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Josué 10:20 - Versión Biblia Libre

20 Así, Josué y los israelitas los derrotaron totalmente, abatiéndolos y matándolos. Sólo unos pocos sobrevivieron y escaparon a sus ciudades.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

20 Y aconteció que cuando Josué y los hijos de Israel acabaron de herirlos con gran mortandad hasta destruirlos, los que quedaron de ellos se metieron en las ciudades fortificadas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

20 Entonces Josué y el ejército israelita continuaron con la masacre y derrotaron al enemigo por completo. Exterminaron totalmente a los cinco ejércitos con excepción de un pequeño grupo que logró llegar a sus ciudades fortificadas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

20 Josué y los israelitas terminaron de masacrarlos y de exterminarlos; sólo algunos escapados lograron llegar a las ciudades fortificadas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

20 Y sucedió que cuando Josué y los hijos de Israel acabaron de herirlos con gran mortandad, hasta acabarlos, los que quedaron de ellos se metieron en las ciudades fortificadas.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

20 Josué y los israelitas acabaron de infligirles una completa derrota, hasta exterminarlos, aunque algunos fugitivos consiguieron escapar y se refugiaron en las ciudades fortificadas.

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Josué 10:20
12 Referencias Cruzadas  

David habló entonces con Abisai y le dijo: “Ahora Seba, hijo de Bichri, nos va a causar más problemas que Absalón. Lleva a los hombres del rey y persíguelo, o se apoderará de las ciudades fortificadas y se alejará de nosotros”.


Entonces el rey de Israel salió y atacó a los caballos y a los carros. Infligió una gran derrota a los arameos.


Abías y sus hombres los golpearon duramente, y 500.000 de los mejores guerreros de Israel murieron.


¡Anuncien esta advertencia por todo Judá y Jerusalén! Díganles: ¡Toquen la trompeta en todo el país! Griten: “¡Rápido! Corramos hacia las ciudades fortificadas para protegernos”.


La gente dice: “¿Por qué estamos sentados aquí? Juntémonos y corramos a las ciudades fortificadas. Allí podemos morir, porque el Señor, nuestro Dios, nos está matando dándonos a beber agua envenenada, porque pecamos contra él.


Sin embargo, cuando se trate de los pueblos de las naciones cuya tierra el Señor tu Dios te da para que la ocupes, no dejes nada vivo que respire.


El Señor hizo entrar en pánico a los ejércitos amorreos cuando vieron a los israelitas. Los abatió con un gran golpe en Gabaón; los persiguió hasta Bet-horón, y los redujo en el camino hacia Azeca y Maceda.


Pero no te quedes allí. Persigue al enemigo y atácalo por la retaguardia. No dejes que escapen a sus ciudades, porque el Señor te los ha entregado para que los derrotes”.


El ejército regresó con Josué al campamento de Maceda, y nadie se atrevió siquiera a amenazar a los israelitas.


Josué capturó todas estas ciudades y mató a sus reyes. Las apartó y las destruyó por completo, como lo había ordenado Moisés, el siervo del Señor.


El Señor los entregó a los israelitas, que los redujeron y los persiguieron hasta la Gran Sidón y Misrefot Maim, y al este hasta el valle de Mizpa, matándolos hasta que no quedó ninguno.


Cuando los israelitas terminaron de matar a los hombres de Hai que los habían perseguido hacia el desierto – unavez que todos habían sido pasados por la espada –, todo el ejército israelita regresó a la ciudad y mató a todos los que vivían allí.


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