5 Entonces el ángel llenó el recipiente para quemar incienso con fuego del altar y lo lanzó sobre la tierra; y hubo truenos con gran estruendo, relámpagos y un gran terremoto.
Y dijo: «Saldrás mañana, y te pondrás a la faz del Señor en el monte; he aquí que pasará el Señor, y he aquí que una ráfaga grande y poderosa, deshaciendo montes y quebrantando peñas a faz del Señor; pero en la ráfaga no estaba el Señor; y, después de la ráfaga un temblor; y en el temblor no estaba el Señor;
Y aconteció al tercero día, hacia la aurora, hubo voces, y relámpagos y nube tenebrosa sobre el monte Sinaí; y voz de trompeta retronaba grandemente y atemorizóse todo el pueblo el en el campamento.
Y oíble hará el Señor la gloria de su voz; y el furor de su brazo, para manifestar con furor e ira y llama devoradora, fulminará vehementemente, y como el agua y granizo precipitándose con violencia.
Preparad los arcos; llenad las aljabas; ha despertado el Señor el espíritu del rey de los medos; pues contra Babel, su ira para exterminarla; que venganza del Señor es; venganza de su pueblo es.
Y tomará el incensario lleno de brasas de fuego del altar el delante de Señor, y llenará sus manos de timiamas de especias y lo llevará del velo adentro,
y se obstruirá la hondonada de mis montes; y se adherirá(b) la hondonada de los montes, hasta Jasod; y se obstruirá tal como se obstruyó en los días del terremoto, en días de Ozías, rey de Judá(c). Y vendrá el Señor, mi Dios y todos los santos con él.
Y súbitamente terremoto hubo grande, que se estremecieron los cimientos de la prisión; y abriéronse al punto las puertas todas, y de todos las ataduras soltáronse.
Y en aquella hora hubo temblor grande, y el décimo de la ciudad cayó, y muertos fueron, en el terremoto, nombre de hombres(g) millares siete, y los demás medrosos tornáronse y dieron gloria al Dios del cielo(h).
Y abrióse el templo de Dios el en el cielo, y pareció el arca de su testamento en su templo, y hubo relámpagos y voces, y truenos y temblor y granizo grande.
Y vi, cuando abrió el sello el sexto, y terremoto grande fue, y el sol fue tornándose negro cual cilicio(e), y la luna entera fue tornándose cual sangre,
Y otro ángel vino y púsose ante el altar, teniendo turíbulo áureo, y diéronsele timiamas muchos(b), para que diese a las oraciones de los santos todos, sobre el altar áureo, el a faz del trono.