bendijo a Abram, diciendo: “Bendito Abram del Dios Altísimo, el dueño de los cielos y la tierra.
Jueces 17:2 - Biblia Nacar-Colunga Dijo éste a su madre: “Los mil cien siclos de plata que habías puesto aparte, por los que te oí lamentarte a veces, yo los tengo, yo te los quité.” Dugang nga mga bersyonBiblia Reina Valera 1960 el cual dijo a su madre: Los mil cien siclos de plata que te fueron hurtados, acerca de los cuales maldijiste, y de los cuales me hablaste, he aquí el dinero está en mi poder; yo lo tomé. Entonces la madre dijo: Bendito seas de Jehová, hijo mío. Biblia Nueva Traducción Viviente Un día le dijo a su madre: —Te oí maldecir a la persona que te robó mil cien piezas de plata. Bueno, yo tengo el dinero; fui yo quien lo tomó. —El Señor te bendiga por haberlo admitido —respondió la madre. Biblia Católica (Latinoamericana) Dijo a su madre: 'Las mil cien monedas de plata que te habían robado y a propósito de las cuales habías pronunciado una maldición, maldición que oí con mis propios oídos, pues bien, esa plata la tengo yo: yo la había tomado'. Su madre dijo inmediatamente: '¡Yavé bendiga a mi hijo!' La Biblia Textual 3a Edicion quien le dijo a su madre: Los mil cien ciclos de plata que te fueron sustraídos, acerca de los cuales proferiste maldición a mis oídos, he aquí, aquella plata está en mi poder. Yo la tomé. Y su madre le dijo: ¡Bendito seas de YHVH, hijo mío! Biblia Serafín de Ausejo 1975 Éste dijo a su madre: 'Los mil cien siclos de plata que te han sido hurtados y por los que lanzabas maldiciones que has hecho llegar a mis oídos, los tengo yo; yo los había tomado'. Dijo entonces su madre: '¡Bendito, tú, hijo mío, ante Yahveh!'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) El cual dijo a su madre: Los mil cien siclos de plata que te fueron hurtados, por lo que tú maldecías, y de los cuales me hablaste, he aquí que yo tengo este dinero; yo lo había tomado. Entonces su madre dijo: Bendito seas de Jehová, hijo mío. |
bendijo a Abram, diciendo: “Bendito Abram del Dios Altísimo, el dueño de los cielos y la tierra.
Yo les reprendí y les maldije, hasta golpeé a algunos y les arranqué los pelos, y los conjuré en nombre de Dios, diciendo: “No daréis vuestras hijas a sus hijos ni tomaréis sus hijas para vuestros hijos o para vosotros.
Mem. Pues se gloría el malvado en la ambición de su alma, y el avaro se felicita, con desprecio de Yahvé.
No tomarás en falso el nombre de Yahvé, tu Dios, porque no dejará Yahvé sin castigo al que tome en falso su nombre.
El que roba a su padre o a su madre y dice que no es falta, es digno compañero de bandidos.
¡Maldito el que ejecute negligentemente la obra de Yahvé, y maldito quien retraiga la espada de la sangre!
Entonces comenzó él a maldecir y a jurar: ¡Yo no conozco a ese hombre! Y al instante cantó el gallo.
porque desearía ser yo mismo anatema de Cristo por mis hermanos, mis deudos según la carne,
“¡Maldito quien deshonre a su padre o a su madre!” Y todo el pueblo responderá: “¡Amén!”
Díjole su madre: “Bendito de Yahvé seas, hijo mío.” Devolvió, pues, los mil cien siclos de plata a su madre, que dijo: “Quiero consagrar a Yahvé este dinero y que de mi mano pase a mi hijo, para que se haga una imagen tallada y chapeada. Ahí, pues, te lo entrego.”
Maldecid, maldecid a sus habitantes, porque no cooperaron a la victoria de Yahvé, a la ayuda de Yahvé a sus valientes.
El dijo: “Bendita de Yahvé seas, hija mía; tu proceder ha sido a lo último mejor todavía que al principio, pues no has buscado ningún joven, pobre o rico,'
Saúl cometió aquel día una gran imprudencia, pues conjuró al pueblo, diciendo: “Maldito el hombre que coma nada hasta la tarde, mientras no me haya vengado de mis enemigos.” Y nadie probó bocado.
Uno del pueblo le advirtió: “Tu padre ha hecho jurar al pueblo, diciendo: “Maldito el hombre que coma hoy.”
Dirigióse, pues, a donde estaba Saúl, y le dijo Saúl: “Bendito seas de Yahvé. He cumplido la orden de Yahvé.”
Si es Yahvé quien te excita contra mí, que El reciba el olor de una ofrenda; pero, si son los hombres, malditos sean de Yahvé, pues me echan ahora de mi puesto en la heredad de Yahvé, diciendo: “Vete a servir a dioses ajenos,”