Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, justo y piadoso, que esperaba la Consolación de Israel, y el Espíritu Santo estaba en él.
2 Corintios 1:5 - Biblia Nacar-Colunga Porque, así como abundan en nosotros los padecimientos de Cristo, así por Cristo abunda nuestra consolación. Dugang nga mga bersyonBiblia Reina Valera 1960 Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación. Biblia Nueva Traducción Viviente Pues, cuanto más sufrimos por Cristo, tanto más Dios nos colmará de su consuelo por medio de Cristo. Biblia Católica (Latinoamericana) Pues en la misma medida en que los sufrimientos de Cristo recaen abundantemente sobre nosotros, el consuelo de Cristo también nos llega con mayor abundancia. La Biblia Textual 3a Edicion Porque así como abundan en nosotros las aflicciones del Mesías, así abunda también por medio del Mesías nuestra consolación. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Porque, así como abundan en nosotros los padecimientos de Cristo, así también, mediante Cristo, abunda nuestra consolación. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por Cristo nuestra consolación. |
Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, justo y piadoso, que esperaba la Consolación de Israel, y el Espíritu Santo estaba en él.
y cayendo a tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
y si hijos, también herederos de Dios, coherederos de Cristo, supuesto que padezcamos con El, para ser con El glorificados.
antes con entera libertad, como siempre, también ahora, Cristo será glorificado en mi cuerpo, o por vida, o por muerte.
Si hay, pues, alguna consolación en Cristo, si algún refrigerio de amor, si alguna comunión de espíritu, si alguna ternura y misericordia,
para conocerle a El y el poder de su resurrección y la participación en sus padecimientos, conformándome a El en la muerte,
Ahora me alegro de mis padecimientos por vosotros, y suplo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo por su cuerpo, que es la Iglesia.
mis persecuciones y aflicciones, las que hube de soportar en Antioquía, Iconio y Listra, donde tantas persecuciones sufrí, de las cuales, sin embargo, me libró el Señor.
antes habéis de alegraros en la medida en que participáis en los padecimientos de Cristo, para que en la revelación de su gloria exultéis de gozo.