También todos los príncipes de los sacerdotes y el pueblo aumentaron sus prevaricaciones, siguiendo las abominaciones de las gentes y contaminando la casa de Yahvé, que él había santificado en Jerusalén.
Jeremías 5:5 - Biblia Nacar-Colunga Voy a dirigirme a los grandes, y les hablaré, porque éstos conocerán los caminos de Yahvé, el derecho de su Dios, pero todos a una han quebrado el yugo, han roto las coyundas. Dugang nga mga bersyonBiblia Reina Valera 1960 Iré a los grandes, y les hablaré; porque ellos conocen el camino de Jehová, el juicio de su Dios. Pero ellos también quebraron el yugo, rompieron las coyundas. Biblia Nueva Traducción Viviente Así que iré y hablaré a sus líderes. Sin duda ellos conocen los caminos del Señor y entienden las leyes de Dios». Pero los líderes también, como un solo hombre, se habían librado del yugo de Dios y roto las cadenas. Biblia Católica (Latinoamericana) Iré ver a los jefes y les hablaré, pues éstos conocen el camino de Yavé y el derecho de su Dios. Pues bien, todos juntos habían quebrado el yugo y roto las correas. La Biblia Textual 3a Edicion Iré a los grandes y hablaré con ellos, Porque ellos conocen el camino de YHVH, El juicio de su Dios. Pero todos ellos habían quebrado el yugo, Habían roto las coyundas. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Iré, pues, a los grandes y les hablaré, porque éstos conocen el camino de Yahveh, el derecho de su Dios'. Pero son precisamente todos éstos quienes quebraron el yugo y rompieron las coyundas. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Me iré a los grandes, y les hablaré; porque ellos conocen el camino de Jehová, el juicio de su Dios. Pero ellos también quebraron el yugo y rompieron las coyundas. |
También todos los príncipes de los sacerdotes y el pueblo aumentaron sus prevaricaciones, siguiendo las abominaciones de las gentes y contaminando la casa de Yahvé, que él había santificado en Jerusalén.
Moisés, viendo que el pueblo estaba sin freno, pues se lo había quitado Aarón, haciéndole objeto de burla para sus adversarios,
tus príncipes son prevaricadores y compañeros de bandidos* Todos aman el soborno y van tras los presentes. No hacen justicia al huérfano, y la causa de la viuda no tiene acceso a ellos.
Porque desde antiguo quebrantaste tu yugo, rompiste tus coyundas y dijiste: No serviré; pues sobre todo collado alto y bajo todo árbol frondoso te acostaste y prostituíste.'
Oíd los de esta generación la palabra de Yahvé: ¿Por ventura soy yo para Israel un desierto o una tierra tenebrosa ? ¿Por qué dice mi pueblo: Somos libres, no iremos más en pos de ti?
Todos tus amadores te han olvidado, no preguntan por ti, pues yo te herí como hiere un enemigo, con cruel castigo, por tus grandes maldades, por la magnitud de tus pecados.
Porque, desde el pequeño al grande, todos están ávidos de rapiña; desde el profeta al sacerdote, todos cometen fraude.'
La cigüeña en el cielo conoce su estación; la tórtola, la golondrina y la grulla guardan los tiempos de sus migraciones, pero mi pueblo no conoce el derecho de Yahvé!'
(4) Guárdese cada uno de su prójimo y nadie confíe en su hermano, pues todos los hermanos engañan siempre, todos los amigos calumnian.
Y Yahvé me dijo: Hijo de hombre, éstos son los que maquinan perversidades, y dan en la ciudad perversos consejos,
Oíd esto, vacas de Basan, que moráis en la montaña de Samaría, las que oprimís a los débiles, maltratáis a los pobres y decís a vuestros señores: ¡Traed que bebamos!
Ay de los descuidados en Sión! Ay de los confiados en Samaría ! Atended a las más antiguas de las naciones e id a ellas, casa de Israel.
Sus cabezas sentencian por cohecho, sus sacerdotes enseñan por salario, sus profetas adivinan por dinero y se apoyan sobre Yahvé, diciendo: “¿No está entre nosotros Yahvé? ¡No nos sobrevendrá la desventura!”
pues los labios del sacerdote han de guardar la sabiduría y de su boca ha de salir la doctrina, porque es un enviado de Yahvé de los ejércitos.
Viéndolo Jesús, dijo: ¡Qué difícilmente entran en el reino de Dios los que tienen riquezas!
Sus conciudadanos le aborrecían, y enviaron detrás de él una legación, diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros.