Joab le dijo: “¿Y por qué no le echaste a tierra, y yo te hubiera regalado diez siclos de plata y un talabarte?”
2 Samuel 18:12 - Biblia Nacar-Colunga Pero aquel hombre le dijo: “Aunque me pesaras mil de plata, no pondría yo la mano sobre el hijo del rey, pues bien oímos todos que a ti, a Abisaí y a Itaí os dijo el rey: “Guardadme a Absalón.” Dugang nga mga bersyonBiblia Reina Valera 1960 El hombre dijo a Joab: Aunque me pesaras mil siclos de plata, no extendería yo mi mano contra el hijo del rey; porque nosotros oímos cuando el rey te mandó a ti y a Abisai y a Itai, diciendo: Mirad que ninguno toque al joven Absalón. Biblia Nueva Traducción Viviente —No mataría al hijo del rey ni por mil piezas de plata —le respondió el hombre a Joab—. Todos escuchamos lo que el rey les dijo a usted, a Abisai y a Itai: “Por consideración a mí, por favor, perdonen la vida del joven Absalón”. Biblia Católica (Latinoamericana) Pero el hombre le respondió: 'Aunque tuviera en mis manos mil piezas de plata, no pondría la mano encima del hijo del rey. Ante todos nosotros el rey dio esta orden a ti, a Abisaí y a Itaí: Por respeto a mí, no maten al joven Absalón. La Biblia Textual 3a Edicion Pero el hombre respondió a Joab: Aunque se pesaran en mis manos mil siclos de plata, yo no extendería mi mano contra el hijo del rey, porque oyéndolo nosotros, el rey os dio órdenes a ti, a Abisai y a Itai, diciendo: ¡Cuidad que nadie toque al joven Absalón! Biblia Serafín de Ausejo 1975 Pero aquel hombre respondió a Joab: 'Aunque yo pudiera tener en las palmas de mis manos mil siclos de plata, no extendería yo mi mano contra el hijo del rey, porque a nuestros propios oídos os dio el rey esta orden a ti, a Abisay y a Itay: 'Preservadme al joven Absalón'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y el hombre dijo a Joab: Aunque yo recibiera en mis manos mil siclos de plata, no extendería mi mano contra el hijo del rey; porque nosotros oímos cuando el rey te mandó a ti y a Abisai y a Itai, diciendo: Mirad que ninguno toque al joven Absalón. |
Joab le dijo: “¿Y por qué no le echaste a tierra, y yo te hubiera regalado diez siclos de plata y un talabarte?”
y dio esta orden a Joab, a Abisaí y a Itaí: “Preservad por amor mío la vida del joven Absalón”; y todo el pueblo oyó esta orden que dio David a todos los jefes.'
Turbóse entonces el rey, y, subiendo a la estancia que había sobre la puerta, lloraba y decía: “¡ Absalón, hijo mío! ¡Hijo mío! ¡Hijo mío Absalón! ¡Quién me diera que fuera yo el muerto en vez de ti! ¡Absalón, hijo mío, hijo mío!”