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Jeremías 24:2 - Versión Biblia Libre

2 Una cesta estaba llena de higos muy buenos, como los que maduran pronto, pero en la otra cesta sólo había higos muy malos, tan malos que no se podían comer.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

2 Una cesta tenía higos muy buenos, como brevas; y la otra cesta tenía higos muy malos, que de malos no se podían comer.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Una canasta estaba llena de higos frescos y maduros, mientras que la otra tenía higos malos, tan podridos que no podían comerse.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Un canasto tenía higos muy buenos, como son los primeros que maduran; el otro tenía higos podridos, tan malos que no se podían comer.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Una cesta tenía higos muy buenos, como brevas, y la otra cesta tenía higos tan malos, que de malos no se podían comer.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Una cesta tenía higos muy buenos, como brevas, la otra cesta, higos muy malos, que de tan malos no se podían comer.

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Jeremías 24:2
11 Referencias Cruzadas  

¿Qué más podía hacer por mi viña de lo que ya he hecho? Cuando buscaba uvas dulces, ¿por qué sólo produjo uvas agrias?


Israel es la viña del Señor Todopoderoso, y el pueblo de Judá son las plantas de su jardín que lo hacen feliz. Sin embargo, mientras esperaba justicia, sólo veía injusticia; esperaba que la gente viviera bien, pero sólo escuchaba los gritos de los que sufrían.


Esto es lo que dice el Señor Todopoderoso: Voy a enviar contra ellos guerra, hambre y enfermedad. Los haré como higos podridos, tan malos que no se pueden comer.


Como encontrar uvas en el desierto, así fue como encontré a Israel. Cuando vi a sus antepasados, fue como ver los primeros frutos de la higuera. Pero cuando fueron a Baal Peor, se entregaron a ese ídolo abominable, y se volvieron tan inmundos como lo que aman.


¡Cuán miserable soy! Soy como quien siega en el verano, cuando ya ha pasado la cosecha de uvas. No encuentro uvas para comer, y ya no quedan de los higos que tanto me gustan.


Todos tus castillos son como higueras con fruto maduro. Cuando sacuden el árbol, el fruto cae en la boca de los que comen.


Las primicias de todas las cosechas que produzcan en su tierra y que traigan al Señor son tuyas. Todos los miembros de tu familia que estén ceremonialmente limpios pueden comerlas.


“Ustedes son la sal de la tierra, pero si la sal pierde su sabor, ¿cómo podrán hacer que sea salada nuevamente? No sirve para nada, sino que se bota y es pisoteada.


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