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Lucas 20:16 - Versión Biblia Libre

16 Vendrá y los matará y le entregará la viña a otros”. Cuando ellos oyeron este relato, dijeron: “¡Ojalá que nunca ocurra eso!”

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

16 Vendrá y destruirá a estos labradores, y dará su viña a otros. Cuando ellos oyeron esto, dijeron: ¡Dios nos libre!

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Biblia Nueva Traducción Viviente

16 Les diré: irá y matará a esos agricultores y alquilará el viñedo a otros». —¡Qué terrible que suceda algo así! —protestaron los oyentes.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

16 Vendrá, hará morir a esos trabajadores y entregará la viña a otros. Al oír esto, algunos dijeron: '¡No lo quiera Dios!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

16 Irá, y destruirá a estos labradores, y dará la viña a otros. Al oírlo, dijeron: ¡Nunca suceda!°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

16 Volverá, acabará con aquellos viñadores y arrendará la viña a otros'. Cuando ellos oyeron esto, dijeron: '¡No lo quiera Dios!'.

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Lucas 20:16
24 Referencias Cruzadas  

Cuando llegó el tiempo de la cosecha, el hombre envió a sus siervos donde los granjeros para recoger el fruto que le pertenecía.


Entonces los jefes de los sacerdotes le dijeron a Jesús: “Mandará a matar a esos hombres malvados de la manera más atroz, y alquilará la viña a otros granjeros que de seguro sí le darán su fruto en tiempo de la cosecha”.


El rey se puso furioso. Entonces envió a sus soldados para destruir a esos asesinos y quemar su ciudad.


¿Qué hará ahora el dueño de la viña? Vendrá y matará a esos granjeros, y entonces alquilará su viña a otros.


Y en cuanto a mis enemigos, los que no querían que yo fuera su rey, tráiganmelos aquí y mátenlos en frente de mí’”.


Entonces lo lanzaron fuera de la viña y lo mataron. Ahora, ¿qué hará el dueño de la viña con ellos?


Entonces Pablo y Bernabé hablaron con firmeza, diciendo: “Primero teníamos que predicarles la palabra de Dios a ustedes. Pero ahora que la han rechazado, ustedes están determinando que no son dignos de la vida eterna. Pues ahora predicaremos a los extranjeros.


Pero entonces pregunto: “¿Acaso Dios ha rechazado a su pueblo?” ¡Por supuesto que no! Yo mismo soy israelita, de la tribu de Benjamín.


Ahora, ¿estoy diciendo que ellos tropezaron y fracasaron por completo? ¡Por supuesto que no! Pero como resultado de sus errores, la salvación llegó a otras naciones, para “hacerlos sentir celos”.


¿Significa eso que por creer en Dios desechamos de la ley? ¡Por supuesto que no! De hecho, afirmamos la importancia de la ley.


¡Claro que no! Incluso si todos los demás mienten, Dios siempre dice la verdad. Como dice la Escritura: “Quedará demostrado que tienes la razón en lo que dices, y ganarás tu caso cuando seas juzgado”


¡Por supuesto que no! ¿De qué otra manera podría Dios juzgar al mundo?


¿Acaso vamos a pecar porque no estamos bajo la ley sino bajo la gracia? ¡Por supuesto que no!


¡Por supuesto que no! Pues si estamos muertos al pecado, ¿cómo podríamos seguir viviendo en pecado?


Ahora, ¿acaso podría matarme algo que es bueno? ¡Por supuesto que no! Pero el pecado se muestra como pecado usando lo bueno para causar mi muerte. Así que por medio del mandamiento se revela cuán malo es el pecado realmente.


¿Qué concluimos entonces? ¿Que la ley es pecado? ¡Por supuesto que no! Pues yo no habría conocido lo que era el pecado si no fuera porque la ley lo define. Yo no me habría dado cuenta de que el deseo de tener las cosas de otras personas estaba mal si no fuera porque la ley dice: “No desees para ti lo que le pertenece a otro”.


Entonces, ¿qué debemos concluir? ¿Diremos que Dios es injusto? ¡Por supuesto que no!


¿No saben que sus cuerpos son parte del cuerpo de Cristo? ¿Debería tomar las partes del cuerpo de Cristo y unirlas con una prostituta? ¡Por supuesto que no!


Porque si, al intentar ser justificados en Cristo, nosotros mismos demostramos ser pecadores, ¿significa eso que Cristo está al servicio del pecado? ¡Por supuesto que no!


¿De modo que la ley obra en contra de las promesas de Dios? ¡Por supuesto que no! Porque si hubiera una ley que pudiera dar vida, entonces nosotros podríamos ser justificados por el cumplimiento de ella.


Ojalá yo nunca me jacte de nada, excepto en la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Por medio de esta cruz, el mundo ha sido crucificado para mí, y yo he sido crucificado en lo que tiene que ver con el mundo.


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