El rey de Israel respondió a Josafat: “Queda todavía aquí un hombre por el que podríamos consultar a Yahvé, Miqueas, hijo de Yemla; pero yo le aborrezco, porque no me profetiza bien alguno: nunca me profetiza más que mal”; y Josafat dijo: “No hable así el rey.”
Así dice Yahvé, el Redentor de Israel, su Santo, al menospreciado de alma, abominado de las gentes, al esclavizado por los soberanos: Reyes verán y se levantarán, príncipes se prosternarán a causa de Yahvé, que es fiel; el Santo de Israel, que te ha elegido.'
Despreciado y abandonado de los hombres, varón de dolores y familiarizado con el sufrimiento, y como uno ante el cual se oculta el rostro, menospreciado sin que le tengamos en cuenta.
Oíd la palabra de Yahvé vosotros los que teméis su palabra: Han dicho vuestros hermanos, los que os aborrecen y os niegan por causa de mi nombre: “¡Que haga Yahvé muestra de su gloria, para que veamos vuestro contento!” Pero han de ser confundidos.
Bienaventurados seréis, cuando aborreciéndoos los hombres, os excomulguen y maldigan, y proscriban vuestro nombre como malo, por amor del Hijo del hombre.
confirmando las almas de los discípulos y exhortándolos a permanecer en la fe, diciéndoles que por muchas tribulaciones nos es preciso entrar en el reino de Dios.
puestos los ojos en el autor y perfeccionador de nuestra fe, Jesús; el cual, por el gozo que se le proponía, soportó la cruz, sin hacer caso de la ignominia, y está sentado a la diestra del trono de Dios.'