«A pesar de todo lo dicho, y de lo amargo de mis quejas, Dios me sigue castigando.
Jeremías 45:3 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual “Tú, Baruc, siempre estás quejándote. Dices que eres muy infeliz, y que yo solo te hago sufrir más y más. También dices que ya estás cansado de sufrir, y que no logras descansar. Dugang nga mga bersyonBiblia Reina Valera 1960 Tú dijiste: ¡Ay de mí ahora!, porque ha añadido Jehová tristeza a mi dolor; fatigado estoy de gemir, y no he hallado descanso. Biblia Nueva Traducción Viviente “Tú has dicho: ‘¡Estoy repleto de dificultades! ¿No he sufrido ya lo suficiente? ¡Y ahora el Señor ha añadido más! Estoy agotado de tanto gemir y no encuentro descanso’”. Biblia Católica (Latinoamericana) Ya que tú has dicho: 'Pobre de mí, porque Yavé añade más penas a mis sufrimientos, estoy cansado de tanto llorar sin encontrar consuelo. La Biblia Textual 3a Edicion Tú dijiste: ¡Ay de mí, porque YHVH ha añadido tristeza a mi dolor! ¡Estoy cansado de gemir, y no hallo descanso! Biblia Serafín de Ausejo 1975 A pesar de que has dicho: '¡Ay de mí! pues Yahveh añade pena a mi dolor; estoy agotado de tanto gemir y no encuentro reposo', Biblia Reina Valera Gómez (2023) Tú dijiste: ¡Ay de mí ahora! porque Jehová ha añadido tristeza a mi dolor; fatigado estoy de mi gemir y no hallo descanso. |
«A pesar de todo lo dicho, y de lo amargo de mis quejas, Dios me sigue castigando.
¡Pobre de mí! ¡Soy un hombre sin patria que vive entre gente salvaje!
¡Pero yo sé que viviré para disfrutar de tu bondad junto con todo tu pueblo!
6 (7) ¡Ya estoy cansado de llorar! Por las noches lloro tanto que mis lágrimas empapan mi almohada.
7 (8) Es tanto lo que sufro que los ojos se me nublan; ¡por culpa de mis enemigos ya estoy perdiendo la vista!
3 (4) Cansado estoy de pedir ayuda; tengo reseca la garganta. Ya los ojos se me cierran, y tú no vienes a ayudarme.
1 (8.23) »¡Quisiera tener lágrimas suficientes, para llorar día y noche por los muertos de mi pueblo!
Intensa lluvia de fuego ha enviado Dios sobre mí. Mis huesos se han quemado, y siento que me muero. Dios me cerró el paso, y me hizo retroceder. Me dejó en el abandono; mi sufrimiento no tiene fin.
No hay un solo pecado que ellos no hayan cometido; ¡castiga entonces su rebeldía, como me castigaste a mí! ¡Ya es mucho lo que he llorado, y siento que me muero!
Nos hace sufrir y nos aflige, pero no porque le guste hacerlo. Nos hiere, pero nos tiene compasión, porque su amor es muy grande.
Por eso no nos desanimamos. Aunque nuestro cuerpo se va gastando, nuestro espíritu va cobrando más fuerza.
Así que no nos cansemos de hacer el bien porque, si seguimos haciéndolo, Dios nos premiará a su debido tiempo.