Ester 2:9 - Biblia Jünemann Septuaginta en español9 Y agradóle la jovencita y halló gracia ante él; y apresuróse a darle ungimiento y lo perteneciente y siete jovencitas señaladas para ella, de la casa real; y tratóla bellamente y a sus doncellas, en el gineceo. Tan-awa ang kapituloDugang nga mga bersyonBiblia Reina Valera 19609 Y la doncella agradó a sus ojos, y halló gracia delante de él, por lo que hizo darle prontamente atavíos y alimentos, y le dio también siete doncellas especiales de la casa del rey; y la llevó con sus doncellas a lo mejor de la casa de las mujeres. Tan-awa ang kapituloBiblia Nueva Traducción Viviente9 Hegai quedó muy impresionado con Ester y la trató con mucha amabilidad. Enseguida ordenó que le prepararan una dieta especial y se le hicieran tratamientos de belleza. También le asignó siete doncellas escogidas especialmente del palacio del rey, y la trasladó junto con ellas al mejor lugar del harén. Tan-awa ang kapituloBiblia Católica (Latinoamericana)9 Como la joven le cayó en gracia a Hegué, éste le otorgó un trato especial: se esmeró en proporcionarle todo lo que necesitaba para su belleza personal y para su manutención. Puso a su disposición a siete mucamas seleccionadas en el palacio real y la instaló junto con sus camareras en el mejor departamento de la casa de las mujeres. Tan-awa ang kapituloLa Biblia Textual 3a Edicion9 Y la joven halló gracia ante sus ojos° y él fue bondadoso con ella, por lo que se apresuró a darle sus atavíos y ungüentos, y le asignó siete doncellas del palacio real para que la sirvieran, y la puso con sus doncellas en el mejor lugar del harén. Tan-awa ang kapituloBiblia Serafín de Ausejo 19759 Le agradó la joven, que se conquistó su favor; de modo que se apresuró a proporcionarle lo necesario para su atavío y su mantenimiento; le asignó, además, siete doncellas escogidas del palacio del rey y la instaló, con ellas, en el mejor aposento del harén. Tan-awa ang kapitulo |
Y, levantando la áurea vara, puso sobre su cerviz, y saludóla y dijo: «Háblame». Y díjole: «Te he visto, señor, cual a un ángel de Dios y se ha conturbado mi corazón de temor de tu gloria; pues maravilloso eres, señor, y tu semblante de gracias henchido». Pero, mientras hablaba cayó en delirio; y el rey se conturbó y todo su séquito la consolaba.