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2 Corintios 4:17 - Biblia Nacar-Colunga

17 Pues por la momentánea y ligera tribulación nos prepara un peso eterno de gloria incalculable,

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Dugang nga mga bersyon

Biblia Reina Valera 1960

17 Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

17 Pues nuestras dificultades actuales son pequeñas y no durarán mucho tiempo. Sin embargo, ¡nos producen una gloria que durará para siempre y que es de mucho más peso que las dificultades!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

17 No se pueden equiparar esas ligeras pruebas que pasan aprisa con el valor formidable de la gloria eterna que se nos está preparando.

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La Biblia Textual 3a Edicion

17 Porque esta leve tribulación momentánea, produce en nosotros un cada vez más excelente° y eterno peso de gloria;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

17 Porque el momento pasajero de nuestra tribulación va produciendo en nosotros un peso eterno de gloria cada vez más inmenso.

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2 Corintios 4:17
33 Cross References  

Después de estos sucesos habló Yahvé a Abram en visión, diciéndole: “No temas, Abram; yo soy tu escudo; tu recompensa será muy grande.”


Antes de ser afligido andaba descarriado, pero ahora guardo tu oráculo.


Bien me ha estado ser humillado para aprender tus estatutos.


Cantad a Yahvé vosotros, sus piadosos, y ensalzad su santo recuerdo.


Que callen los labios mentirosos, que, soberbios y despectivos, dicen insolencias contra el justo.


Me gobiernas con tu consejo y al fin me acogerás en gloria.


Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos y cierra tus puertas tras de ti, ocúltate por un poco, mientras pasa la cólera.


En un rapto de cólera oculté de ti un instante mi rostro, pero con amor eterno me apiadé de ti, dice Yahvé, tu Redentor.


(3) de que no se oyó jamás. Ni oyeron oídos, ni ojos vieron Dios, fuera de ti, que (así) obrara con los que en él confían.


Si, por el contrario, no se contaminó y es pura, quedará ilesa y será fecunda.


Alegraos y regocijaos, porque grande será en los cielos vuestra recompensa, pues así persiguieron a los profetas que hubo antes de vosotros.


Alegraos y regocijaos en aquel día, pues vuestra recompensa será grande en el cielo. Así hicieron sus padres con los profetas.


sino que en todas las ciudades el Espíritu Santo me advierte, diciendo que me esperan cadenas y tribulaciones.


a los que con perseverancia en el bien obrar buscan gloria, honor e inmortalidad, la vida eterna;'


Tengo por cierto que los padecimientos del tiempo presente no son nada en comparación con la gloria que ha de manifestarse en nosotros;'


Cristo Jesús, el que murió, aún más, el que resucitó, el que está a la diestra de Dios, es quien intercede por nosotros.


Mas en todas estas cosas vencemos por aquel que nos amó.


Pero, según escrito está: “Ni el ojo vio, y ni el oído oyó, ni vino a la mente del hombre lo que Dios ha preparado para los que le aman.”


Todos nosotros a cara descubierta reflejamos la gloria del Señor como en un espejo y nos transformamos en la misma imagen, de gloria en gloria, a medida que obra en nosotros el espíritu del Señor.


Porque sé que esto redundará en ventaja mía por vuestras oraciones y por la donación del Espíritu de Jesucristo, según mi constante esperanza de que en nada quedaré confundido;'


y nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, por vuestra paciencia y vuestra fe en todas vuestras persecuciones y en las tribulaciones que soportáis.


Pues es justo a los ojos de Dios retribuir con tribulación a los que os atribulan,


Todo lo soporto por amor de los elegidos, para que éstos alcancen la salud en Cristo Jesús y la gloría eterna.


Bienaventurado el varón que soporta la tentación, porque, probado, recibirá la corona de la vida que Dios prometió a los que le aman.


El fin de todo está cercano. Sed, pues, discretos y velad en la oración.


Y el Dios de toda gracia que os llamó en Cristo a su gloria eterna, después de un breve padecer, os perfeccionará y afirmará, os fortalecerá y consolidará.


Carísimos, ahora somos hijos de Dios, aunque aún no se ha manifestado lo que hemos de ser. Sabemos que cuando aparezca seremos semejantes a El, porque le veremos tal cual es.


A aquel que puede guardaros sin pecado y haceros ante su gloria irreprensibles con alegría,


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