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2 Reyes 7 - Comentario Bíblico de Matthew Henry

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2 Reyes 7

1 Eliseo contestó:—Oíd la palabra del Señor, que dice así: “Mañana a estas horas, a la entrada de Samaria, podrá comprarse una medida de flor de harina con una sola moneda de plata, y hasta una doble medida de cebada por el mismo precio.”

2 El ayudante personal del rey replicó:—¡No me digas! Aunque el Señor abriera las ventanas del cielo, ¡no podría suceder tal cosa!—Pues lo verás con tus propios ojos —le advirtió Eliseo—, pero no llegarás a comerlo.

3 Ese día, cuatro hombres que padecían de lepra se hallaban a la entrada de la ciudad.—¿Qué ganamos con quedarnos aquí sentados, esperando la muerte? —se dijeron unos a otros—.

4 No ganamos nada con entrar en la ciudad. Allí nos moriremos de hambre con todos los demás, pero si nos quedamos aquí, nos sucederá lo mismo. Vayamos, pues, al campamento de los sirios, para rendirnos. Si nos perdonan la vida, viviremos; y si nos

5 Al anochecer se pusieron en camino, pero cuando llegaron a las afueras del campamento sirio, ¡ya no había nadie allí!

6 Y era que el Señor había confundido a los sirios haciéndoles oír el ruido de carros de combate y de caballería, como si fuera un gran ejército. Entonces se dijeron unos a otros: «¡Seguro que el rey de Israel ha contratado a los reyes hititas y e

7 Por lo tanto, emprendieron la fuga al anochecer abandonando tiendas de campaña, caballos y asnos. Dejaron el campamento tal como estaba, para escapar y salvarse.

8 Cuando los leprosos llegaron a las afueras del campamento, entraron en una de las tiendas de campaña. Después de comer y beber, se llevaron de allí plata, oro y ropa, y fueron a esconderlo todo. Luego regresaron, entraron en otra tienda, y tambi

9 Entonces se dijeron unos a otros:—Esto no está bien. Hoy es un día de buenas noticias, y no las estamos dando a conocer. Si esperamos hasta que amanezca, resultaremos culpables. Vayamos ahora mismo al palacio, y demos aviso.

10 Así que fueron a la ciudad y llamaron a los centinelas. Les dijeron: «Fuimos al campamento de los sirios y ya no había nadie allí. Sólo se oía a los caballos y asnos, que estaban atados. Y las tiendas las dejaron tal como estaban.»

11 Los centinelas, a voz en grito, hicieron llegar la noticia hasta el interior del palacio.

12 Aunque era de noche, el rey se levantó y les dijo a sus ministros:—Dejadme deciros lo que esos sirios están tramando contra nosotros. Como saben que estamos pasando hambre, han abandonado el campamento y se han escondido en el campo. Lo que qui

13 Uno de sus ministros propuso:—Que salgan algunos hombres con cinco de los caballos que aún quedan aquí. Si mueren, no les irá peor que a la multitud de israelitas que va a perecer. ¡Enviémoslos a ver qué pasa!

14 De inmediato los hombres tomaron dos carros con caballos, y el rey los mandó al campamento del ejército sirio, con instrucciones de que investigaran.

15 Llegaron hasta el Jordán, y vieron que todo el camino estaba lleno de ropa y de objetos que los sirios habían arrojado al huir precipitadamente. De modo que regresaron los mensajeros e informaron al rey,

16 y el pueblo salió a saquear el campamento sirio. Y tal como la palabra del Señor lo había dado a conocer, se pudo comprar una medida de flor de harina con una sola moneda de plata, y hasta una doble medida de cebada por el mismo precio.

17 El rey le había ordenado a su ayudante personal que vigilara la entrada de la ciudad, pero el pueblo lo atropelló allí mismo, y así se cumplió lo que había dicho el hombre de Dios cuando el rey fue a verlo.

18 De hecho, cuando el hombre de Dios le dijo al rey: «Mañana a estas horas, a la entrada de Samaria, podrá comprarse una doble medida de cebada con una sola moneda de plata, y una medida de flor de harina por el mismo precio»,

19 ese oficial había replicado: «¡No me digas! Aunque el Señor abriera las ventanas del cielo, ¡no podría suceder tal cosa!» De modo que el hombre de Dios respondió: «Pues lo verás con tus propios ojos, pero no llegarás a comerlo.»

20 En efecto, así ocurrió: el pueblo lo atropelló a la entrada de la ciudad, y allí murió.

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2 Reyes 7

2 Reyes 7 - Introducción

* Eliseo profetiza mucho. (1,2) La huida del ejército sirio. (3-11) Samaria abundantemente provista. (12-20)

2 Reyes 7:1-2

1,2 La extremidad del hombre es la oportunidad de Dios de hacer que su propio poder sea glorioso: su tiempo para comparecer ante su pueblo es cuando su fuerza se ha ido. La incredulidad es un pecado por el cual los hombres deshonran y desagradan a Dios, y se privan de los favores que él diseñó para ellos. Tal será la porción de aquellos que no creen en la promesa de la vida eterna; Lo verán a distancia, pero nunca lo probarán. Pero ninguna liberación temporal y misericordia al final beneficiará a los pecadores, a menos que sean llevados al arrepentimiento por la bondad de Dios.

2 Reyes 7:3-11

3-11 Dios puede, cuando quiere, hacer temblar el corazón más fuerte; y en cuanto a aquellos que no temerán a Dios, él puede hacerlos temer al sacudir una hoja. La Providencia ordenó que los leprosos vinieran tan pronto como los sirios huyeran. Sus conciencias les decían que las travesuras les sobrevendrían si solo se cuidaban. La humanidad natural y el miedo al castigo son controles poderosos sobre el egoísmo de los impíos. Estos sentimientos tienden a preservar el orden y la amabilidad en el mundo; pero aquellos que han encontrado las riquezas inescrutables de Cristo, no tardarán en informar las buenas nuevas a los demás. Por amor a él, no por sentimientos egoístas, con gusto compartirán sus cosas terrenales con sus hermanos.

2 Reyes 7:12-20

12-20 Aquí vemos las necesidades de Israel suplidas de una manera que poco pensaron, lo que debería alentarnos a depender del poder y la bondad de Dios en nuestros mayores estrechos. Se puede confiar en la promesa de Dios, porque ninguna palabra suya caerá al suelo. El noble que cuestionó la verdad de la palabra de Eliseo, vio la abundancia, para callar y avergonzar su incredulidad, y allí vio su propia locura; pero no comió de todo lo que vio. Justamente aquellos que encuentran que las promesas del mundo les fallan, que piensan que las promesas de Dios los decepcionarán. Aprenda cuán profundamente Dios se resiente de la desconfianza de su poder, providencia y promesa: cuán incierta es la vida y el disfrute de la misma: cuán ciertas son las amenazas de Dios y cuán seguro es ser culpable. Que Dios nos ayude a preguntar si estamos expuestos a sus amenazas o si estamos interesados ​​en sus promesas.


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Biblia al Día (BAD)

Copyright © Editorial "Mundo Hispano" en 1989, inspirada en la versión americana "The Living Bible".

Comentario Bíblico de Matthew Henry

Autor: Matthew Henry, Traducido al castellano por Francisco la Cueva, Copyright © Spanish House Ministries | Unilit

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