseos quisieran acallar las alabanzas de Cristo, pero no pueden; porque así como Dios puede hacer surgir hijos de las piedras a Abraham, y volver a sí el corazón de piedra, así puede hacer surgir alabanzas de la boca de los niños. Y cuáles serán los sentimientos de los hombres cuando el Señor vuelva en gloria a juzgar al mundo. Lucas 19:41-4841-48 ¿Quién puede contemplar al santo Jesús, mirando hacia las miserias que esperaban a sus asesinos, llorando sobre la ciudad donde su preciosa sangre estaba a punto de ser derramada, sin ver que la semejanza de Dios en el creyente, consiste mucho en la buena voluntad y la compasión? Ciertamente, no pueden tener razón aquellos que adoptan cualquier doctrina de la verdad, para endurecerse hacia sus compañeros pecadores. Pero que cada uno recuerde que, aunque Jesús lloró sobre Jerusalén, ejecutó una terrible venganza sobre ella. Aunque no se complace en la muerte de un pecador, sin embargo, ciertamente llevará a cabo sus terribles amenazas sobre aquellos que descuidan su salvación. El Hijo de Dios no lloró lágrimas vanas y sin causa, ni por un asunto ligero, ni por sí mismo. Él conoce el valor de las almas, el peso de la culpa, y cuán bajo presionará y hundirá a la humanidad. Que venga entonces a limpiar nuestros corazones con su Espíritu, de todo lo que contamina. Que los pecadores, de todas partes, estén atentos a las palabras de verdad y de salvación. |
Copyright © Editorial "Mundo Hispano" en 1989, inspirada en la versión americana "The Living Bible".
Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit