Cuando se vio en la angustia, oró a Yahvé, su Dios, humillándose grandemente ante el Dios de sus padres.
Lucas 23:41 - Biblia Nacar-Colunga En nosotros se cumple la justicia, pues recibimos el digno castigo de nuestras obras; pero éste nada malo ha hecho.' Dugang nga mga bersyonBiblia Reina Valera 1960 Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas este ningún mal hizo. Biblia Nueva Traducción Viviente Nosotros merecemos morir por nuestros crímenes, pero este hombre no ha hecho nada malo». Biblia Católica (Latinoamericana) Nosotros lo hemos merecido y pagamos por lo que hemos hecho, La Biblia Textual 3a Edicion Porque nosotros, en verdad, justamente padecemos, porque recibimos° cosas dignas de las que hicimos, pero Éste, nada malo° hizo. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Nosotros con justicia; pues estamos recibiendo lo merecido por nuestras fechorías. Pero éste nada malo ha hecho'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y nosotros, a la verdad, justamente padecemos; porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas Éste ningún mal hizo. |
Cuando se vio en la angustia, oró a Yahvé, su Dios, humillándose grandemente ante el Dios de sus padres.
Después de todo lo que nos ha sucedido por nuestras maldades y grandes pecados que hemos cometido, porque tú, Dios nuestro, no nos has castigado en proporción de nuestras iniquidades,
En pie cada uno en su lugar, se leyó en el libro de la Ley de Yahvé, su Dios, una cuarta parte del día, y otra cuarta parte confesaban y adoraban a Yahvé.
y oré a Yahvé, mi Dios, y le hice esta confesión: Señor, Dios grande y temible, que guardas la alianza y la misericordia con los que te aman y cumplen tus mandamientos:
Mientras estaba sentado en el tribunal, envió su mujer a decirle: No te metas con ese justo, pues he padecido mucho hoy en sueños por causa de él.
Viendo, pues, Pilato que nada conseguía, sino que el tumulto crecía cada vez más, tomó agua y se lavó las manos delante de la muchedumbre, diciendo: Yo soy inocente de esta sangre; vosotros veréis.'
diciendo: He pecado entregando sangre inocente. Dijeron ellos: ¿A nosotros qué? Viéraslo tú.
El centurión y los que con él guardaban a Jesús, viendo el terremoto y cuanto había sucedido, temieron sobremanera y se decían: Verdaderamente, éste era Hijo de Dios.
Pero el otro, tomando la palabra, le reprendía, diciendo: ¿Ni tú, que estás sufriendo el mismo suplicio, temes a Dios?
Vosotros y Dios sois testigos de nuestra conducta santa, justa, irreprochable para con los que creíais.
sino con la sangre preciosa de Cristo, como cordero sin defecto ni mancha,
ultrajado, no replicaba con injurias, y, atormentado, no amenazaba, sino que lo remitía al que juzga con justicia.