¿Quién subió al cielo, y descendió? ¿Quién encerró los vientos en sus puños? ¿Quién ató las aguas en un paño? ¿Quién afirmó todos los términos de la tierra? ¿Cuál es su nombre, y el nombre de su hijo, si sabes?
Proverbios 30:3 - Biblia Spanish Sagradas Escrituras Yo ni aprendí sabiduría, ni conozco la teología. Dugang nga mga bersyonBiblia Reina Valera 1960 Yo ni aprendí sabiduría, Ni conozco la ciencia del Santo. Biblia Nueva Traducción Viviente No he dominado la sabiduría humana ni conozco al Santo. Biblia Católica (Latinoamericana) ¡sí, yo que no aprendí la sabiduría, pensé conocer la ciencia del Santo! La Biblia Textual 3a Edicion No he aprendido sabiduría, Ni comprendo la ciencia del Santo:° Biblia Serafín de Ausejo 1975 Dios me enseñó la sabiduría, y aprendí la ciencia del Santo. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Yo ni aprendí sabiduría, ni tengo el conocimiento del Santo. |
¿Quién subió al cielo, y descendió? ¿Quién encerró los vientos en sus puños? ¿Quién ató las aguas en un paño? ¿Quién afirmó todos los términos de la tierra? ¿Cuál es su nombre, y el nombre de su hijo, si sabes?
El temor del SEÑOR es el principio de la sabiduría; y la ciencia de lo santo es inteligencia.
Dejad el camino, apartaos de la senda, haced apartar de nuestra presencia al Santo de Israel.
Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita en eternidad, y cuyo nombre es El Santo, que tengo por morada la altura y la santidad; y con el quebrantado y abatido de espíritu habito , para hacer vivir el espíritu de los abatidos, y para hacer vivir el corazón de los quebrantados.
Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos; para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda; ni se convierta, y haya para él sanidad.
Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, Santo, Santo, el SEÑOR de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria.
Todas las cosas me son entregadas de mi Padre; y nadie conoció al Hijo, sino el Padre; ni al Padre conoció alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quisiere revelar.
Entonces, respondiendo Jesús, le dijo: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás; porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Esta empero es la vida eterna: que te conozcan el único Dios verdadero, y al que enviaste, Jesús, el Cristo.
¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán incomprensibles son sus juicios, e inescrutables sus caminos!
Y escribe al ángel de la Iglesia que está en Filadelfia: El Santo y Verdadero, que tiene la llave de David; que abre y ninguno cierra; que cierra y ninguno abre, dice estas cosas:
Y los cuatro animales tenían cada uno por sí seis alas alrededor; y de dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban día ni noche, diciendo: Santo, Santo, Santo el Señor Dios Todopoderoso, el que era, y que es, y que ha de venir.