2 Crónicas 4:6 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual6-10 Salomón también hizo diez recipientes para lavar todo lo que se usaba para las ofrendas quemadas. Cinco recipientes estaban en el lado sur del templo, y cinco en el lado norte. Hizo también diez candelabros de oro, como Dios lo había ordenado, y los puso en el templo; cinco en el lado sur, y cinco en el lado norte. Además hizo diez mesas, que también colocó en el templo; cinco en el lado sur, y cinco en el lado norte. Hizo también cien tazones de oro. Además, Salomón mandó construir el patio de los sacerdotes y el patio principal, cada uno con sus puertas, las cuales recubrió de bronce. Tan-awa ang kapituloDugang nga mga bersyonBiblia Reina Valera 19606 Hizo también diez fuentes, y puso cinco a la derecha y cinco a la izquierda, para lavar y limpiar en ellas lo que se ofrecía en holocausto; pero el mar era para que los sacerdotes se lavaran en él. Tan-awa ang kapituloBiblia Nueva Traducción Viviente6 También hizo diez tazones más pequeños para lavar los utensilios que se usaban para las ofrendas quemadas. Colocó cinco en el lado sur y cinco en el lado norte; pero los sacerdotes se lavaban en el Mar. Tan-awa ang kapituloBiblia Católica (Latinoamericana)6 Hizo diez pilas, que dispuso cinco a la derecha y cinco a la izquierda, para hacer en ellas las purificaciones. En ellas se lavaban las víctimas del holocausto mientras el mar servía para las purificaciones de los sacerdotes. Tan-awa ang kapituloLa Biblia Textual 3a Edicion6 Hizo también diez fuentes, y puso cinco al sur y cinco al norte,° para lavar y enjuagar en ellas la obra del holocausto,° pero el mar era para que los sacerdotes se lavaran en él. Tan-awa ang kapituloBiblia Serafín de Ausejo 19756 Fabricó asimismo diez pilas, de las cuales puso cinco a la derecha y cinco a la izquierda, para lavar en ellas lo que había de ofrecerse en los holocaustos. El mar estaba reservado para las abluciones de los sacerdotes. Tan-awa ang kapitulo |
Pues si todo eso tiene poder, más poder tiene la sangre de Cristo. Porque por medio del Espíritu, que vive para siempre, Cristo se ofreció a sí mismo a Dios como sacrificio sin mancha ni pecado. Su sangre nos purifica, para que estemos seguros de que hemos sido perdonados, y para que podamos servir a Dios, que vive para siempre.