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Juan 10:18 - Versión Biblia Libre

18 Ninguno puede quitarme la vida; Yo elijo entregarla. Tengo el derecho de entregar mi vida y tengo el derecho de volverla a tomar. Este es el mandato que me dio mi Padre”.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

18 Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

18 Nadie puede quitarme la vida sino que yo la entrego voluntariamente en sacrificio. Pues tengo la autoridad para entregarla cuando quiera y también para volver a tomarla. Esto es lo que ordenó mi Padre».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

18 Nadie me la quita, sino que yo mismo la entrego. En mis manos está el entregarla y el recobrarla: éste es el mandato que recibí de mi Padre.

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 Nadie me la quita, sino que Yo la pongo de mí mismo.° Tengo autoridad para ponerla y tengo autoridad para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

18 Nadie me la quita, sino que yo por mí mismo la doy; tengo poder para darla y tengo poder para recobrarla. Éste es el mandato que he recibido de mi Padre.'

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Juan 10:18
23 Referencias Cruzadas  

Yo soy el buen pastor. El buen pastor entrega su vida por sus ovejas.


así como el Padre me conoce y yo lo conozco a él. Yo entrego mi vida por las ovejas.


“Es por esto que el Padre me ama, porque yo doy mi vida para tomarla de nuevo.


pero yo estoy haciendo lo que mi Padre me dijo que hiciera, a fin de que el mundo sepa que yo amo al Padre. Ahora levántense. Vámonos”.


Si ustedes hacen lo que yo digo, permanecerán en mi amor, así como yo hago lo que mi Padre dice y permanezco en su amor.


“Tú no tendrías ningún poder a menos que se te conceda desde arriba”, le respondió Jesús. “Así que el que me entregó en tus manos es culpable de mayor pecado”.


Así como el Padre tiene en sí mismo el poder de dar vida, así también le ha dado al Hijo el poder de dar vida.


Yo no puedo hacer nada por mi propia cuenta. Juzgo basándome en lo que se me dice, y mi decisión es justa, porque no estoy haciendo mi propia voluntad sino la voluntad de Aquél que me envió.


Porque yo no descendí del cielo para hacer mi voluntad sino la voluntad del que me envió.


Pero Dios lo levantó nuevamente a la vida, libertándolo de la carga de la muerte, porque la muerte no tuvo poder para tenerlo prisionero.


“Dios ha levantado a este Jesús de entre los muertos, y todos nosotros somos testigos de eso.


Ustedes mataron al Autor de la vida, Aquél a quien Dios levantó de los muertos, y nosotros somos testigos de esto.


Pues él se entregó a sí mismo por nosotros, para podernos libertar de toda nuestra maldad, y para limpiarnos para él, como un pueblo que le pertenece, y que está dispuesto a hacer el bien.


Pero vemos a Jesús, puesto en un lugar un poco inferior al de los ángeles, coronado de gloria y honra por el sufrimiento de la muerte. Por medio de la gracia de Dios, Jesús experimentó la muerte por todos.


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