y cuando todos nuestros enemigos lo supieron, todas las gentes que habitaban en torno nuestro entraron en temor y experimentaron una gran humillación, teniendo que reconocer que la obra se había llevado a cabo por la voluntad de Dios.
Ester 7:6 - Biblia Nacar-Colunga Y Ester le respondió: “El opresor, el enemigo, es Aman, ese malvado.” Aman se sobrecogió de terror ante el rey y la reina. Dugang nga mga bersyonBiblia Reina Valera 1960 Ester dijo: El enemigo y adversario es este malvado Amán. Entonces se turbó Amán delante del rey y de la reina. Biblia Nueva Traducción Viviente Ester contestó: —Este malvado Amán es nuestro adversario y nuestro enemigo. Amán se puso pálido de miedo delante del rey y de la reina. Biblia Católica (Latinoamericana) Ester respondió: '¡El adversario, el enemigo está aquí! ¡Es Amán, ese hombre malvado!» Amán quedó helado de espanto ante el rey y la reina. La Biblia Textual 3a Edicion Ester dijo: ¡El adversario y enemigo es este malvado Amán! Y Amán quedó aterrorizado delante del rey y de la reina. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Ester le respondió: 'El perseguidor y enemigo es este malvado Amán'. Y Amán quedó aterrado delante del rey y de la reina. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y Esther dijo: El enemigo y adversario es este malvado Amán. Entonces se turbó Amán delante del rey y de la reina. |
y cuando todos nuestros enemigos lo supieron, todas las gentes que habitaban en torno nuestro entraron en temor y experimentaron una gran humillación, teniendo que reconocer que la obra se había llevado a cabo por la voluntad de Dios.
Entonces el rey se quitó de la mano su anillo y se lo entregó a Aman, hijo de Hamedata, agagita, enemigo de los judíos,
Tomó el rey Asuero la palabra y dijo a Ester: “¿Quién es y dónde está el que eso se propone hacer?”
Aquel mismo día, el rey Asuero dio a Ester la casa de Aman, el enemigo de los judíos; y Mardoqueo fue presentado al rey, pues le había dado a conocer Ester el parentesco que a él le unía.'
Cuando los malignos me asaltan para devorar mis carnes, son ellos, mis adversarios y enemigos, los que vacilan y caen.
La cólera del rey es heraldo de la muerte; el hombre sabio lo apacigua.'
Pasmóse mi corazón, el terror me invadió; la hora del crepúsculo, por mí deseada, se trocó para mí en espanto.'
Dios juzgará a los de fuera. ¡Extirpad al perverso de entre vosotros!
Entonces se manifestará el inicuo, a quien el Señor Jesús matará con el aliento de su boca, destruyéndole con el esplendor de su venida;'
Que juzgue Yahvé entre mí y tu y sea Yahvé el que me vengue, que yo no pondré mi mano sobre ti.