Y abriendo uno su saco para dar de comer a su asno, en el mesón, vio su dinero que estaba en la boca de su costal.
Lucas 10:34 - Biblia Spanish Sagradas Escrituras y llegándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole sobre su cabalgadura, le llevó a un mesón, y lo curó. Dugang nga mga bersyonBiblia Reina Valera 1960 y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. Biblia Nueva Traducción Viviente Se le acercó y le alivió las heridas con vino y aceite de oliva, y se las vendó. Luego subió al hombre en su propio burro y lo llevó hasta un alojamiento, donde cuidó de él. Biblia Católica (Latinoamericana) Se acercó, curó sus heridas con aceite y vino y se las vendó; después lo montó sobre el animal que traía, lo condujo a una posada y se encargó de cuidarlo. La Biblia Textual 3a Edicion y allegándose, vendó sus heridas derramando aceite y vino, y poniéndolo sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un mesón, y cuidó de él. Biblia Serafín de Ausejo 1975 se acercó a él, le vendó las heridas después de habérselas ungido con aceite y vino, lo montó en su propia cabalgadura, lo llevó a la posada y se ocupó de cuidarlo. Biblia Reina Valera Gómez (2023) y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndolo sobre su cabalgadura, lo llevó al mesón y cuidó de él. |
Y abriendo uno su saco para dar de comer a su asno, en el mesón, vio su dinero que estaba en la boca de su costal.
El que sana a los quebrantados de corazón, y el que liga sus heridas.
Y aconteció en el camino, que en una posada lo encontró el SEÑOR, y quiso matarlo.
Esta ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura.
Y un samaritano que transitaba, viniendo cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia;
Y otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al huésped, y le dijo: Cúralo; y todo lo que gastares de más, cuando yo vuelva te lo pagaré.
Y dio a luz a su hijo primogénito, y le envolvió en pañales, y le acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.
Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber: que haciendo esto, ascuas de fuego amontonas sobre su cabeza.
Mirad que ninguno dé a otro mal por mal; antes seguid lo bueno siempre los unos para con los otros, y para con todos.