“¿Y quién, le dijo, te ha hecho saber que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol que te prohibí comer?”
Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol del que yo te mandé no comieses?
—¿Quién te dijo que estabas desnudo? —le preguntó el Señor Dios—. ¿Acaso has comido del fruto del árbol que te ordené que no comieras?
¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol que te prohibí?
Y dijo: ¿Quién te ha indicado que estás desnudo? ¿Acaso has comido del árbol del cual te ordené que no comieras?
Díjole: '¿Quién te ha hecho saber que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol que te prohibí?'.
Y le dijo Dios: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?
Y éste contestó: “Te he oído en el jardín, y, temeroso, porque estaba desnudo, me escondí,”
Y dijo Adán: “La mujer que me diste por compañera me dio de él y comí.”
“¿Qué has hecho? — le dijo Él —. La voz de la sangre de tu hermano está clamando a mí desde la tierra.
Esto haces, y ¿voy a callarme? ¿Creíste que era yo como tú? Yo quisiera corregirte, poniendo esto ante tus ojos.
De aquí que por las obras de la Ley “nadie será justificado ante El, pues de la Ley sólo nos viene el conocimiento del pecado.”