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Jeremías 30:13 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual

13 No hay nadie que te defienda; no hay medicina que te sirva; jamás volverás a estar sano.

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Dugang nga mga bersyon

Biblia Reina Valera 1960

13 No hay quien juzgue tu causa para sanarte; no hay para ti medicamentos eficaces.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

13 No hay nadie que te ayude ni que vende tu herida. Ningún medicamento puede curarte.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

13 No hay nadie para hacerte justicia ni hay remedio que te sane.

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La Biblia Textual 3a Edicion

13 No hay quien defienda tu causa para vendar tu herida, Ni hay para ti medicamentos eficaces.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

13 Nadie defendió tu causa. Para una úlcera hay medicinas; para ti no hubo cura alguna.

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Jeremías 30:13
25 Cross References  

Pero, si Dios decide no actuar, ¿quién puede exigirle que lo haga? Si él decide que nadie lo vea, ¿quién puede ver su cara? Sin embargo, Dios vigila a todos los pueblos del mundo,


Dios hiere, pero cura la herida; Dios golpea, pero alivia el dolor.


y tan enojado se puso Dios que quiso destruirlos. Moisés, su elegido, intervino en favor de ellos y calmó el enojo de Dios para que no los destruyera.


4 (5) Mira bien a mi derecha: ¡nadie me presta atención! ¡No hay nadie que me proteja! ¡A nadie le importo!


Les dijo: «Yo soy su Dios. Yo soy quien les da salud. Si ustedes prestan atención a mis consejos y obedecen estos mandamientos y estas leyes que hoy les doy, y hacen solo lo bueno, no los castigaré como a los egipcios».


Vio con sorpresa que esto a nadie le importaba. Entonces decidió usar su propio poder y así nos dio la salvación.


Jeremías respondió: «Dios de Israel, nos has herido tanto que ya no podremos recuperarnos. Has rechazado por completo a Judá, y ya no quieres a Jerusalén. Esperábamos pasarla bien, y la estamos pasando mal. Esperábamos vivir en paz, pero vivimos llenos de miedo. Reconocemos nuestra maldad, y los pecados de nuestros padres; ¡hemos pecado contra ti!


»Dios mío, solo tú mereces mis alabanzas. ¡Devuélveme la salud, dame salvación! Así viviré feliz y en paz.


Pero a ti te curaré las heridas. No importa que todos te desprecien y te llamen “Ciudad abandonada”».


»Sin embargo, más adelante les devolveré la paz y la tranquilidad, y los haré disfrutar de una vida segura.


»Soldados de Egipto: de nada les servirá que vayan a Galaad y consigan alguna crema curativa; aunque consigan medicinas, no les servirán de nada.


Abunda la maldad en Jerusalén como abunda el agua en el mar. No se oye hablar en ella más que de violencia y destrucción, ni se ve ninguna otra cosa que no sean heridas y dolor.


¿Cómo es posible que no hallemos consuelo para nuestro sufrimiento? ¿Cómo es posible que nadie pueda ayudarnos? ¿Cómo es posible que mi pueblo siga estando enfermo?


Incomparable eres tú, Jerusalén; ¿qué más te puedo decir? ¿Qué puedo hacer para consolarte, bella ciudad de Jerusalén? Tus heridas son muy profundas; ¿quién podría sanarlas?


»Yo he buscado entre ellos a alguien que los defienda; alguien que se ponga entre ellos y yo, y que los proteja como una muralla; alguien que me ruegue por ellos para que no los destruya. Pero no he encontrado a nadie.


«Ezequiel, hombre mortal, ya le he roto un brazo al rey de Egipto, y no podrá volver a tomar su espada para pelear. Está herido, y nadie lo ha curado ni le ha vendado las heridas.


4 (5) Dios les dijo a los israelitas: «Ya mi enojo se ha calmado. Ahora voy a mostrarles cuánto los amo y no volverán a ser rebeldes.


Entonces los israelitas dijeron: «¡Volvamos a Dios! Aunque él nos ha castigado mucho, también nos dará su perdón.


¡Dense cuenta ahora de que yo soy el único Dios! Solo yo sano las heridas; ¡solo yo doy la vida, y solo yo puedo quitarla! ¡De mí no se escapa nadie!


Cristo hizo suyos nuestros pecados, y por eso murió en la cruz. Lo hizo para que nosotros dejemos por completo de hacer el mal, y vivamos haciendo el bien. Cristo fue herido para que ustedes fueran sanados.


Yo los quiero a ustedes como a hijos. Por eso les escribo esta carta, para que no pequen. Pero si alguno peca, Jesucristo es justo y nos defiende ante Dios el Padre.


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